"Soy el malo de la película, pero a la vez me piden aportar más. Con la sequía que encima hay, no me dan un estímulo para sembrar". Esa frase, dicha por un ruralista del interior bonaerense que esta semana hablaba con sus pares sobre el aumento de las retenciones, deja al descubierto el multi impacto del incremento de los derechos de exportación: desazón porque se rompió una promesa del presidente Alberto Fernández de buscar el diálogo para consensuar medidas, decepción porque otra vez el campo quedó primero en la fila para la suba de la carga tributaria, enojo cristalizado en las asambleas y paro que, por ejemplo, realizaron productores del norte, y preocupación por cómo quedan los números para producir.
Todo esto se mezcló en la semana con otro elemento: una sensación de cansancio porque en otros niveles del Estado, tanto en el ámbito nacional, provincial como municipal, no se hace una reducción de gastos y sí se va por la salida más simple de aumentar más la carga sobre los ya contribuyen.
Esta semana, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, dijo que el sector había tenido, tras las devaluaciones del gobierno anterior, una "rentabilidad extraordinaria". Un concepto que ve al productor solo como si fuera una fuente inagotable de recursos.
"Ninguna de esas medidas apuntan a reducir el gasto del Estado nacional en cualquiera de sus formas, ni siquiera pusieron algo para maquillar el golpazo en la frente que muchos sectores productivos sentirán después que se les dijo que iban a ?ponerlos de pie'. Todas las acciones apuntan a subir la presión fiscal para los que ya pagan. Habrá menos producción, menos inversión, más empresas con problemas financieros, desaparición de productores, menos empleo, más mercado informal y algunas cosas más", analizó el consultor Teo Zorraquín, de Zorraquín + Meneses.
Para Zorraquín, el combo de las medidas del Gobierno, que se completan con un dólar turista 30% más caro, la proyección de un aumento en las cargas patronales en los salarios y la vuelta de retenciones diferenciales para industrializar, terminan formando parte de una "solidaridad compulsiva".
Si bien es posible que las medidas de retenciones este año tengan un impacto moderado porque gran parte de la cosecha (más del 40%) ya se vendió, los efectos se irán haciendo sentir. Zorraquín enumera, entre otros: "Es muy posible que los valores de los arrendamientos tiendan a bajar porque no habrá rentabilidad suficiente para sostenerlos, sobre todo lejos de los puertos. Sin embargo, los propietarios de la tierra estarán presionados por un aumento del impuesto a los Bienes Personales y seguramente también del impuesto inmobiliario, las tasas viales y los ingresos brutos. Una pelea que garantiza un perder-perder", indicó.
Alejandro Meneses, integrante de la consultora con Zorraquín, consideró que, mientras el Gobierno dice que las retenciones "son las mismas que Macri", detrás de ellas en realidad hay un piso para incrementarlas. "Las de Macri eran un techo para bajar, estas son un piso para subir. Queda claro que la alícuota de las retenciones es calculada en función a la recaudación necesaria para el refinanciamiento de deuda. Quizá el número no tiene en cuenta lo ya vendido y la seca que se está dando en la gruesa. Es bastante posible que el número (de recaudación) no alcance y este número (de tasa de retenciones) es el piso", apuntó.
Según un informe que realizó Néstor Roulet, productor, con la suba de las retenciones el Gobierno le sacará al campo US$2000 millones extra en soja, maíz y trigo. Para la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el incremento de los derechos de exportación ya dispuesto llevará en 2020/2021 a una caída de 520.000 hectáreas en el área sembrada (217.000 menos en cereales y 303.000 de merma en oleaginosas).
Diego Pasi, de AZ Group, trazó un escenario sobre cómo quedarán los márgenes netos (costos directos menos arrendamiento). Evaluó varias zonas con rindes promedio de los últimos cinco años en tierras alquiladas. En soja, en Río IV, el margen neto es negativo en 15 dólares por hectárea con una retención del 30% y ese número se amplía a 37 dólares negativo con una tasa del 33 por ciento. En el oeste bonaerense, con 30% el margen neto da positivo apenas 6 dólares por hectárea y cae a terreno negativo en 13 dólares con una alícuota del 33 por ciento.
En la zona Mar y Sierras del sudeste bonaerense, en la oleaginosa con 30% de retenciones el margen neto es de 26 dólares por hectárea y se reduce a 14 dólares con 33 por ciento. En tanto, en el norte bonaerense se obtiene un margen neto de 60 dólares con una tasa del 30%, pero se achica a 40 dólares con el 33 por ciento. "Los 40 dólares por hectárea (en el norte bonaerense) es muy poco para lo que hay que arriesgar. Con la sequía que hay, con una mínima caída en los rindes los números pasan a terreno negativo", señaló Passi.
El experto también hizo los cálculos para el maíz. En Río IV, los márgenes netos ya dan negativos en 2 dólares por hectárea con un 12% de retenciones y caen todavía más, a 12 dólares por hectárea, con un 15%. Para el oeste bonaerense, el maíz tiene 2 dólares en rojo con 12% de derechos y 7 dólares en contra con 15 por ciento. En Mar y Sierras, en maíz con 12% el margen neto es de 46 dólares por hectárea y se reduce a US$30 con 15% de alícuota. Por otra parte, en el norte bonaerense el margen neto se achica de 60 a 23 dólares por hectárea con una alícuota que trepa del 12 al 15 por ciento.
"El ingreso baja sensiblemente", señaló Gustavo Oliverio, de la Fundación Producir Conservando. Para el experto, a futuro "o baja el valor de la tierra (arrendamiento) o no cierra el negocio". Oliverio, no obstante, cree que si hay una mejora de los precios ante un entendimiento entre China y los Estados Unidos podría llegar a licuarse "un poquito" el efecto del impuesto a la exportación.
"Lo que más me preocupa, independientemente de la pérdida de rentabilidad, es que no está claro qué vamos a hacer con el sector agropecuario agroindustrial, cuáles son los incentivos. Es (ahora) plantear necesito la plata, dame la plata", indicó.
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