En Chicago, el período agosto/enero fue testigo de fuertes alzas de precios (soja y luego maíz) como consecuencia de la voracidad china, acompañada por la debilidad del dólar y los fondos especulativos. Así, la soja escaló desde 300 a más de 500 dólares por tonelada. Desde febrero Chicago viene intentando “amesetarse”, aunque con dificultad.
El inicio de la cosecha sudamericana (55% de la mundial) es el lógico y principal argumento para dicho intento. Sin embargo, esa mayor oferta estacional no ha logrado cabalmente su objetivo. Chicago pareciera necesitar argumentos más fuertes para cambiar de tendencia.
Veamos. Tanto la cosecha de EE.UU. 2020/2021 como la sudamericana (al momento) definieron una oferta física previsible ex-ante. Además, comercialmente la plaza sojera se “bancó” un ritmo de ventas de soja en EE.UU. y Brasil absolutamente sin precedentes. En pocas semanas ambas naciones podrían ver agotados sus excedentes y la soja argentina (reacia a entregarse) quedaría “solita” en un partido más que interesante. Ello, pues del lado de la demanda no se visualizan actitudes que permitirían sospechar sobre una ralentización de la misma.
Mientras tanto, ya estamos ingresando en el tradicional “mercado climático” de todos los años. Se espera en EE.UU. un área de 73 millones de hectáreas distribuidas casi por partes iguales entre maíz (abril y mayo) y soja (mayo/junio). Como Chicago se mueve al compás del balance de oferta y demanda estadounidense y allí las ventanas de siembra son extremadamente estrictas, el avance de las tareas en tiempo y en forma será definitorio como pocas veces. En definitiva, volatilidad garantizada, sin dejar de mirar de reojo a China.
A propósito, y teniendo en cuenta la innegable voracidad china evidenciada en los últimos ocho meses, que ya no sólo se manifiesta en soja, sino también en maíz, sorgo y cebada, se nos ocurre que es tiempo de plantearse un interesante interrogante: ¿Realmente a China le conviene que los precios caigan? ¿No será al revés? Si China quiere más soja, más maíz, más sorgo y más cebada, tiene/debe “dar señal”. Para que los países en condiciones de aumentar el área destinada a agricultura y luego aumentar su producción (son muy, pero muy pocos) lo hagan, necesitan buenos precios.
Algunas reflexiones adicionales que pueden ayudar a argumentar una respuesta. China importa por año 100 millones de toneladas de soja (aproximadamente) que, a los precios actuales representan algo así como US$55.000 millones. Pues bien, ese monto sólo representa entre el 2 y el 3% del total de sus importaciones anuales. Una suba de la soja de 100 dólares por tonelada en Chicago le representa a China una erogación extra de US$10.000 millones. Ese número es literalmente “un vuelto” para el país con mayores reservas del universo (3,2 billones de dólares). China necesita que el mundo aumente la producción de granos y oleaginosas sí o sí.
“Te compro soja y te vendo computadoras y todo tipo de productos manufacturados”. ¿No será ese el razonamiento actual de Xi Jinping y de su politburó?
El autor es presidente de Nóvitas SA
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