Las consultas sobre carruajes van en una huella que indefectiblemente en algún momento llegan al Luis María Loza quién lleva muchos años dedicados a ellos. En sus inicios pudo asimilar los conocimientos del ingeniero Alberto Martín Labiano, quién fuera un apasionado de los temas ecuestres, profundo conocedor de la cultura rural argentina y asiduo colaborador de esta sección.
Por el año 1986 la firma Javier Sebasti y Cia organiza su primer gran remate de Carruajes en el Club Hípico Argentino. Luis María Loza debió, como integrante de la firma, buscar, seleccionar y catalogar los carruajes para la exposición. A partir de ese remate y dado el éxito alcanzado se realizaron remates exclusivamente de carruajes de manera mensual. Además de participar en la firma mencionada, en 1994 comienza a colaborar con “Casa Saráchaga” en la selección y catalogación de los remates anuales, y desde 2004 se desempeña en “Arandú Atalajes” único negocio de venta de Carruajes en la ciudad de Buenos Aires.
A fin de tomar dimensión de la tarea desarrollada por Loza, se puede mencionar los 1500 carruajes catalogados y los artículos publicados en diferentes medios de comunicación. Además, dada la experiencia, adquirida por Loza, fue convocado como jurado en la Sociedad Rural Argentina, en concursos en San Antonio de Areco y en Chascomús. Y participó también como jurado en Chile y Brasil. Ha sido reconocido con el premio Santos Vega 2005 y 2007, distinguido en el Museo Las Lilas de San Antonio de Areco y en el Congreso Gaucho en la Cámara de Diputados.
La publicación de su libro “Carruajes en la Argentina” de 2012 es una obra que se distingue como referencial en su temática, siendo única en su tipo en nuestro país. En 2001 Labiano le escribió a Loza, sobre el proyecto del libro, lo siguiente: “Comparto la idea de que un libro de carruajes hace falta. Estoy seguro de que en este momento nadie tiene más derecho ni más autoridad para hacerlo que vos, por tu experiencia y dedicación”.
Su conocimiento y disposición lo llevó a ser consultado por museos, municipios o particulares en cada exposición, desfile o compra de carruajes. Además, a raíz de las consultas fue preciso contactar a quienes pudieran repararlos y equiparlos con las guarniciones correspondientes, lo que permitió rescatar restauradores y talabarteros.
Un caso para resaltar es el comentado por Loza en el Chasque surero en 2013, allí explica cuando fue convocado por el Jockey Club para restaurar una calesa de gala, tarea que fue desarrollada con éxito en los talleres del señor Carlos de Cabo. Este carruaje fue el utilizado por el conde Alexandre Walewski en su visita al país en 1847. Según me relató el investigador Oscar De Masi, el conde se alojó por indicación de Juan Manuel de Rosas en la casa de Esteban Adrogué, la mejor de Buenos Aires en aquel tiempo; y el dueño de casa puso a disposición un cochero francés de nombre Francois, como deferencia para con los visitantes.
La presidente del Club Argentino de Carruajes Adela Bancalari, manifestó: “Cuando nos referimos a Luis Maria Loza lo primero que destaco es que es un gran amigo, un colaborador, siempre dispuesto a ayudar y participar en todo lo que realiza el CAC. Él es un enamorado del tema de los carruajes, contagia su entusiasmo; así como también es un estudioso incansable que sabe escuchar con humildad las opiniones de otros conocedores. El Club de Carruajes ha realizado visitas a distintos museos de coches y Loza siempre presente clasificando y ordenando los coches por su categoría o valor. Es una persona de consulta, con su palabra justa y sus modos tranquilos y educados. En todas las presentaciones, fiestas o simples atadas y paseos por nuestros lindos caminos de campo disfrutamos de su compañía y alegre camaradería.”
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