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La decisión del Gobierno de cerrar las exportaciones de carne vacuna por 30 días puso a este emblemático producto para los argentinos en el centro de escena. Y, detrás de esa medida, se abrió un amplio debate sobre el trasfondo que busca el presidente Alberto Fernández: bajar el precio. ¿Es la exportación la que presiona sobre los valores pagados por el consumidor? ¿Está cara la carne? ¿Cómo le fue al país cuando prohibió las ventas al exterior con Néstor Kirchner y luego avanzó en una cuotificación? ¿Qué consecuencias tiene hoy un cepo como el aplicado?
Según un trabajo de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), con datos de 2018, la cadena generaba 422.306 puestos de trabajo, incluyendo los sectores primario, industrial, comercialización y transporte. Sin la comercialización, la cifra involucra a 344.707 trabajadores. Además, existen unos 224.257 establecimientos productivos y 398 frigoríficos distribuidos a lo largo del territorio.
A la cadena de la carne se la considera una actividad “netamente federal”, ya que se desarrolla en todas las provincias y en todo tipo de campos, por lo que no solo genera empleo y actividad económica sino que, sobre todo, genera arraigo.
“Donde hay una vaca debe haber alguien que la cuide, donde hay cuidadores hay familias, niños, escuelas, centros de salud, caminos, proveedores de alimentos, alambradores, molineros, albañiles, plomeros, pintores, electricistas, poceros, carpinteros, veterinarios, transportistas, mercados donde comercializar, corrales de engorde con más personal, frigoríficos”, destaca un trabajo de la Fundación Pensar focalizado en el agro.
“Hay grandes regiones de nuestro país en las que solamente se puede hacer ganadería por las características de suelos y pastos. Sin esta actividad, esas regiones serían grandes desiertos despoblados”, añade el informe.
Lo que se produce y queda para el consumo local de carne en la Argentina es mucho más que lo que se exporta. El año pasado, según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), el país produjo 3.168.472 toneladas res con hueso. De eso, exportó 900.699 toneladas, un 28,4%. Es una actividad que está permitiendo el ingreso de unos US$3000 millones más allá de las fluctuaciones de precios en los últimos tiempos.
“Nos alcanza para abastecernos y a la vez para exportar. El cierre de las exportaciones es lo opuesto a lo que necesitamos para salir adelante. El problema de la Argentina no es la carne sino que los argentinos no podemos pagarla. Venimos perdiendo poder adquisitivo desde el 2018, como consecuencia de la caída de la economía, la inflación y la devaluación”, remarca David Miazzo, economista de FADA.
Nos alcanza para abastecernos y a la vez para exportar. El cierre de las exportaciones es lo opuesto a lo que necesitamos para salir adelante.
Para Miazzo, el freno a las exportaciones de carne vacuna no bajará la inflación. “La inflación no se origina en el precio de la carne, se origina en la emisión monetaria. No solo sube el precio de la carne, suben todos los productos y servicios de la economía. No tenemos un problema de precios, tenemos un problema de moneda, cada vez se necesitan más pesos para comprar la misma cantidad de carne, nafta o tomates”, plantea.
En un informe, FADA reveló que en el precio de la carne hay un 28% de impuestos. A modo de ejemplo, en un corte de $800 en góndola, más de $200 se los lleva el Estado en tributos, que se van agregando a medida que la mercadería atraviesa los distintos eslabones de la cadena.
¿Se va la mejor carne al mundo y no queda en la Argentina? Para Francisco Ravetti, analista ganadero de AZ-Group, la mayor parte de la carne que se exporta es de una calidad menor que no demanda el consumidor argentino promedio. China, que compra el 75% de la carne que se exporta, la elige para comerla en cubos o con cocciones largas y sopas.
“Dos cortes muy demandados por los importadores del gigante asiático son el garrón y el brazuelo, y otros del cuarto delantero de menor relevancia en la dieta de los argentinos”, afirma Ravetti.
“El 25% restante [de las exportaciones totales] está compuesto por compras de Israel, la Unión Europea (UE), Chile y Rusia. De los cuatro, solo la UE lleva cortes de muy alta calidad, que representan nada más que el 8% de nuestros embarques. Los principales cortes que se consumen en nuestro país son el asado de tira, vacío, matambre, entraña, achuras, bola de lomo y nalga para milanesas”, precisa.
Solo la UE lleva cortes de muy alta calidad.
El precio: otro mito
En este contexto, otro mito que se cae es que a mayor exportación habría mayor presión sobre el valor local. De acuerdo al experto de Az Group, en los años en que las exportaciones fueron mínimas, de 2011 a 2016, los precios de la carne fueron superiores a los de los años de exportaciones récord de carne vacuna, como fueron los años 2019 y 2020.
Sin la variable de la exportación incidiendo, está claro que el problema del precio de la carne está en la fuerte caída del poder adquisitivo y en la inflación que no es controlada.
Por ello, hoy el consumo interno está en el menor registro en 100 años. En abril pasado se ubicó en 48,2 kilos por habitante año, según un informe actualizado de Ciccra, una merma del 5,3% versus igual mes de 2020.
“La disminución de la demanda interna de carne vacuna y la mayor demanda de carnes alternativas es por la enorme retracción del poder adquisitivo de las familias y el mayor nivel de desocupación de los últimos tres años”, señala Miguel Schiariti, presidente de esa cámara.
Si se hace un paralelismo con la cantidad de kilos de carne vacuna que puede comprar un salario promedio, de un estudio de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) se desprende que hoy se compra menos carne que en 2006.
En la actualidad, con un sueldo promedio se adquieren unos 180 kilos de carne, cuando hace 15 años en promedio se adquirían casi 250 kilos.
Al margen de la realidad argentina, vale la pena mirar lo que pasa con los precios en otros países. Ravetti señala, en este punto, que en Francia el lomo cuesta 32 euros por kilo (3680$/kg si se considera el dólar oficial); el bife angosto, 21 a 29 euros por kilo (2415 a 3335$/kg), y churrascos, 10 euros por kilo (1150$/kg). En España, un chuletón de vaca madurado cuesta entre 21 y 29 euros y un solomillo vacuno, 32 euros por kilo.
Recetas del pasado
En este contexto, y con la prohibición para exportar en curso, es oportuno preguntarse si dieron resultados las medidas restrictivas que el kirchnerismo ya aplicó con Néstor Kirchner primero y luego con Cristina Fernández, con cierres para vender al exterior y cupos. La historia muestra que no hubo resultados positivos.
Ezequiel de Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA), recordó cómo entre 2006 y 2015 medidas idénticas fracasaron de manera elocuente y llevaron a que se perdiera en el stock bovino unas 10 millones de cabezas. En la actualidad, el país tiene un rodeo de 54,4 millones de cabezas.
“En 10 años, con el proceso de liquidación de vientres, la Argentina perdió activos ganaderos por un valor de U$S30.700 millones. Esto es el valor efectivo de la caída anual de animales del stock, respecto de lo que teníamos al inicio en 2008. Además desaparecieron 27.000 productores, más de 100 frigoríficos y 18.000 empleados directos se quedaron fuera de la actividad”, dice el experto de la Rural.
Desaparecieron 27.000 productores, más de 100 frigoríficos y 18.000 empleados directos se quedaron fuera de la actividad.
En este sentido, todos en el sector destacan la necesidad de no volver a generar daño en una actividad federal, que genera, empleo y divisas. Luis Miguel Etchevehere, exministro de Agricultura e integrante de la Fundación Pensar, marca que la carne involucra el trabajo de hombres y mujeres en todas las provincias, “generando arraigo y actividad económica en todos los rincones del país”.
“Nuestra carne es producto de una cadena formada por actores diversos que con gran profesionalismo y eficiencia día a día aportan su talento para satisfacer a los consumidores más exigentes. Hay muchas cosas por las que nuestro país es conocido a nivel mundial, una de ellas es sin dudas nuestra carne. Tenemos que cuidar esa distinción bien ganada siendo proveedores confiables”, concluye.
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