En Salta, donde se produce el mayor volumen, calculan un rinde de apenas 30% del promedio; prevén un impacto en el empleo
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CÓRDOBA.- La sequía está haciendo estragos también en las economías regionales. En Salta, donde se produce el 70% de las bananas argentinas, la caída esperada es entre 60% y 70% y lo más problemático es que el daño sobre la planta es de mediano plazo. Los productores indican a LA NACION que no habrá un “efecto directo” sobre el precio para el consumidor porque está ingresando “mucho volumen” importado. El otro golpe es al empleo: con escasas tareas, se trabaja a media máquina.
Fernando Ortiz, produce en Colonia Santa Rosa (Orán, Salta) hortalizas en invierno y, entre noviembre y marzo, bananas, mango y maracuyá. De las 120 hectáreas de bananos, la baja del rinde es del 70%: “Llevamos dos años consecutivos sin agua, es histórico en los últimos 50 años lo que está pasando”.
Explica, además, que en verano el banano arma la masa verde para “pasar el invierno” por lo que “el daño no es solo lo productivo; hay un daño que hará el invierno más complicado”.
“El precio no está afectado directamente porque hay mucha importación de Brasil, Bolivia y Paraguay -añade-. Ya le hemos planteado al Gobierno que a los importadores de materia prima les dan todas las ventajas y cuando los productores queremos importar insumos, no podemos”.
Las dos zonas productivas de bananas son Salta y Formosa, aunque lo que se hace en el país apenas cubre el 10% del consumo interno. Ortiz sostiene que vienen insistiendo que hay que desarrollar el sector ya que los productores más chicos desaparecen por falta de rentabilidad.
“Queremos participar más; nos hace falta un impulso como créditos o cupo a la importación porque ellos tienen costos más bajos -subraya-. Nosotros somos eficientes pero con una carga impositiva bestial y trabas, es imposible. Si no nos incentivan, que no nos restrinjan. Esto mismo se lo he dicho a los funcionarios”, dice.
Juan José Ortega, tiene cultivos extensivos en Pichanal, en el noreste de Salta, (poroto, soja, maíz) y cuenta a este diario que la “esperanza” está en el poroto que se empieza a sembrar a partir del 20 de febrero. “Nos queda un margen; deberíamos tener agua acumulada en el perfil y estamos en cero. Cuando en diciembre caen 100 milímetros permite hacer una cobertura natural, pero eso no existe”, sostiene. En su caso, solo sembró el 25% de la soja y nada de maíz porque no están dadas las condiciones.
Además, Ortega es asesor de campos de cítricos y bananas. Caratula el panorama como “muy complejo”. Describe que en los cítricos se hace riego por goteo, suplementario, “de dos o tres milímetros por día cuando se requieren 10 ó 12 por las temperaturas que hay; si hubiera perfil sería otra situación, pero no está”.
En el caso de los bananos, el riego es superficial, pero la humedad es insuficiente. “Estamos en 25% a 30% y debería ser del 65% o como mínimo del 50%. El detrimento es ahora y también de un año para adelante. Estamos trabajando tomando decisiones minuto a minuto y jugándonos para ver si salen”, explica.
“El golpe a la economía local es muy grande -enfatiza-. Como no hay tareas, la gente está trabajando al mínimo. Por cada productor hay decenas de familia dependientes a las que se le complica el día a día”.
Sebastián Romero ratifica que en la banana “el daño está hecho”, e informa: “perdimos alrededor del 70%; las plantas se van formando estresada y la producción a futuro será menor”. Él también produce hortalizas, cultivo para el que “queda más tiempo, pero sino llueve también habrá daños; en la campaña pasada por la seca ya hubo más plagas, más virus”.
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