Atrasar la siembra desde la primavera al inicio del verano representa uno de los hitos productivos más revolucionarios en la historia maicera del país. Aproximadamente seis millones de hectáreas son sembradas cada año en la Argentina. Más del 50% corresponden a maíz tardío.
Esto permitió la expansión del cultivo hacia regiones marginales y la estabilización de los rendimientos obtenidos. Pero ¿cuál es secreto de la siembra tardía? Ubicar el período crítico del cultivo (PC) en un ambiente menos azaroso y, en general, con mayor oferta hídrica. El PC es una fase dentro del ciclo del maíz (30 días centrados en floración) donde cualquier evento estresante impacta negativa e irreversiblemente en los kilogramos cosechados.
Sin embargo, subir los pisos de rendimiento implica, en muchos casos, bajar sus techos ya que la radiación incidente (otro insumo clave) disminuye al mover el PC desde diciembre/enero (siembra temprana) hacia fines del verano (siembra tardía). Este escenario impone condiciones ambientales particulares para el crecimiento y desarrollo del maíz que requieren un manejo genotípico, agronómico y sanitario específico.
Aspectos clave para la elección exitosa de un híbrido de maíz tardío:
Adaptación al ambiente: cada híbrido recomendado debe maximizar la eficiencia en el uso de los recursos. En nuestro caso atraviesan un proceso exhaustivo de selección, adaptación y recomendación desde estadios precomerciales que maximizan las chances de éxito.
Insectos: la presión de insectos aumenta notablemente debido a las mayores temperaturas durante la fase vegetativa del cultivo. La biotecnología permitió la expansión de la siembra tardía resolviendo el problema del barrenador del tallo (Diatraea saccharalis). A la lista principal, se suman la isoca cogollera (Spodoptera frugiperda) y de la espiga (Helicoverpazea).
Enfermedades: así como para los insectos, las condiciones ambientales del maíz tardío estimulan la proliferación de enfermedades como el tizón foliar (Exserohilum turcicum). El secado de los granos durante el invierno (alta humedad relativa, baja temperatura) favorece las podredumbres de tallo y espiga, afectando las cañas y la calidad nutricional del grano, respectivamente.
Agronomía: la menor irradiancia durante el llenado de granos (otoño) hace a esta etapa más dependiente de la removilización de azucares, almacenados previamente en los tallos. Este debilitamiento de las cañas puede predisponer al quebrado bajo la influencia del viento y/o tormentas intensas.
Elegir un híbrido posicionado con un correcto balance entre perfil agronómico y sanitario resulta fundamental.
El autor es ingeniero agrónomo y Líder de Desarrollo de Producto en Maíz para NK.
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