La campaña gruesa está a pleno. La siembra y el control de malezas son cosas cotidianas. Seguramente habrá nostalgias de cuando el glifosato simplificaba y abarataba costos. Hoy es diferente. Nuevamente necesitamos mezclas de herbicidas para tener lotes limpios.
Las malezas son la limitante biológica más importante de la productividad de los cultivos, con pérdidas de rinde cercanas al 43 por ciento. La Argentina simplificó su control básicamente a través del uso de herbicidas. La rápida adopción de cultivos resistentes a estos insumos produjo dependencia, principalmente al glifosato. Su uso repetido condujo a que se registren 24 casos de malezas resistentes, de los cuales 16 son al glifosato.
El control de malezas exige una mirada integral. El cultivo de cobertura (CC) es una tecnología que mantiene la productividad del sistema y reduce las poblaciones de malezas a densidades relativamente bajas, restringiendo su impacto negativo. Intervienen a través de diferentes mecanismos. Previenen la emergencia, crecimiento, desarrollo y producción de semillas por la competencia por el agua, los nutrientes y la luz. Afectan la germinación y emergencia porque atenúan las señales ambientales necesarias para que las semillas pierdan su dormancia. Interfieren físicamente en la emergencia y liberan compuestos que inhiben el crecimiento de las malezas.
Las especies utilizadas son: centeno, raigrás, avena, triticale, cebada, vicia entre otras. Todas inciden en la dinámica de malezas. Este fenómeno ocurre cuando el ciclo de crecimiento de los CC coincide con el crecimiento de éstas. Así, los CC en pie afectan las condiciones de radiación, reducen la relación roja/rojo lejano (R/RL), disminuyen la amplitud térmica del suelo, compiten por agua y nutrientes y liberan compuestos alelopáticos que afectan a las malezas otoño-invernales.
Una vez finalizado el ciclo, los residuos en superficie también son capaces de afectar el crecimiento de las malezas primavero-estivales. Pueden inhibir la germinación atenuando las señales ambientales; ejercer una barrera física sobre la emergencia y también en este caso liberar compuestos alelopáticos. La habilidad para suprimir la emergencia y el crecimiento está relacionada con la cantidad de rastrojo. Se estima que entre 2000 a 4000 kg por hectárea de materia seca de residuos de centeno pueden afectar el establecimiento de las malezas y a su vez no comprometer al cultivo siguiente.
La naturaleza del residuo y el tipo de maleza presente en el banco de semillas, es otro aspecto a considerar. La mayoría de las malezas no leguminosas, como Yuyo colorado (Amaranthus hybridus), son sensibles a la falta de nitrógeno (N), por lo que la reducción de los niveles de N inorgánico del suelo, a través de centeno por ejemplo, podría ser una estrategia para disminuir la competencia en rotaciones soja/CC/soja. Contrariamente, los residuos de vicia podrían favorecer la emergencia de estas malezas por la retención de la humedad en el suelo y liberación de N.
Otro mecanismo son los compuestos alelopáticos. Centeno, avena y vicia son de los cultivos con mayor producción de estos productos. Si bien se trata de efectos de bajo impacto, con una duración no mayor a los 15 días del secado de los cultivos, pueden suprimir o retardar la emergencia de malezas.
Es habitual finalizar el ciclo de los CC con control químico. Una alternativa es el rolado, que permite reducir las dosis y aplicaciones de herbicidas, resultando interesante en áreas con restricción de aplicaciones de fitosanitarios (por ejemplo: zonas periurbanas). Es aplicable tanto a cultivos de cobertura de gramíneas como leguminosas.
Muchos planifican la siembra de cultivos de cobertura con anticipación. El control sustentable de malezas no descarta el uso de herbicidas sino que favorece su empleo racional. La simplificación del uso de herbicidas condujo a los problemas actuales donde se perdió en buena medida la tecnología RR.
Los cultivos de cobertura ofrecen múltiples servicios, el control de malezas es uno de ellos, está disponible y debemos implementarlo para lograr un modelo productivo de menor impacto ambiental y menos dependiente del uso de productos químicos.
El autor integra la EEA INTA General Villegas y el Conicet
Horacio Martín Lobos
LA NACIONTemas
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