La campaña que está terminando es, para el maíz, la segunda en orden de importancia de la historia argentina. Enfrentando el temor, en plena pandemia, quienes trabajan en esta cadena han logrado cosechar y enviar el cereal a sus respectivos destinos, gracias al rapidísimo armado de protocolos sanitarios y la reorganización de operaciones y logística.
El complejo maicero, el más federal de la Argentina, es clave para el país: da sustento a las cadenas de carnes bovina, aviar y porcina, y a la láctea, además de a varios insumos alimenticios y biocombustibles. El año pasado, todo este conjunto aumentó sus exportaciones más de 37% respecto de 2018, lo que significa siete veces más que las exportaciones totales de la Argentina (5,4%). Esos despachos, destinados a 150 países, generaron más de 10.600 millones de dólares, casi el 16% de todas las divisas por exportaciones del país, de acuerdo con el Indec.
La nueva campaña se muestra promisoria en cuanto a intención de siembra, aunque tendrá la particularidad de arrancar en el marco de la pandemia. Así y todo, el sector hará lo que sabe y se enorgullece de hacer todos los años: sembrar, cosechar y agregar valor en cada etapa.
Desde Maizar creemos que hoy más que nunca debemos estar unidos como Nación, trabajando todos por el bien común. Debemos canalizar nuestra mayor energía en resolver los problemas diarios y planificar el futuro desarrollo en un país que tendrá muy altos índices de pobreza, en vez de malgastarla defendiéndonos de planteos estériles y poco conducentes. Y reafirmamos los principios que nos rigen desde nuestra fundación: respeto a la Constitución, a la división de poderes, a la propiedad privada, y que el único camino para resolver conflictos es la Justicia.
Vemos con gran preocupación y condenamos los frecuentes hechos delictivos contra el sector, con matanzas de ganado, quema de campos y roturas de silobolsas. La violencia nunca es el camino. Y en estos casos, además de bienes, se destruyen alimentos, cuando hay gente que pasa hambre.
Necesitamos también seguridad jurídica; los cambios repentinos de reglas de juego deben quedar atrás, porque nadie invierte cuando no sabe si las premisas sobre las que planificó el retorno de su inversión pueden cambiar radicalmente. Es fundamental dar certezas, ser previsibles, porque necesitamos en forma urgente capitales, tanto locales como extranjeros.
En este sentido, consideramos muy importante llegar a un acuerdo en la negociación de la deuda externa, para que la Argentina se mantenga dentro de los países con capacidad de acceder a créditos internacionales y locales que apalanquen el futuro crecimiento.
Para crecer y desarrollarse, el sector precisa que se revea la pesada carga impositiva de los que cumplen, y que se combata fuertemente la evasión fiscal y el trabajo informal. Controlar la inflación y unificar los diferentes tipos de cambio, tener una mejor infraestructura y logística, mayor conectividad, permitirá ser más competitivos y así generar más transformación, más puestos de trabajo y divisas por exportación.
Existe también otro tipo de medidas específicas que permitirán atraer nuevas inversiones: una nueva ley de biocombustibles, que incorpore un mayor porcentaje de etanol en las naftas y así aumente la industrialización nacional de manera ambientalmente sostenible; una ley de fertilizantes que contribuya a mejorar el sistema productivo y a reducir las brechas entre los rendimientos reales y los potenciales, y una moderna ley de semillas, que reconozca el manejo del conocimiento aplicado al mejoramiento genético.
Decisiones de inversión
Necesitamos invertir más en tecnología, en maquinaria, en capacidad productiva; promover los mercados de futuros, herramientas de cobertura con seguros y derivados climáticos; una moderna ley de emergencia agropecuaria; premiar con incentivos las buenas prácticas agropecuarias.
Las dificultades e incertidumbres que señalamos no solo dañan la competitividad del sector, sino que también generan parálisis a la hora de adoptar decisiones de inversión a largo plazo. No podemos y no debemos darles esas ventajas a nuestros competidores.
Desde Maizar confiamos, como siempre, en mantener y mejorar la relación público-privada, ya que del diálogo sincero hemos hecho un culto y entendemos que es la única manera de lograr entendimientos en beneficio de todos. Como siempre, acompañaremos en lo que coincidimos y daremos nuestra mirada crítica en lo que disentimos.
El autor es presidente de la Asociación Maíz y Sorgo (Maizar)
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