Reconocidos mundialmente por sus diseños textiles, en la Patagonia encararon un ambicioso proyecto forestal de largo plazo. Apuntan a duplicar las 8500 hectáreas forestadas actualmente y a producir madera de alta calidad
Suele oírse que el grupo Benetton es uno de los mayores terratenientes de la Argentina. No se conoce, en cambio, que es el que más árboles plantó en la Patagonia, pese a que arrancó con esta actividad apenas compró en el país Compañía de Tierras Sud Argentino (CTSA), hace un cuarto de siglo.
Plantar árboles está lejos del corazón del negocio de CTSA, que es la producción de lana y carne ovina y vacuna. Pero esos bosques que implantó ya superan las 8.600 hectáreas, una superficie mayor que la de Mar del Plata. Y el año pasado le valieron el premio a la Excelencia Agropecuaria al Mejor Forestador, organizado por LA NACION y el Banco Galicia.
El objetivo de la empresa es prácticamente duplicar la actual superficie y luego mantenerla estable en 16.000 hectáreas, casi las dimensiones de Rosario, cortando y plantando en la misma proporción. Pero para el primer corte comercial relevante faltan unos 18 años, porque en esas tierras marginales, a la inversa de la Mesopotamia, el crecimiento de los árboles extrema sus demoras. Eso sí, cuando llegue el momento, darán madera de mucho mejor calidad que la del NEA, más apta para fibra celulosa.
¿Por qué Benetton se metió en esto? Diego Perazzo, vicepresidente de CTSA, dice que enero de 1992, cuando él ingresó a la compañía que el grupo italiano acababa de comprarles a las familias locales Paz, Menéndez y Ochoa, hizo un relevamiento de las tierras junto con el administrador de entonces, Carlos Vívoli. "Encontramos un sector totalmente improductivo, de unas 3.000 hectáreas, que ni siquiera estaba alambrado. Como había subsidios nacionales para implantación de bosques, y provinciales para poda y raleo, se nos ocurrió forestar en esas tierras. Y los Benetton, que son grandes emprendedores y le dan mucha importancia a la sustentabilidad y al medio ambiente, estuvieron de acuerdo. Ese mismo invierno plantamos 200 hectáreas, con plantines que trajimos de Chile", cuenta.
A fuerza de Pino Ponderosa
Ponderosa no solo es el nombre del rancho de la vieja serie Bonanza, sino también -y de ahí el nombre del rancho- el de una especie conífera muy extendida en el Lejano Oeste norteamericano. Que es también el pino que mejor se desarrolla en esa zona de la Patagonia, por su adaptación al clima y al suelo irregular. En el caso de CTSA, los pinos ponderosa conforman el 95% de sus forestaciones, aunque siguen haciendo ensayos con pinos murrayana y oregón, entre otros, que además aportan biodiversidad.
Las plantaciones del grupo se encuentran entre las localidades de El Maitén y Epuyén, 30 kilómetros al sur del paralelo 42, que divide políticamente Río Negro y Chubut. Se trata de una zona ecotonal, es decir, de transición entre dos sistemas ecológicos: el bosque andino patagónico y la estepa patagónica. Allí, cada año, de entre los campos erosionados o no aptos para la producción forrajera, la empresa elige unas 380 hectáreas en las zonas más aptas para forestación, para plantarlas entre mayo y junio.
"Los árboles precisan de 400 milímetros de lluvia anual para arriba. Desde Leleque y El Maitén hacia el Este el agua disminuye, así que tenemos que plantar hacia el Oeste. Y buscar suelos de materia suelta, con buen drenaje, porque aquí no se hace preparación previa", explica Ronald Mac Donald, administrador de las estancias Leleque, El Maitén y Pilcañeu.
En esos suelos magros en materia orgánica y con mucha piedra bocha, siempre en riesgo de volarse por el viento constante y con un clima que promedia en el año 9 C°, con un mínimo de -20 C° en invierno y un máximo de 35 C° en verano, los pinos ponderosa tardan entre 40 y 50 años en permitir un corte comercial. "No nos intimidan estos tiempos. Leleque tiene 104 años. La consistencia genética de nuestros rodeos se logró en 50 a 60 años. Y antes requirió implantación de alambrados, construcción de chacras, mucha preparación", dice Mac Donald.
Como buen administrador en un lugar de naturaleza adversa, Mac Donald tiene las cuentas afinadas. Las hectáreas plantadas por CTSA son al momento 8.662. En las plantaciones se llevan invertidos u$s 2,4 millones y en el mantenimiento u$s 4,2 millones, mientras que los subsidios permitieron recuperar u$s 2,6 millones. Y la valuación de los bosques implantados por la empresa al día de hoy, al precio actual de la madera prorrateado por los distintos estadios de crecimiento de los árboles -es decir, si se talara todo como está-, sería de u$s 17 millones. Ahí donde no había ni pasto para las ovejas.
"La compañía considera muy importante este proyecto en el mediano y largo plazo, ya que en su momento va a generar un buen flujo de ingresos, y con gran cantidad de mano de obra de alta, media y baja calificación. Por eso se decidió mantenerlo pese a las trabas de los últimos años", dice Perazzo.
Entre esas trabas, se cuentan unos u$s 750.000 que el Gobierno le adeuda en subsidios correspondientes a 2013, 2014 y 2015. La ley 25080/98, de Inversiones para Bosques Cultivados, promovió muchas forestaciones que ahora, con la falta de pago acumulada, se suspendieron. "Se hace cuesta arriba, muchos emprendimientos forestales más chicos en estas zonas han desistido. Nosotros estamos plantando por debajo de lo estipulado, ya que no puedo sacar recursos de la oveja y de la vaca. Si los subsidios se pagaran en tiempo y forma se plantaría mucho más y podríamos emplear mucha más gente", dice Mac Donald, con esperanza de que la nueva administración actualice y agilice los pagos.
Para el manejo de los bosques, la compañía tiene 12 empleados permanentes divididos en dos cuadrillas, que se incrementa con personas contratadas en las épocas en que no dan abasto. Ellos llevan a cabo los trabajos de selección de lugares para forestar, de poda y raleo de 1.200 hectáreas anuales, de triturado de residuos, y de control y prevención de incendios, además de control de plagas y mantenimiento de alambrados eléctricos.
Que el bosque no tape el pasto
Toda la actividad forestal está a cargo del técnico forestal Juan Chuquer, y cuenta con el asesoramiento externo del ingeniero forestal Renato Sbrancia, de la Universidad Nacional del Comahue.
La demanda de los emprendimientos forestales y particularmente la de CTSA provocó que se instalara un vivero en la zona de El Pedregoso, que desde hace tres años incorporó semillas mejoradas del Inta Trevelín. Al principio, plantaban en filas separadas por tres metros, con tres metros también entre pino y pino, en parte por los requerimientos de la ley y en parte porque la supervivencia de los plantines era menor, encima, en esos suelos tan irregulares.
Por otro lado, al crecer, los árboles competían entre sí por los recursos naturales, y dejaban pasar poca luz, con lo que no podían prosperar los pastizales. No solo aumentó el rendimiento, sino que además, al pasar más la luz del sol y crecer más el pasto, pudo hacerse cría silvopastoril de ovinos. Cuando el árbol tiene 10 a 12 años, los ovinos ya no pueden dañarlo.
En Leleque ya tienen entre 4500 a 5000 hectáreas silvopastoriles.
Trabajar para el largo plazo
Ronald Mac Donald
Administrador Estancias
"Los pinos tardan de 40 a 50 años en permitir un corte comercial. Estamos acostumbrados. La genética de nuestros rodeos se logró en 50 a 60 años."
Diego Perazzo
Vicepresidente
"La compañía considera muy importante este proyecto, ya que va a generar un buen flujo de ingresos, con gran cantidad de mano de obra. Por eso lo mantuvo pese a las trabas de los últimos años"
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