Las retenciones siempre están en agenda del productor y son un peso en su planificación fiscal. Cuando nos reunimos para revisar las estrategias impositivas, percibimos cómo la carga fiscal desmoraliza y hace que las expectativas estén siempre a la baja, si eso fuese posible.
El dinero de las retenciones va al Tesoro Nacional y el productor no lo ve en sus actividades cotidianas porque no vuelve de manera directa al campo en caminos o mejoras en la conectividad.
Tampoco lo ve en las ciudades productivas donde vive y habitan quienes trabajan directamente en el campo. Como bien señala FADA en sus informes, el Estado no ha sido capaz de encauzar correctamente el dinero que recibe del campo para desarrollar empleo.
Las retenciones no estuvieron en la agenda electoral de ningún candidato, nadie le está hablando al sector productivo y a su carga fiscal.
Vinculado a esto, el tipo de cambio y la inflación en dólares son preocupaciones cada vez más crecientes que con una fuerte velocidad se ubicaron entre los temas prioritarios del sector. Es que con la escalada del dólar blue, muchos insumos fueron arrastrados con esa cotización o incluso por encima de ella.
La presión impositiva de los tres niveles del Estado es, en particular para muchas economías regionales, una mochila difícil de cargar. Por supuesto que, vinculado a lo anterior, las retenciones son las más cuestionadas.
Lo que viene
Lo que debemos entender es que para un productor, aunque las retenciones no suban, tampoco bajan y esto a nivel productivo significa impactos sobre los cultivos futuros y en los planteos productivos.
La ventaja de la agricultura es que aún tienen rentabilidad pero siempre está atada a una variable más: el clima. Como señalaba en párrafos anteriores, cómo encararán las próximas campañas los productores dependerá del ánimo.
Nuestra sugerencia es que deberán cuidar la caja, pero sin descuidar las posibilidades de inversión que generen un retorno. Un ejemplo concreto de esta situación es, por ejemplo, realizar inversiones en tecnología como fertilizantes y semillas pero relegar las inversiones estructurales como son el desarrollo de nuevas unidades de negocio, galpones o alambrados.
El autor es socio de Barrero & Asociados
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