En el partido bonaerense de Rauch, a Hilario José Tapia, de 80 años, le entraron al campo que alquila y le faenaron los animales; aun no hay avances en la investigación
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“Me arruinaron, me arruinaron, me arruinaron”. Con bronca y un gran dolor que le golpeaba el pecho, el productor agropecuario Hilario José Tapia, de 80 años, repetía esas palabras una y otra vez a su hija Lina, luego de que le faenaran 12 terneros en el campo que arrienda en el partido bonaerense de Rauch.
Todo ocurrió entre el viernes por la noche y el sábado último por la madrugada, cuando al menos cuatro individuos ingresaron en uno o dos vehículos al establecimiento “La Pepa”, ubicado a unos 1000 metros de la ruta provincial 30 y a unos 10 kilómetros de la ciudad. Primero habrían roto la cadena con candado de la tranquera de entrada y luego se habrían dirigido a los diferentes lotes donde estaban los animales. Con armas de fuego, mataron a los 12 terneros de entre unos 150 a 200 kilos, que estaban prestos para ser vendidos por Tapia.
Después, con mucha tranquilidad, los degollaron, les sacaron las vísceras y las patas y manos, los cagaron en la caja de las camionetas y se fueron sin dejar rastros, al parecer. Como casi todos los días, ese sábado por la mañana, cuando Tapia, en compañía de un amigo, llegó al campo de 90 hectáreas que alquila, al ver huellas en el rocío y luego el revoloteo de chimangos ya imaginó que algo malo había sucedido.
“Toda la vida fue empleado rural, chacarero, productor agropecuario y, cuando se jubiló y se vino más cerca del pueblo, para aumentar la mínima que recibe y poder vivir siguió con esa tarea que era lo único que sabía hacer en su vida”, contó a LA NACION su hija Lina.
Lo más grave, describió, es que en junio pasado ya le habían entrado y le robaron las 14 ovejas que tenía para producir corderos para consumo propio y que las había comprado solo dos meses atrás. También en esa oportunidad los delincuentes entraron a la casa que no estaba habitada y se llevaron elementos y cosas del lugar.
“Con sus 80 años, mi padre va todos los días al campo, manejando su camioneta. Hace cinco años tuvo un infarto pero está bien. Ese sábado 28, a las 8 y media de la mañana fue con un amigo mayor también que le iba a ayudar a levantar unos alambres. Luego de encontrar las huellas del vehículo, llegaron al molino y vieron ese desastre. Fue el mismo modus operandi que cuando robaron las ovejas”, dijo.
“Son infinitos los delitos rurales que suceden en el partido y nunca se resuelve nada. Las había comprado para tener unos corderitos, pero se llevaron todas y solo le dejaron el carnero y unos corderitos sin sus madres”, añadió.
Antes de este último hecho tenía 80 vacunos de la raza Angus y ahora le quedan solo 68. Los terneros estaban destetados, marcados y señalizados para venderse la próxima semana. “Los carnearon a todos y dejaron tirados en el suelo las 12 cabezas, las 48 manos y patas y las 12 panzas”, detalló.
Dijo, además, que recién después de dos horas de estar en la comisaría le tomaron la denuncia y que antes de hacerlo el comisario ya había pasado información a los medios locales. “Nos tomaron el pelo durante dos horas para tomar la denuncia en la Patrulla Rural y, cuando aun no teníamos la denuncia en mano, el comisario ya había pasado todas las fotos, ya sabía quién era el fiscal y dijo que ya había venido al campo supuestamente policía científica, cosa que no había ocurrido. Esa es la indignación más grande todavía, porque en vez de dedicar a tomarnos la denuncia, lo que hicieron fue desparramar todo el hecho. Científica vino después, a las tres de la tarde”, remarcó la productora.
Según expresó, la policía científica le tomó el ADN solamente a cuatro animales y no se llevaron ni siquiera una cabeza para ver si podían sacar huellas: “Somos un pueblo de 14.000 habitantes y todos sabemos la profesión mala o buena de cada uno. Se sabe muy bien quiénes pueden haber sido pero desde las 10 de la mañana que estuvimos en la Patrulla Rural ni el fiscal ni nadie hicieron un allanamiento. Mi hermano me dijo el tiempo que lleva despostar 12 animales. Fue muy organizado porque lo hicieron un viernes a la noche, sabiendo que por delante era fin de semana y la Fiscalía no trabaja como corresponde. El objetivo de estos delincuentes era llevarse 24 asados porque mataron en tres potreros diferentes. Todo fue premeditado y organizado. Es una zona liberada, sin vecinos alrededor. Son 430.000 hectáreas en el partido y no hay móviles, no hay policía, pero lo tremendo es que solo estamos a 10 kilómetros de la ciudad. Es sorprendente que nadie vio nada, ni la patrulla que está la vera de la ruta antes de llegar al campo tampoco se dio cuenta de nada”.
Para Lina, la angustia ahora está en el destino que tenía la venta de esos animales. “Lo primero que pensé era que papá se iba a infartar de nuevo o se iba a pegar un tiro de la tristeza. Gracias a Dios no sucedió nada de eso y solo repetía ‘me arruinaron, me arruinaron, me arruinaron’. Pero, con esto que pasó mi padre no está en condiciones de seguir adelante con este proyecto. La otra vez lo había convencido de que vendiera todo, que solo con las vacas que tenía iba a tener un buen pasar por un tiempo, que después se iba a ver. Pero ahora con esto no es posible continuar”, dijo.
“La única preocupación ahora es que no le pase nada a mi viejo y tratar de juntar esta plata que tenía el fin de pagar en enero el próximo cuatrimestre de alquiler y comprarse un audífono que le salía $3 millones. Ahora tenemos que ver urgente de dónde sacamos esa plata para el arrendamiento; además comprarle los seis remedios que toma. Luego veremos el tema de su audífono”, finalizó.
Si bien recibieron el apoyo de los vecinos, para los Tapia “lamentablemente ninguna institución, ni el municipio ni la entidad ruralista se mostraron cercanos a la familia”.
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