Lu Romancini, CEO de una compañía que vende productos para el sector, señaló a LA NACION que, en medio de la disputa electoral, “el mercado está paralizado”
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SAN PABLO, Brasil-. Desde el fondo de un stand, Lu Romancini (42), CEO de la compañía que lleva su apellido, asoma con una sonrisa dibujada en el rostro. Está en el 7° Congreso Nacional de Mujeres del Agronegocio en esta ciudad. La empresaria maneja al dedillo todo lo relacionado con los negocios y el clima político y económico de Brasil porque le es funcional para saber cuándo y dónde invertir. Desde hace algunos años está al frente de la compañía que comenzó su papá, Luis Carlos Romancini, a finales de la década del 60 con cero capital inicial y hoy tiene ventas millonarias.
“Invertir en Brasil es una montaña rusa de emociones”, dice a LA NACION la empresaria cuando tiene que definir cómo es ser empresario en su país y en qué momento una persona ligada al agro se embarca en determinados proyectos. “Aquí, nosotros nos llamamos resilientes. Tenemos altos y bajos, porque la gente termina dependiendo de los escenarios políticos para saber hacia dónde apunta la economía”, agrega.
Por ejemplo, afirma que se define “si votas a la izquierda o permaneces en la derecha. En esos intervalos, la gente termina estancándose en la facturación y en los negocios. Tenés que tener un capital muy bien consolidado, con dinero en caja y sin problema de liquidez para mantenerte”.
Además, contó que a partir de la “riña” que se acrecentó entre los candidatos [Jair Bolsonaro y Lula] previo a las elecciones “el mercado está paralizado” y expectante al próximo presidente que asuma su rol.
La empresa que fundó Luis Carlos Romancini comenzó con un tractor financiado a finales de los 60 y principios de los 70, con cero capital. “Hoy, la empresa cuesta alrededor de 70 millones de reales, cerca de 20 millones de dólares. A mí me toca organizar todos los departamentos dentro de la empresa. Es decir, todo termina pasando por mí”, contó.
Troncos Romancini tiene su sede en Paraná, a 300 km de Foz de Iguazú, y exporta balanzas y equipos para ganadería a todo el continente americano y Europa. Además, dijo, tienen filiales en Mato Grosso y Uberada (Minas Gerais), Cuiabá Goiania. La compañía, que surgió como una necesidad dentro del mismo establecimiento familiar, envía los productos entre otros mercados a Bolivia, Colombia, Venezuela, Paraguay, Angola, Portugal y la Argentina.
“Mi papá es ganadero y él comenzó la empresa siendo un productor agropecuario más, pero vio la necesidad de incorporar un producto en su propio negocio, con el tiempo consiguió elaborarla”, dijo la empresaria.
“A partir de ahí, él comenzó con su propia empresa de carrocería y comenzó a fabricar los productos desde cero y a expandirse dentro de Brasil. Fue así como surgió la empresa, un nuevo negocio para nosotros. Esto fue cerca de la década del 70, cuando él hacía cada vez más productos para comercializarlos”, añadió. Hoy, dijo, la empresa está considerada como líder del mercado brasilero en tecnología, bienestar animal y seguridad para el operador y manejo.
“Tenemos varios modelos que se adaptan a todas las realidades y las maneras de cómo a los ganaderos les gusta trabajar. Los modelos siempre dependen de las formas de trabajar y el costo y beneficio que tiene la maquinaria”, indicó.
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