En cualquier escenario económico que se plantea en estos días para los próximos meses, la necesidad de aumentar las exportaciones se resalta con mayor nitidez. Y el agro, como generador de más del 60% de las divisas por ventas externas de bienes del país, es la actividad que tiene mejores posibilidades de responder a ese protagonismo. Lo que no parece tan claro es que actúen en consecuencia quienes deben hacer que las cosas funcionen para que esa presunción se concrete.
Las autoridades económicas actúan con una manta corta: destapan un lado cuando quieren tapar otro. Es lo que pasa con las restricciones al acceso de divisas que fija el Banco Central que están dificultando las importaciones imprescindibles para producir. Lo advirtió primero una encuesta publicada por LA NACION de la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (CIAFA) que arrojó como resultado que el 60% de las empresas del sector consultadas no podía asumir los pagos de las deudas contraídas con sus proveedores, debido a las restricciones cambiarias, y el "20% de las empresas asociadas" veían peligrar su continuidad para los próximos meses. Cuando faltan pocas semanas para el comienzo de la campaña de granos gruesos, que representa el principal flujo para el ingreso de divisas del agro, la posibilidad de que no haya insumos para la protección y cuidado de los cultivos no es un dato alentador precisamente.
"Hay una restricción de principios activos", advirtió el economista de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Matías Lestani. "Eso puede derivar en la utilización de paquetes tecnológicos menos intensivos", añadió. Esta restricción monetaria coincide con la prolongación de las condiciones de sequía que ya está afectando al trigo y amenaza a la siembra temprana de maíz.
Al respecto, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires dijo en su informe pre-campaña de maíz para el ciclo 20/21, que el área sembrada con el cereal se reduciría en 100.000 hectáreas respecto del ciclo pasado, entre otras razones, por la falta de lluvias. Una cosa es que el clima haga de las suyas, como siempre ocurre, y otra es que por una decisión de política económica se castigue a quienes producen.
Aunque el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, haya dicho que no iban a faltar dólares para la producción, las restricciones al mercado de divisas están causando preocupación en quienes, precisamente, más hacen para generarlas.
El otro contrasentido que se está observando en estos días es el del poder omnímodo que se autoconfieren los gobiernos provinciales con el argumento de que tienen que frenar el coronavirus. Lestani cuenta que en varias localidades de La Pampa ya se cancelaron alquileres de campos para la próxima campaña gruesa porque las autoridades provinciales no dejan pasar a productores del oeste bonaerense que quieren ir a trabajar al territorio pampeano. "Se va a dejar de hacer girasol en muchos lotes de La Pampa", dice.
Pese a que la actividad agropecuaria fue decretada como esencial desde el primer día en que el Gobierno dispuso el aislamiento obligatorio y que las autoridades sanitarias han elaborado protocolos con medidas de cuidado para quienes tengan que circular, las autoridades provinciales creen que pueden ir más allá de la ley y del sentido común. Es lo que también ocurre en San Luis, donde se han construidos verdaderos muros para impedir el paso de personas y mercaderías. Esto provocó una causa judicial de productores y transportistas de Río Cuarto que ahora está en un limbo jurisdiccional.
Productores que alquilan campos en otras provincias o contratistas que tienen organizadas sus tareas por diferentes localidades deben pensar dos veces antes de subirse a la camioneta.
La incertidumbre se traslada al plano económico. Eso se refleja en la brecha entre la cotización del dólar oficial y el blue y otras variantes del billete. "Comenzaron a haber minidevaluaciones semanales que están acortando la brecha, pero lo que se observa es que los productores tratan de calzar el precio de los granos con los insumos estratégicos", explica el consultor Ernesto Ambrosetti. "También se recurre al canje porque no tributa IVA", añade. Para el especialista, la elevada emisión monetaria provoca inflación y refuerza la incertidumbre sobre la cotización del dólar. Además de asegurarse los insumos, el productor elige guardarse los granos y venderlos de acuerdo con las necesidades de gasto, explica Ambrosetti. Las dificultades para acceder al crédito, también son una limitante para la expansión.
Un programa que estabilice la economía y genere confianza sería el camino virtuoso para que el agro sea la actividad que aporte los dólares necesarios para que el país vuelva a crecer.
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