Para Horacio Darré, de la localidad bonaerense de Alejandro Korn, la sequía fue el golpe final que lo obligó a tomar esa dura decisión
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“Soy un hombre grande, pero igual me largué a llorar”, confiesa Horacio Darré, que no pudo contener la emoción al ver partir el último camión con las 140 vacas de ordeñe de su tambo ubicado en la localidad bonaerense de Alejandro Korn. Después de más de 100 años de trayectoria, el productor, de 75 años, decidió cerrar las puertas del establecimiento que había fundado su abuelo y continuado las siguientes generaciones.
“Estoy grande y era difícil que mi familia siga, así que veníamos elaborando la idea de dar por finalizada la historia, pero la sequía fue el golpe que nos ayudó a tomar la decisión. Todas las semanas pensábamos que la siguiente iba a llover, pero el agua nunca llegó. No teníamos más pasto, pero a las vacas había que darles de comer”, cuenta el tambero.
En rigor, relata que tenían que comprar cinco rollos por día de $20.000 y alimento balanceado. “Era una locura, lo poco que sacábamos lo teníamos que volver a invertir, incluso había que poner plata de nuestros bolsillos. Era esperar a fundirse trabajando”, indica.
Darré relata que estaban “desesperados” porque los primeros días de marzo ya no sabían en qué potrero poner las vacas ante la falta de pasturas por las escalas precipitaciones. Fue así que el aumento de los costos de producción y los efectos de la sequía, llevaron al productor a, finalmente, tomar la decisión de concluir con la actividad del tambo.
El miércoles 8 de marzo, los animales dejaron el campo de 233 hectáreas, 100 propias y 133 arrendadas. En total, entre vacas, vaquillonas y terneras fueron 340 ejemplares.
Hace más de un siglo que la familia trabaja el establecimiento. Luego de que falleciera su abuelo y uno de sus tíos, los padres de Darré decidieron trasladarse al establecimiento para acompañar a su otro tío, que había quedado solo con un peón a cargo del tambo. “Mi padre, que trabajaba en un frigorífico, renunció y nos vinimos al campo. Yo no había llegado a cumplir los tres meses, así que para mí toda la vida fue esto”, dijo.
A costa de mucho sacrificio la familia logró comprar el campo. “Son muchos años de sacrificio. Los primeros años ordeñábamos a mano y a cielo abierto. La leche la sacábamos en el carro de mi papá. Todavía lo conservo, pero tengo que pensar en deshacerme de él, es muy difícil porque es parte de mi corazón”, dijo.
Luego de la muerte de sus padres, Darré quedó a cargo del campo junto a su hermano, quien luego falleció. Todos los días se levantaba a las 2.10 para prepararse antes de que llegaran dos empleados que tenía para empezar a trabajar. “Me cuesta dormir porque yo toda la vida viví de esto. Ahora tengo que volver al pueblo”, relata.
Para el productor, su historia se va a replicar en otros establecimientos lecheros. “Este año va a haber pocos granos, el alimento balanceado va a ser muy caro, pasto no hay, va a ser difícil hacer rollos. Por eso seguramente muchos otros tambos tengan que cerrar”, lamenta.
Por otro lado, reclamó: “La emergencia agropecuaria no sirve de nada porque es prorrogar el pago de un impuesto, siendo que después no tenés con qué pagar. Yo no pido que el Gobierno nos ayude, mientras no nos saquen ya estoy satisfecho”, dice.
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