De una estancia de Asunción salieron los vacunos que se reprodujeron velozmente en la llanura pampeana
Según el historiador paraguayo Efrain Cardozo, la primera estancia en el Río de la Plata se levantó sobre tierras entregadas a Diego de Tovaldina, venido con don Pedro de Mendoza a fundar Buenos Aires y luego trasladado a Asunción con la despoblación de Buenos Aires. Se le otorgaron tierras sobre el río Paraguay, a poca distancia de Asunción en un paraje conocido por los indios como Arecayá.
Le otorgaron indios de labor y así logró iniciar lo que se pensaba una gran hacienda llamada Ibyti-Miri, pero sin ganado, pues éste no había llegado aún a Asunción.
Esperando las reses que no llegaban, prefirió ir a poblar tierras del Alto Perú en búsqueda del oro y la plata, que era el afán de los españoles en ese tiempo. Allí lo sorprendió la muerte y no dejó herederos. Años después, el nuevo Adelantado Ortiz de Zárate se hizo responsable de introducir ganado desde el Alto Perú.
La palabra estancia aparece por primera vez en La Española, actual Santo Domingo, en el Caribe, para designar tierras de labor o de cría de ganado en importantes dimensiones, las extensiones menores se llamaron "caballerías".
El término estancia no se extendió al resto de América, pero echó raíces en el Río de la Plata . Se cree que estancia deviene de estarse, poblar, llevar gente, animales. Y se llamaban "suertes" de estancia pues los lotes se sacaban a la suerte entre los fundadores de pueblos.
Las parcelas menores destinadas al cultivo de cereales u hortalizas se llamaban Chacras término quechua venido del Perú.
Tanto creció el ganado de Ibyti-Miri que de ella y de otras estancias salieron los ganados para la segunda y definitiva fundación de Buenos Aires, y para poblar la gran llanura pampeana; tareas que se hicieron bajo custodia de Hernandarias, yerno de Juan de Garay.
En 1598, Hernandarias, el primer estanciero criollo, llegó al gobierno del Paraguay que incluía a Buenos Aires, la Banda Oriental y el litoral. El es el que "siembra" ganados en Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Concepción del Bermejo, Buenos Aires y la Banda Oriental.
En los 50 años que mediaron entre las dos fundaciones de Buenos Aires se produjo en el campo la reproducción del ganado que dada su libertad se hizo salvaje e inmanejable. Hacía peligrar las poblaciones rurales, las sementeras y las huertas; esto llevó a que cundiera la ociosidad de los paisanos; no podían cultivar con el cuidado y la diligencia que se requería, y además la comida siempre estaba a mano, así de fácil era carnear una vaca, esto dice el padre Tomás Falkner en su libro " Descripción de la Patagonia". Años después se daría el "permiso de vaquería" que autorizaba a matar animales salvajes con la única condición de retornar el cuero. De esta abundancia de las primeras estancias argentinas devino nuestra característica como país: fuimos, somos y seremos un gran país ganadero.
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