Muchos adoptaron esquemas defensivos para tratar de reducir riesgos con herramientas de manejo como la diversificación de fechas de siembra, el control de los macronutrientes del suelo y la siembra de precisión, entre otras medidas
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La mayor parte de las sojas de primera de la zona núcleo se encuentran ya emergidas, con productores vigilando que no aparezcan ataques de isoca bolillera u otros insectos que puedan reducir las poblaciones de plantas logradas. En la mayoría de los casos, los agricultores adoptaron esquemas defensivos en la planificación de sus cultivos para tratar de reducir riesgos en una campaña que no tiene definiciones nítidas, por ahora, sobre el marco climático estival. En esa decisión también influyen los márgenes ajustados que se proyectan para la campaña 2024/25, que no permiten cometer errores en la producción ni en la comercialización de la soja.
El esquema defensivo tiene como protagonista principal la diversificación de las fechas de siembra y de floración y la utilización de variedades con distintos grupos de madurez para sortear periodos de bajas precipitaciones. El planteo también incluye asegurar la calidad de la semilla y la disponibilidad de macro y micro nutrientes del suelo. Así, un asesor de productores de Rufino está recomendando variedades del grupo 4.0 a 4.2 para los ciclos cortos y de 4.6 a 4.7 para ciclos intermedios.
La nutrición del cultivo cobra cada vez más gravitación en la soja y el técnico aconseja, además de controlar los macronutrientes del suelo, hacer análisis de micronutrientes, como calcio, azufre, zinc y boro. Estos están comenzando a limitar los rendimientos y muestran respuesta a la fertilización si se detectan niveles inferiores a los umbrales.
El tercer instrumento incluido en el paquete defensivo es la siembra de precisión en función de los distintos ambientes de cada lote. Este ítem incluye densidades de siembra y fertilización óptimas en los mejores sectores y bajas en los peores. También incorpora distintas distancias entre líneas y entre plantas de acuerdo al rinde potencial y a las malezas presentes en cada sector del lote. Se procura, en síntesis, que cada planta emergida pueda aprovechar toda la lluvia que reciba.
Otras herramientas que comienzan a tomar un lugar en el cultivo son los productos biológicos. Hay de distintas clases: los que ayudan a la formación de nódulos simbióticos, los que liberan el fósforo para las raíces; los que aportan micronutrientes y los que ayudan a la recuperación de la canopia luego de un evento adverso como una granizada.
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