La reciente liberación de aranceles para importar un cupo de 750.000 toneladas de trigo desde países ajenos al Mercosur dispuesta por el gobierno de Brasil podría haber sido el primer paso hacia la intención de fondo del presidente Jair Bolsonaro, de reducir el Arancel Externo Común (AEC) que comparten los integrantes del bloque regional en diversos rubros, entre ellos el agrícola y, más específicamente, el trigo, que hoy está en el 10 por ciento.
Este será un tema central en la Cumbre del Mercosur que se hará este jueves en Brasil, en la que participará el presidente saliente de la Argentina, Mauricio Macri, que estaría de acuerdo con Bolsonaro en ir hacia una reducción de los aranceles del bloque, según lo explicitó la semana pasada el canciller argentino, Jorge Faurie:"Hemos formado un grupo de trabajo a principios de año [...] Coincidimos los cuatro países en que el arancel externo común que tenemos es un arancel alto, que les quita competitividad a las cuatro economías y que tenemos que trabajar sobre ello", dijo.
En un contexto de inminente cambio de Gobierno en la Argentina y de insistentes rumores respecto de un incremento en los derechos de exportación, la posibilidad de que una reducción del AEC impacte en una baja de los precios del trigo ya encendió las alarmas en el nivel local, por un negocio que implica ingresos de divisas por unos 1000 millones de dólares, a los valores actuales del mercado. Además, el tema despertó interés entre los molinos brasileños y entre eventuales proveedores de trigo.
"Brasil tiene la vocación de revisar toda la estructura arancelaria del Mercosur y si bien el foco está puesto en los insumos industriales, también manifestaron interés en revisar y eventualmente bajar los aranceles agrícolas. Frente a esa posibilidad advertimos que nos oponemos a una reducción del AEC al trigo. Sin duda hay que mantenerlo como fue acordado oportunamente", dijo a LA NACION Gustavo Idígoras, presidente del Centro de Exportadores de Cereales y de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina.
El ejecutivo aclaró que, no obstante, este jueves solo se tratarán los lineamientos de eventuales ajustes en los aranceles, algo sobre lo que recién se tomarán decisiones ejecutivas en unos seis meses. "Una reducción del AEC tendrá como impacto inmediato la caída del valor FOB del trigo en los puertos argentinos", señaló Idígoras.
Agregó que seguramente a los países de la Unión Europea "no les causará gracia ver que después de negociar durante tanto tiempo un acuerdo de libre comercio con el Mercosur, una reducción del AEC le abrirá la puerta de Brasil a un competidor en el mercado de trigo, como lo es Estados Unidos".
Desde San Pablo, Roberto Sandoli, consultor en trigo de la filial brasileña de la estadounidense INTL FCStone, reconoció que el actual gobierno brasileño está implementando un programa liberal, "donde se busca una apertura del mercado local, que siempre se ha considerado muy cerrado. Independientemente del trigo, el equipo económico de Bolsonaro tiene varios proyectos para hacer realidad esa apertura deseada".
Molineros brasileños, a gusto
En cuanto a una eventual reducción del AEC, tema que no es ajeno al ámbito molinero brasileño, Sandoli dijo que no ve a las fábricas abandonando el trigo argentino, pero reconoció que mejoraría su ecuación económica, dado que hará que "los precios argentinos deban mantenerse en línea con los valores internacionales durante todo el año y se evitarían los máximos absurdos que normalmente tiene el grano de la Argentina cuando el país coloca su oferta exportable fuera del Mercosur. Así, habría una condición más justa y, en ese sentido, resultaría positivo para los molinos importadores".
El especialista explicó que el trigo del hemisferio norte es normalmente competitivo desde mayo/junio, cuando comienza la cosecha estadounidense, y julio/agosto, cuando se inicia la recolección en la Unión Europea y en la zona del Mar Negro. "Incluso sin aranceles, sería difícil para Brasil comprar trigo estadounidense/canadiense o ruso en la primera mitad del año, excepto por razones de calidad", dijo Sandoli.
Agregó que puertas adentro, la misma molinería considera que una reducción a cero del AEC podría generar un efecto no deseado, dado que se "perjudicaría a los productores de trigo de Brasil, porque la eliminación de las barreras arancelarias haría caer los precios internos del cereal".
Para el año comercial 2019/2020, la Compañía Nacional de Abastecimiento, dependiente del Ministerio de Agricultura de Brasil, estima la cosecha local de trigo en 5,28 millones de toneladas y el volumen de las importaciones, en 7 millones.
Según las previsiones actuales del Ministerio de Agricultura de la Nación, la participación del trigo argentino en las compras brasileñas oscilará de 5 a 5,50 millones de toneladas.
Entusiasmo medido
El primer favorecido por una eventual reducción del AEC del trigo sería Estados Unidos, un país que usualmente se queda con la mayor porción de los cupos sin aranceles que Brasil otorga, como las recientes 750.000 toneladas, y que regularmente provee mercadería con calidades específicas.
Desde Chicago, Charlie Sernatinger, jefe global de Futuros de Granos de ED&F Man Capital Markets, reconoció a LA NACION que "muy difícilmente algún otro país podría competir en igualdad de condiciones contra la Argentina", por tradición comercial y por la proximidad con Brasil, no obstante, señaló que frente a una reducción del AEC "Estados Unidos podría aspirar a colocar al menos un millón de toneladas de trigo por año".
El broker explicó que el trigo estadounidense se dirige principalmente "a los molinos del norte de Brasil, ya que para los molinos del sur las cargas argentinas hoy corren con mucha ventaja".
Como primer exportador mundial de trigo, con volúmenes que en las últimas campañas rondaron los 35 millones de toneladas, pero con un pico de 41 millones en el ciclo 2017/2018, Rusia podría beneficiarse con una eventual reducción del AEC.
"Con una buena cosecha, en la próxima campaña la participación del trigo ruso en Brasil podría oscilar de 100.000 a 300.000 toneladas, para intentar escalar hasta las 500.000 toneladas en ciclo posteriores", dijo a LA NACION desde Moscú Andrey Sizov, director General de la consultora rusa SovEcon. Y si bien la falta de conocimiento mutuo entre Brasil y Rusia como comprador y proveedor resulta un escollo, el costo del flete es la principal barrera entre ambos países. "Probablemente algunos buques del Grupo Sodrugestvo, que llegan hasta la zona del Mar Negro con grandes cantidades de soja sudamericana, podrían usarse para enviar trigo ruso a Brasil", como una forma de abaratar fletes y de procurar hacer de la logística una fortaleza.
Agregó que frente a una reducción del arancel del Mercosur "e incluso si el impuesto baja a cero, la Argentina continuará siendo el mayor proveedor de Brasil, sin embargo, la competencia con el resto del mundo (Estados Unidos/Canadá, Mar Negro y la Unión Europea) crecerá".
Momento de riesgos
La dinámica de los acontecimientos globales abrió ayer otro posible frente de riesgo. Desde su cuenta de Twitter, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que volverá a imponer aranceles a las importaciones de acero y de aluminio desde Brasil y desde la Argentina, como respuesta a la devaluación de las monedas de ambos países frente al dólar. Presuroso, Bolsonaro dijo que tiene un "canal abierto" con Trump y se mostró dispuesto a encontrar una solución a la amenaza.
"Llama la atención que Trump ponga como justificativo a los agricultores estadounidenses para volver a imponer aranceles al acero y al aluminio de Brasil y de la Argentina. Si los productores de Estados Unidos están mal es por la guerra comercial no resuelta con China, no por la devaluación del real o del peso", explicó Idígoras.
Y respecto de la carta de negociación que podría utilizar Bolsonaro para revertir la decisión de Trump, el empresario dijo: "No descarto que para tener una mejor negociación con Trump, Bolsonaro incluya alguna concesión con el trigo".
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