A quienes tuvimos la suerte de pasar por la universidad y recibir algún curso de economía, se nos enseñó que los factores de la producción eran cuatro: tierra, trabajo, capital y tecnología y que ha sido a partir de ellos que la sociedad se ha valido para abastecerse de los bienes y servicios necesarios para vivir.
También comprendimos fácilmente que el peso de cada uno de ellos era diferente para cada actor de la sociedad o para el tipo de bien o servicio a producir. Además, hemos podido apreciar el cambio relativo en el peso de estos factores a lo largo de la historia. La tecnología, por ejemplo, cada vez ha sido más relevante. Comparemos para la Edad Media y la actualidad su peso relativo con el de la tierra.
Más acá en el tiempo, se podría decir algo similar de una empresa de comunicación. Es fácil apreciar el crecimiento en la importancia de la tecnología en detrimento del trabajo y el capital. Llegado a este punto, es válido preguntarse: ¿cuál es factor de producción más relevante en las empresas de tecnología? No pensemos solo en los cuatro gigantes de Silicon Valley. Pensemos en una empresa de comunicaciones o de marketing. ¿Es posible explicar el éxito de las empresas innovadoras sólo a partir del uso de estos 4 factores mencionados al inicio? ¿En cuál de ellos se debería incluir a los datos?
Tal vez debería redefinirse si no hay un quinto factor de producción: los datos. Seguramente su irrupción sea la divisoria de aguas entre la nueva economía y la vieja. Por lo tanto, reconocer la importancia de los datos y aprender a gestionarlos se transforma en un factor de competitividad tan relevante como lo fue con los otros cuatro.
La RAE define "dato" como "información sobre algo concreto que permite su conocimiento exacto o sirve para deducir las consecuencias derivadas de un hecho".
Datos ha habido siempre. La posición de las estrellas era un dato que utilizado por los navegantes para ubicarse. La diferencia es que hace algunos años la tecnología ha permitido generar y administrar una cantidad de datos como nunca antes. Para orientarnos, contamos con decenas de miles de antenas a las que nos conectamos con millones de celulares, generando además otra inmensa masa de datos, que podrán ser de utilidad para otros fines.
El proceso de "digitalización" nos permite entonces generar datos, "información sobre algo concreto", solo que en lugar de registrar esa información en español o inglés, se lo hace en un lenguaje de 2 dígitos: 1 y 0. Además de generar ese dato, también hizo posible recolectarlo, almacenarlo, analizarlo y transformarlo.
Entonces, solo aquellos que son capaces de recolectar el "dato" generado por uno o miles de celulares de personas que están en sus vehículos, almacenarlos hasta poder analizarlos y descubrir su utilidad, para luego devolverlos transformados en un mapa con las calles coloreadas en función del flujo del tránsito podrán desarrollar un Google Map. Y como agrega valor, millones lo vuelven a utilizar retroalimentando el sistema, ofreciendo más y más datos para recolectar, almacenar, analizar y transformar en nuevas soluciones.
¿Cuántos datos se generan en el campo? Antes de pensar cuántos más se podrían generar, es imprescindible pensar: ¿cuántos de los que se generan son recolectado y almacenados? Sin este paso, no hay modo de continuar con el proceso.
El desarrollo de la capacidad empresarial sobre la gestión de los datos es clave por dos razones. La primera es que sin dudas es posible ser mucho más eficientes en el manejo de los recursos (tierra, insumos y tiempo). Esto debe ser fácil de comprender. El segundo punto no tal vez no esté en nuestra naturaleza, pero en esta nueva época es clave: es el relacionamiento con el consumidor. El consumidor moderno de alimentos le exige a las empresas cada vez más información vinculada al impacto del bien por consumir en su salud y en el medio ambiente.
Esta información llegará a partir de datos, los que deberán haber sido generados, recolectados, almacenados, analizados y transformados, en cada eslabón de la cadena. Cadena de la cual la producción primaria también es parte.
Este cambio que se plantea nos desafía tanto o más que la coyuntura local. Si seguimos sosteniendo el sueño de ser el supermercado del mundo, tendremos que prepararnos para gestionar este quinto factor de la producción.
Primero, darnos cuenta de la importancia que esto reviste. Segundo, preparar a nuestros equipos y diseñar los procesos adecuados para que podamos alinear nuestros esfuerzos al cumplimiento del propósito que nos planteemos. A partir de esto, podremos sacar el máximo provecho de las tecnologías que existen y de las que vendrán.
Se podrá decir que nadie va a morir si no incorpora todo esto, ya que de todas maneras el mundo va a demandar alimentos. Es probable, pero sin dudas, en el mejor de los casos nos hará perder relevancia. Y eso es una forma de morir en cuotas.
El autor es CEO y cofundador de Club AgTech
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