Además de los precios, hay que considerar los aspectos productivos, económicos, financieros e impositivos de cada empresa
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A medida que avanza el año 2023 crece la incertidumbre económica y política en el país, con un efecto negativo frecuente, que es la parálisis o postergación de las decisiones empresarias. Las variables en juego son muchas, abruman y superan el alcance del ganadero, que tiene el desafío de mantenerse a flote y tratar no quedar malparado por decisiones equivocadas en ese contexto incierto.
Sin embargo, hay que salir de ese bloqueo que produce la coyuntura imprevisible y desarrollar, más que nunca, una mirada integral de los negocios, con el foco en nuestra empresa. Por otro lado, una situación excepcional, como la que estamos viviendo, nos lleva a la disrupción, a romper la rigidez en nuestros planteos tradicionales, a cambiar todo aquello que deba de ser cambiado para adaptarnos a la realidad.
A modo de ejemplo, para una empresa con actividades de cría y recría, vamos a identificar algunas de las variables que se presentan al tomar la decisión de vender terneros ahora o diferir la comercialización hacia adelante para captar mejor precio futuro.
Primero es conveniente entender los momentos del mercado ganadero e interpretar sus señales. Hay comportamientos estructurales y otros que tienen que ver con la coyuntura. Este año sabemos que atravesamos una zafra con récord de terneros en producción y con destetes anticipados por la falta de pasto exacerbada por la primavera y verano “La Niña”.
Mientras tanto, la demanda está muy cautelosa también porque no le sobra pasto. Esto genera un precio del ternero de invernada sumamente atrasado con respecto a la inflación, al dólar y al novillo que, a su vez, suscita pocas ganas de vender. Además, esa actitud se vería fortalecida porque, hacia adelante, las expectativas son positivas por dos motivos principales:
- El primero es coyuntural: los engordes a corral, que hoy atraviesan un buen momento, con altos niveles de ocupación, comenzarán a vaciarse y buscarán inmediatamente ubicar los pesos cobrados. Las elecciones primarias de agosto agudizarán aún más la desconfianza del mercado sobre la moneda local. El ternero se presenta como uno de los principales destinatarios de los pesos disponibles.
- El segundo es estructural: como todos los años, hacia la primavera habrá una menor oferta estacional de terneros. A su vez, los pronósticos se inclinan por la llegada de un evento “El Niño” luego de tres años, lo cual augura una buena producción forrajera. Entonces, los valores de la reposición naturalmente se recuperarán por caída de oferta y por una demanda feedlotera fortalecida que, incluso, puede incorporar expectativas positivas propias de un cambio de reglas de juego para los negocios ganaderos en 2024. Es decir, de acuerdo a estas variables, parecería buen negocio retener terneros. Pero la decisión no es tan sencilla.
Además de lo anterior, hay que hacer una lectura del plano productivo y diagnosticar con qué recursos se cuenta si se quieren retener terneros. Venimos de un verano muy complicado desde el punto de vista climático, con lo cual tenemos que encarar lo que resta del otoño e invierno con bajo nivel de reservas y con la prioridad de llegar a la primavera con buena condición corporal en el rodeo de vacas.
El campo natural se agota, los verdeos se sembraron tarde y la oferta forrajera, en muchas zonas, será menor a lo esperada. Entonces, retener terneros en estos casos implica incorporar costos económicos y financieros en el flujo de fondos de la empresa.
Seguimos por el análisis del plano económico. Muchos productores admiten que están vendiendo a un bajo valor pero, por otra parte, necesitan cubrir los gastos corrientes y de estructura, los salarios, etc. En fin, si no venden terneros tendrán que buscar financiamiento bancario a una tasa del 100% anual para responder a los compromisos económicos o vender dólares, cuya devaluación implícita en el Rofex es del 200% para diciembre.
Además, podría ser necesario asumir un costo de pastaje, arrendamiento o suplementación. La pregunta por realizarse es: ¿Qué salto de precio tiene que dar el ternero para cubrir el costo económico-financiero que se tiene que afrontar?
Entrando al aspecto financiero, los criadores tienen que considerar las elevadas tasas de interés, que pueden resultar, en muchos casos, negativas contra la inflación, pero muy positivas con respecto al negocio ganadero. En términos generales, si hoy retienen terneros por cuatro meses, tienen que saber que la tasa de interés o la inflación imponen un piso del 35%.
Asimismo, hay que considerar la cuestión impositiva. Para un criador que tenga cierre de ejercicio el 30 de junio, habrá resultados impositivos distintos si vende los terneros ahora o dentro de cuatro meses. Entonces, se necesita una muy buena planificación fiscal del negocio, entender cuáles son mis mejores momentos de venta en el año y, también, cuáles son las épocas óptimas para comprar vientres, por ejemplo. Siempre se debe evaluar el impacto impositivo que se puede generar entre vender y retener, en términos de montos de ventas versus valuación de stock al cierre.
Por último, hay que prestar atención al tipo de cambio. Estamos en una actividad pesificada en un país con creciente presión cambiaria. La devaluación del peso genera incremento de costos y pérdida de capacidad de ahorro. Sabemos que el tipo de cambio oficial atrasado tiene fecha próxima de vencimiento.
Al momento de venta hay que sumarle los plazos de cobro, de 30 o 60 días. Vender terneros puede ser una opción no atractiva por su precio, pero puede ser estratégico en términos de la empresa mixta. Los ingresos en pesos se pueden utilizar para cubrir los gastos corrientes y de esta forma evitar vender granos cuya cotización copia mejor la evolución del dólar y ofrece una serie amplia de herramientas de cobertura de precio. Por otra parte, la compra de insumos dolarizados emerge como una buena opción para dolarizar el precio de los terneros a tipo de cambio oficial y cubrirse ante un eventual sinceramiento cambiario.
En fin, como vimos desde un ejemplo, no hay que tomar decisiones ganaderas considerando un solo factor, como puede ser un precio relativamente retrasado; hay elementos productivos, económicos, financieros e impositivos que no se pueden soslayar.
Estamos ante un año sumamente estratégico, donde las variables entran en ebullición continuamente y es difícil encontrar un punto de equilibrio exacto. Cada empresa presenta sus particularidades y tiene que ponderar el peso de cada variable para entender en qué preocuparse y sobre qué ocuparse. A partir de allí, puede tomar decisiones alineadas con su propósito y sus objetivos. La formación de equipos de trabajo interdisciplinarios es una de las claves para lograr modelos de negocios exitosos; la complejidad de la actividad exige especialidades en plena interacción.
La ganadería es una actividad de largo plazo, pero que se construye a diario con acciones en el corto; evitemos las parálisis que nos llevan, en muchos casos, a convertir nuestro largo plazo en un corto plazo que llega de urgencia.
El autor es analista de ganados y carnes de AZ-Group
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