Las prácticas de manejo intensificadas ayudan a reducir la brecha real con la potencial
La degradación de nuestros suelos fue un proceso que se dio durante gran parte de la historia reciente. Así, los niveles de materia orgánica descendieron junto con los de nutrientes. Hoy el mundo demanda cada vez más alimentos y el manejo intensivo de la fertilización es uno de los elementos a considerar para mejorar de manera sostenida y sustentable la producción. La intensificación agrícola sustentable combina dos estrategias complementarias, por un lado la implementación de prácticas individuales a nivel de cultivo y por otro el hecho de aumentar la cantidad de cultivos por campaña.
La combinación de ambas estrategias lleva a una mejora en la producción de los sistemas y las estrategias se complementan al aportar recursos energéticos y funcionales a través del ciclado y actividad de los suelos además de una mayor captación de nutrientes. Adicionalmente se logra una promoción de la actividad biológica y otros procesos ligados a la nutrición, sanidad y crecimiento de las plantas.
En promedio para la zona núcleo, los fertilizantes explican un promedio de entre el 30 y el 40% de los rindes máximos alcanzables de soja y trigo respectivamente. Sin embargo, mientras se fertiliza el 80% del área de trigo en soja este nivel desciende a un 57%.
La decisión de los productores de fertilizar responde en mayor medida a la existencia de limitaciones en los suelos que al aspecto de la nutrición y la reposición de nutrientes. Así, en soja, las mayores frecuencias de fertilización coinciden con los suelos con mayores limitaciones, aunque la dosis muestra una mayor correlación con la expectativa productiva o los rindes alcanzables.
Analizando las estrategias de fertilización se encuentra que los sistemas de producción que únicamente se basan en la suficiencia de los nutrientes que necesita el cultivo conducen en el largo plazo a rendimientos de entre 5 y10% inferiores al alcanzable debido al riesgo que implica no lograr respuestas rentables en años donde el rinde alcanzable aumenta debido a las mejores condiciones.
Las estrategias de reposición y enriquecimiento compensan la extracción a la vez que no limitan los rendimientos y los maximizan. En un ensayo en Gral. Villegas, Provincia de Buenos Aires, bajo una secuencia típica de trigo, soja, maíz y girasol, la mejora en la producción de granos es de unos 341 kg/ha con esta estrategia.
Asimismo, encarar estrategias de fertilización mejorada con mayores dosis de nutrientes permite aumentar los rendimientos hasta un 20% en trigo y de un 14% en cebada, maíz y soja. Cabe destacar que en las últimas campañas la respuesta fue mayor en todos los casos debido a que mientras los planteos mejorados aumentaban la producción, los manejos del productor vieron afectada la productividad debido a la menor adopción de tecnología del periodo 2011-2015.
La nutrición como un todo
La nutrición del sistema productivo involucra a dos partes estrechamente vinculadas. Por un lado la componente energética del suelo a partir del ciclado de carbono que en los sistemas agrícolas actuales se asocia a la intensificación dada por la máxima producción de los cultivos y del tiempo con el suelo cubierto. Por otro lado, la nutrición mineral de los cultivos procurando no limitar nunca al sistema en cuanto a la provisión de nutrientes.
La adopción de prácticas de manejo intensificadas en estrategias de fertilización de maíz, soja y trigo permitiría disminuir la brecha de rendimiento entre un 20 a 30% de los rindes actuales. Particularmente la respuesta estaría dada por una mejora sensible en la eficiencia en el uso de los recursos disponibles tales como el agua y la radiación solar. Esta mejora está en coincidencia con la expectativa de respuesta de los productores y tiene una sobrada justificación agronómica.
El autor integra el comité técnico de Fertilizar AC
Un paso obligado en la agricultura de hoy
Lejos quedaron las creencias de que "en la Argentina no es necesario fertilizar". Lamentablemente los suelos sufrieron una degradación física y química que los llevaron a que actualmente sean muy escasos los lotes donde no se encuentra respuesta a la fertilización. Estudios como el de Hernán Sainz Rosas, del INTA, revelan cómo se agudizó la perdida de materia orgánica -un 24% en promedio- y de nutrientes disponibles en toda la región pampeana.
Desde macronutrientes como el fósforo hasta micronutrientes como el boro y el zinc hoy están en falta. Cabe destacar que si el objetivo es lograr una agricultura sustentable que satisfaga las necesidades productivas actuales, es indispensable la tecnología de la fertilización. De otra manera se estarían resignado rendimientos y calidad y deteriorando nuestro gran capital que es el suelo, en el corto y mediano plazo. La evidencia de esta necesidad es tal que desde planteos de corto plazo, que trabajan bajo monocultivo sojero, hasta rotaciones intensificadas con nutrición balanceada NPS muestran respuesta a la fertilización y en todos los casos se comprueba como el ambiente responde y acompaña a la aplicación de nutrientes tanto desde el punto de vista químico, físico y biológico.
Aquí no termina el desafío: diversos estudios en el ámbito público y privado están avanzando en el conocimiento del sistema de manera de lograr ampliar las herramientas para mejorar nuestros suelos y seguir creciendo en materia de productividad.
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