En la región pampeana, las variadas condiciones de manejo de cultivos y en particular de su nutrición conducen a resultados productivos dispersos, que limitan la valorización de los aportes de la aplicación de fertilizantes.
Es ampliamente reconocido el aporte de la adecuada nutrición a la producción de los cultivos, como indican los resultados de las 1200 entrevistas a productores agrícolas realizadas por Fertilizar AC. En promedio, los productores esperan que la nutrición no limitante a partir de los aportes por fertilización explique entre 29 y 39% de los rendimientos máximos alcanzables del cultivo de maíz.
Sin embargo, a pesar de estas expectativas de brechas en los rendimientos, y de que el área fertilizada en el cultivo supera el 80% del total, las dosis medias de fertilizantes aplicados muestran que los aportes de nutrientes son inferiores a las cantidades extraídas en la producción de granos. Nitrógeno (N) y fósforo (P) son los elementos mayormente aplicados y, en menor magnitud, azufre (S), en mezclas con alguno de aquellos.
El impacto de este manejo nutricional se observa en los niveles de concentración de nutrientes en los tejidos foliares del cultivo. En la última campaña de maíz, desde Fertilizar AC analizamos más de 80 casos. El 54% presentó niveles insuficientes de N, el 56% de P y el 65% de S. Estos resultados reflejan que, para la producción de maíz, tanto en fechas de siembra tempranas como demoradas, el ajuste de las dosis de fertilización de acuerdo con las expectativas de crecimiento y producción es un punto central a revisar.
Con el objetivo de determinar cómo afectan a la productividad del maíz las estrategias de nutrición, en Fertilizar AC desarrollamos una red de experimentación en lotes de la región pampeana, y comparamos las estrategias actuales de los productores agrícolas con dos propuestas de mejora en la nutrición. Una, que definimos como fertilización recomendada, se propone determinar las dosis de fertilizantes en función del diagnóstico de disponibilidad de nutrientes con un análisis de suelo como base; la segunda estrategia consiste en definir las dosis para una fertilización balanceada, incorporando N, P, S y Zinc (Z), en base al diagnóstico del suelo complementado con la demanda de nutrientes basada en expectativas de alto rendimiento.
Luego de tres campañas, el maíz tuvo mejoras de 30% en los rendimientos, que fueron de 7752 a 9846 kg/ha, en promedio. En el maíz de segunda fecha de siembra, las mejoras fueron superiores, con valores de 2520 a 6520 kg/ha entre los diferentes manejos de nutrición.
Las brechas de rendimiento entre el manejo actual y las estrategias de fertilización recomendadas fueron de 514 kg/ha: un 4% de pérdida de producción. Al comparar el manejo actual con estrategias de alta producción, las brechas alcanzan 2095 kg/ha, equivalente a pérdidas de 16% por los desajustes en la nutrición.
Estos resultados sugieren que gran parte de las brechas actuales de rindes en la región pampeana está asociada a desajustes en la nutrición con NPS, cuando las dosis de fertilización no son acordes a los resultados de análisis de suelos y a las expectativas de rendimientos. Si bien su importancia para el manejo eficiente de recomendaciones de fertilización es reconocida, la caracterización de suelos en los sitios productivos aún es escasa.
El autor integra Fertilizar AC
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