En un video, Ana Clara Mera, que tenía un emprendimiento en el barrio porteño de Villa Urquiza, contó el desenlace en medio de un duro relato
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Hace tres meses, Ana Clara Mera, Poly, como le dicen los amigos, contaba su experiencia como emprendedora en la exposición Caminos y Sabores en el predio de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en el barrio de Palermo, y la odisea que llevaba adelante para mantener a flote una fábrica en Villa Urquiza. Esta vez, en un video que le mandó a sus parientes y conocidos, explicó que tuvo que despedir a los 27 empleados en medio de la crisis económica que atraviesa el país.
“Quiero contarles a todos que fundí. Me estoy volviendo a levantar, una vez más, con lo difícil que es en este país. Por suerte, tengo un oficio que con un horno y una lata se puede salir adelante, siempre y cuando uno tenga la capacidad. Es una situación difícil, porque tengo dos criaturas [de 8 y 4 años] que sostener”, relató la joven, de 29 años.
En julio pasado, le contó a LA NACION que venía de tres generaciones de panaderos tradicionales, y que de ahí había surgido su pasión por la panadería. Además, hace cuatro años utilizó un don heredado para ayudar a uno de sus hijos que padece problemas intestinales y se redireccionó a la movida sustentable, veggie y eco friendly. Motivada por el instinto materno fue que creó “Poly Artesanal”, una panadería biosustentable que expone en las ferias de Capital Federal y el Conurbano.
El emprendimiento surgió con propuestas inclusivas que apuntaban a todas aquellas personas que, por uno u otro motivo, no pueden consumir ciertos productos. “Estoy transitando una situación económica muy complicada, como todos en el país. Eso hizo que tenga que desistir de todos mis empleados y tener que trabajar sola. Por el momento solo me queda trabajar”, amplió y contó que comienza desde las 5 de la mañana a fermentar masa para elaborar los productos.
En su negocio, contó, con sus 27 empleados hacían focaccias, pan de maíz, pan integral con semillas, pan de espelta, cookies especiales carrot cake y trufas. Durante la exposición de Caminos y Sabores, hizo ahínco en el esfuerzo que tienen que realizar los pequeños empresarios en el país para poder sostener sus negocios en la Argentina. “Es muy difícil. ¡Muy! Una cosa es decirlo y otra cosa es convivir”, decía.
Además, explicó que, si bien estructuralmente todavía eran “muy chicos”, estaban creciendo bastante rápido, por lo que esto les permitía proyectar. Llegaron a facturar $4 millones en sus mejores meses trabajando en todas las ferias.
“Sinceramente, todo lo que facturé se terminó yendo en costos. Es duro todo y ahora estoy tratando de entender lo que pasé. Hace cuatro años que no voy de vacaciones o voy a un médico general, por ejemplo, me volqué al crecimiento laboral para sostener la empresa y a mi familia y al final me quedé hasta sin casa para mis hijos”, detalló.
“Paso todo el día produciendo, puedo compartir algunos momentos con mis hijos como el almuerzo o la cena. A las 11 de la noche me acuesto para poder producir todo lo que ustedes ven literalmente en las ferias a las que asistimos”, señaló en el video que dura poco más de dos minutos en el que cuenta el desenlace de la historia.
“Quiero que sepan que debido a la crisis que atraviesa el país y esto que no podemos sostener, sueldos de empleados, ponerlos en blanco, ART, y todo lo que corresponde, hace que yo tenga que trabajar sola. Por el momento va a seguir siendo así, no me dan los brazos para tener una producción con la calidad que a mí me gusta”, agregó.
“Tuve que bajarme de las fuentes de trabajo, que para mí eran las ferias, porque no las podía seguir sosteniendo. Todos los empleados que se fueron del trabajo, lo hicieron haciéndome juicio, amenazándome, de hecho tuve que poner cámaras”, agregó en diálogo con este medio.
“Estoy desesperada. Perdí todos mis ahorros. Hay empleados que trabajaron dos meses que quieren cobrar una indemnización, gente que trabajó 2 meses conmigo, proveedores que me bajaron harina que no se las pude pagar y ahora les debo. Tengo dos hijos que mantener. Hace dos meses que no puedo pagar el alquiler de mi casa, me tuve que ir de mi casa. Me quedé sin casa, mientras todos cobran, nosotros los que invertimos, y pusimos los ahorros de nuestra vida somos los que perdemos. Nadie levantó la mano de parte del Estado, la feria me dijo: te ayudamos, durante una semana no te cobramos o acá estamos. Nada. ¡Solo pido un espacio de trabajo digno y no andar con un carrito!”, detalló.
“Lo único que tengo de la empresa es el nombre, la capacidad y las ganas de trabajar. El registro es mío, porque alquilaba el edificio”, se lamentó.
Una bolsa de harina orgánica de 25 kilos con la que elabora parte de sus productos, dijo, tiene un costo de $5000. “Para ir a una feria a Parque Rivadavia y estar ahí pagaba aranceles entre 6 mil y 10 mil pesos por día, más los sueldos de los empleados, impuestos, seguros de vida y servicios como agua, luz y gas. Todo lo que significa tener un negocio. Por eso, hoy por hoy, me quedo sola trabajando con lo poco que puedo hacer, que son los pedidos que la gente me hace por privado, porque no quiero renegar con empleados”, cerró.
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