Ramiro Di Luzio, referente en hidroponía, produce en invernaderos que Larry Ellison, cofundador de la gigante tecnológica Oracle, tiene en el archipiélago
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Ramiro Di Luzio, o Rama, como le dicen todos, nació en Estados Unidos hace 33 años, pero se crio en la Argentina y estudió administración de empresas. Conoció la hidroponía a través de unos amigos que producían bajo invernadero en Brasil. En 2015, cuando trabajaba para una empresa que audita supermercados, le pidieron que los contactara porque querían hacer hidroponía en las terrazas. “Esa idea me dejó alucinado, fue una revelación”, dice. Tanto, que dejó su trabajo y comenzó un emprendimiento con su familia, Del Agua Venimos, que produjo los primeros cultivos hidropónicos libres de agroquímicos en Buenos Aires.
Sin ser ingeniero agrónomo se convirtió en un referente en hidroponía en el país, y ayudó a muchos a iniciarse en este sistema de producción vegetal. “Siempre me encantaron las plantas. Es un tema fascinante, se aprende todos los días”, dice, y se le nota.
Las vueltas de la vida estaban lejos de terminar ahí para él. A fin de 2019, cansado de la situación en la Argentina, decidió emigrar, aprovechando su ciudadanía estadounidense. “Pensé que, con mi conocimiento de hidroponía, tenía un potencial grande para llevar a otro lado y crecer profesionalmente”, relata.
Se decidió por Hawái. “Había hablado con personas que conocían y pensé que era un lugar para mí, sin saber mucho. Googleé ‘hydroponics hawaii’, y lo primero que apareció fue Sensei Farms, en la isla de Lanai, la empresa donde hoy trabajo”, recuerda. Hawái depende del continente en materia de frutas y verduras: “El 98% son importadas, porque los costos de importación son muy bajos: la palta es de México; el coco, de Tailandia”.
Sacó pasaje para el 27 de marzo de 2020, pero el avance de la pandemia de Covid-19 y las medidas que empezaban a tomar los países amenazaban sus planes. Decidido a irse, pero sin querer faltar al casamiento de unos amigos en el que era testigo, adelantó el pasaje todo lo que pudo. Justo: despegó el 18 de marzo, dos días antes de que la Argentina entrara en cuarentena, que sería una de las más largas del mundo. “Fue un lío poder llegar a Hawái, con las fronteras cerrándose”, recuerda.
Ya en la isla de Oahu, sin muchos ahorros, empezó a buscar trabajo: “El primero fue en Home Depot, empujando changuitos. Después conocí a un argentino interesado en hidroponía y armamos un proyecto, yo como consultor. Después tuve una opción de trabajar en un cultivo hidropónico, pero estaba muy al norte. Una vez que me instalé, y tuve teléfono, cuenta de banco, todo lo necesario, apliqué para trabajar en Sensei Farms. Fue un proceso largo”.
Lanai y el dueño de Oracle
La isla de Lanai tiene 364 km2, menos que dos ciudades de Buenos Aires. Es una de las ocho del archipiélago de Hawái. Tuvo la mayor plantación de piñas del mundo bajo la compañía Dole, y desde 2012 pertenece a Larry Ellison, cofundador de la gigante tecnológica Oracle y uno de los hombres más ricos del mundo.
Allí, tras la muerte de su amigo Steve Jobs, creador de Apple, Ellison fundó Sensei, un proyecto para hacer de Lanai una isla sustentable, promover el turismo, la vida sana y la economía, en sociedad con David Agus, amigo y médico de Jobs. Sensei incluía un hotel Four Season y una granja para abastecerlo, Sensei Farms.
“La granja fue pensada para producir de forma hidropónica, lo que permite tener más control y datos, que es algo que apasiona al propietario, y comenzó haciendo muchos cultivos como investigación y desarrollo (I+D)”, señala. Pero, en la pandemia, el costo de los alimentos se disparó, el negocio estaba creciendo rápidamente y Ellison percibió el potencial. “Hoy hay seis invernaderos de 1800 m2; cada uno es el doble de lo que teníamos en Buenos Aires”, dice Di Luzio
A diferencia del cultivo de plantas para I+D, que permite mucho ensayo y error, la hidroponía como negocio implica maximizar la producción por metro cuadrado y la producción total, y reducir los costos. “Aquí me di cuenta de que no hay manera de ser sostenibles sin ser económicamente sostenibles. Es un desafío muy grande. Hay que tener mucha más disciplina, ver cómo se hacen las cosas, controlar el riego, el clima…”, explica.
Dentro de la producción hidropónica, existen distintas tecnologías, como NFT, la más utilizada en el mundo para producir lechuga; Ebb & Flow (inundación y drenaje), muy versátil para muchos cultivos; y el riego por goteo, más apto para cultivos de ciclo más largo. “Sensei busca utilizar las tecnologías más apropiadas para cada cultivo”, sostiene.
“Es interesante cómo se fundó esta empresa y hacia dónde está yendo, y pude ser parte de esta transformación”, se entusiasma Di Luzio, que ingresó a la compañía con el cargo más bajo de operaciones, y hoy, con el cargo de operations grower, es responsable de las best growing conditions, es decir, la prescripción de lo que hay que hacer desde la semilla hasta la cosecha, según contó hace poco en un encuentro organizado por el grupo Antropoceno.
Crecimiento
Hoy, Sensei no solo abastece al hotel sino a todas las islas de Hawaii. Los clientes son en su mayoría supermercados. “La logística es complicada, así como mantener la cadena de frío. Los costos más grandes son la energía y la mano de obra, y el alquiler en caso de tenerlo. Hay un barco que viaja a la isla principal y luego distribuye”, indica. Además, la empresa realiza envíos aéreos para no depender de la isla principal y hacer entregas más direccionadas.
Para alcanzar la sustentabilidad económica, la empresa se fija un objetivo de producción por metro cuadrado por año. “El desafío es cómo traducirlo a lo que cosechás cada día. La prioridad es aumentar el rendimiento manejando la densidad, minimizando el ciclo y aumentando las cosechas por año en un tamaño razonable de plantas”, explica Di Luzio.
“También hay que buscar cultivos que tengan un precio de venta elevado, que permitan varias cosechas al año y que tengan una diferenciación en el mercado, además de un peso que lleve a nuestro punto de referencia por metro cuadrado. Por eso es muy importante tener la mayor cantidad de datos”, apunta.
“Hacer económicamente sostenible una producción limita la cantidad de productos que se pueden cultivar: es por eso que la mayoría hace lechuga, tomate, frutilla, pepino. Creo que poco a poco se irán incorporando nuevas variedades y cultivos, hay una curva de aprendizaje muy grande, y luego tomará tiempo hacerlo a gran escala”, afirma. De hecho, los cultivos de interior que dependen de la luz LED en las ciudades aún no pueden ser rentables.
Tecnología y datos
Partiendo de que el propósito de la hidroponía es cultivar plantas con mayor productividad y calidad utilizando menos recursos, Di Luzio dice que Sensei busca incorporar toda la tecnología y conocimientos disponibles para aplicar a la agricultura, siguiendo el ADN tecnológico de su creador. Incluso, apunta a desarrollar su propia tecnología, aprovechando la cercanía con ingenieros especializados en inteligencia artificial (IA) y robótica de otras empresas del grupo Oracle.
“Se explora la automatización de procesos, como los inventarios o el control de ambientes. A mí, que soy un apasionado de la tecnología, ser parte de esto me emociona mucho: tener datos como temperatura, humedad, intensidad de la luz, direcciones y velocidad del viento, entre otros, me ayuda a tomar mejores decisiones”, precisa.
La desventaja de la hidrotecnología es la dependencia energética, y Hawái depende de la energía fósil. “Tenemos paneles solares Tesla, pero las baterías no alcanzan para alimentar el 100% de los invernaderos. Hay un proyecto aprobado para que el 99% de la electricidad en Lanai sea solar, pero la implementación llevará varios años”, señala.
En cuanto a su propio futuro, Di Luzio parece estar lejos de ver un techo en la compañía de Ellison. “Arranco todos los días a las 5 de la mañana, trabajar con las plantas te alimenta. Es un paraíso poder vivir acá y trabajar de lo que me gusta. Sensei tiene también una granja en Canadá, once veces más grande, donde hacen lechuga, frutillas y melones, que se cosechan con robots, y sigue expandiéndose. Para mí significa oportunidades muy grandes, así como formar parte de discusiones sobre integración de nueva tecnología. Me siento muy afortunado, sobre todo de estar aprendiendo con herramientas de IA, robótica, incorporación de software, innovación, para tomar decisiones fundadas en datos”, destaca.
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