El tratado de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea (UE) tiene el potencial de producir profundos cambios en la organización económica de nuestro país. El sector agropecuario y agroindustrial está llamado a ser un participante destacado en este proceso. La reducción de aranceles y de restricciones cuantitativas a la importación, si bien variable y sujeta a plazos diversos, abre un horizonte optimista para nuestro sector agroexportador. Los detalles del acuerdo surgirán como resultante de un proceso político, donde los diversos actores intentarán lograr un resultado favorable para su sector. En relación a este punto, ¿qué tendencias pueden observarse en la política agropecuaria de la UE y cómo impactarán sobre el acuerdo UE-Mercosur? ¿Cómo se corresponden estas tendencias con lo que ocurre en el sector agropecuario de Argentina?
La Política Agropecuaria Común (PAC) de la UE ha experimentado en las últimas décadas cambios que pueden ser, en parte, uno de los factores que han ayudado, o no han frenado, el acuerdo logrado. En particular, los apoyos totales al sector agropecuario en la UE pasaron de representar 2.5% del Producto Bruto en el período 1986/88, a 0.5% en 2015/17. En el mismo período el porcentaje de apoyos sobre los ingresos totales de los agricultores se redujo del 40 al 20%. Esto es, sin duda, un cambio de enorme magnitud en lo referente de la capacidad del sector agropecuario europeo de lograr transferencias a su favor. Asimismo, a fines de la década del 80 el 75% de los apoyos al sector agropecuario provenía directamente de los consumidores, que pagaban mayores precios que los internacionales. En el 2015/17 este valor se redujo a algo menos de 20%, siendo el 80% restante resultado de transferencias fiscales directas. Una parte importante de estas transferencias no está atada a producción, sino a superficie del predio, condición del agricultor y cumplimiento de objetivos ambientales. Así, el agricultor europeo se ha transformado parcialmente en un "administrador de recursos naturales" mas que en un productor puro.
Un informe reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestra que, en promedio, para el agricultor europeo la relación entre el precio interno y el precio internacional de los productos descendió, desde valores cercanos a 1.7 en 1986/88, a 1.1 en la actualidad. Es decir, los precios internos se han acercado en forma paulatina a los internacionales. No obstante esta reducción general, los apoyos vía precios, medidos en términos de porcentaje del valor de la producción, son altamente variables entre producciones, con transferencias elevadas para trigo, arroz, azúcar, y carne vacuna, aviar y porcina.
Imposición fiscal
En contraste, la agricultura argentina presenta una fuerte imposición fiscal que reduce los ingresos de los productores. De acuerdo con la OCDE en el período 2016/18 el porcentaje de reducción de los ingresos brutos de los productores fue del 15% en promedio, con una fuerte concentración en el complejo exportador de soja. Resulta claro que una disminución de la presión fiscal general, y de la imposición a las exportaciones agropecuarias en particular, es imperiosa para reducir esta brecha de 20% de apoyo positivo en UE versus 15% negativo en Argentina. Por otra parte, en la agricultura argentina los apoyos de "servicios generales" (I&D, sanidad animal, infraestructura, desarrollo de mercados) son relatívamente bajos, mientras que en la UE estos representan aproximadamente el 12% de los apoyos totales. Por ejemplo, en 2017 estos apoyos ascendieron a unos US$ 10580 millones, de los cuales más del 60% fueron asignados a I&D, 10% a servicios de inspección y 20% a desarrollo de infraestructura del sector. Si bien nuestro país puede imitar a la UE en lo relativo a incrementar los apoyos a estos servicios generales (en especial, I&D), nada se resuelve con "gastar mas": la eficiencia con la cual se gasta es tal vez mas importante que el volúmen absoluto del mismo.
En síntesis, una parte considerable de las trabas que frenan nuestra producción son de origen interno y no el resultante de falta de acceso a mercados internacionales. La economía política de la política agropecuaria de Argentina sugiere que, paradójicamente, mejoras de acceso a mercados que aumentan los precios recibidos por los productores pueden tener como consecuencia la tentación del poder político de buscar rentas e incrementar, en lugar de reducir, la presión impositiva y las trabas que recaen actualmente sobre el sector. Si este fuera el caso, el acuerdo Mercosur-UE tendrá un impacto considerablemente menor al potencial.
Los autores son profesor de la Maestría en Agronegocios, de la Ucema, y director de la Maestría en Agronegocios, Ucema e investigador INTA, respectivamente. Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la Ucema
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