El secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, puso otra vez el dedo en la llaga. Su advertencia de que podrían aumentar las retenciones de los productos agropecuarios como parte de la política antiinflacionaria tensó la cuerda con el campo. Nuevamente el Gobierno, o al menos una de sus corrientes, expresa que está dispuesto a aplicar viejas recetas que demostraron su fracaso.
En momentos en los que el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, procura mantener puentes con la producción agroindustrial, las declaraciones de Feletti van en sentido contrario. Aunque Domínguez diga que se lleva bien con Feletti es evidente que las declaraciones del secretario de Comercio Interior ponen en contradicción la estrategia del ministro de Agricultura. No fue casualidad qué Domínguez, en la Exposición y Feria de Ganado Mayor de la Sociedad Rural de Lago Argentino, en Santa Cruz, dijera que los productores no son formadores de precios. Hubo un límite.
La visión de Feletti no solo es contradictoria con la de Domínguez, sino también con la de quien se supone que es su superior, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien dijo en radio La Red “a lo mejor (Feletti) tuvo una actitud que no fue la más indicada, porque no es lo más apropiado esto de pensar en voz alta siendo un funcionario”.
Hay que recordar que el economista no es un improvisado, sino una figura política muy respetada por la vicepresidenta Cristina Kirchner. Nuevamente cabe preguntarse sí Feletti habla por sí mismo.
El funcionario no solo se refirió a las retenciones en la entrevista que le concedió al diario Página/12, sino también a la posibilidad de instrumentar un fideicomiso para los productos derivados del trigo y del maíz, con el propósito de desacoplar los precios internacionales de los locales.
La última vez que el kirchnerismo desplegó una herramienta similar fue con las compensaciones. No solo que nunca cumplieron su propósito sino que también le abrieron la puerta a casos de corrupción, y el propio Estado quedó como acreedor del sector privado.
El contexto de las subas temporales del precio de la hacienda fue anticipado por los especialistas del negocio ganadero hace meses. El cepo al dólar, la falta de oferta de animales, la caída del precio de los subproductos como el cuero, la suba de los granos, el incremento de costos industriales y otros. En última instancia, el problema es macroeconómico y se llama inflación.
“Si desde el Estado no se corrigen aquellos factores que encarecen el precio (inflación, corrección de alícuota de IVA para el servicio de faena, régimen impositivo simplificado para el carnicero, alícuotas racionales de ingresos brutos que no superen 1%, etc), ¿qué puede llegar a hacer el sector privado?” se preguntó Daniel Urcía, presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales de la República Argentina (Fifra).
En igual sentido se pronunciaron las asociaciones por cadena de la soja, el maíz, el trigo y el girasol. Reclamaron un programa de rebaja gradual de las retenciones. “Debemos empezarlo ahora”, pidieron en el acto de cierre del año en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Luis Zubizarreta, presidente de Acsoja, que habló en nombre de las cuatro entidades, comparó el pasado argentino con el brasileño. “Mientras que en 50 años nuestra producción agrícolo-ganadera aumentó seis veces, la de Brasil lo hizo 14 y sus exportaciones las multiplicaron por 70, aniquilando la famosa trampa de la escasez de dólares que aquí nos desvela”, dijo. “Eso fue producto de una clara estrategia de desarrollo que fue mantenida por todos los gobiernos de diferentes colores. Un mercado interno bien abastecido a precios competitivos sin jamás cerrar las exportaciones, con una carga fiscal razonable y no discriminatoria. Esto mismo sucede en otros países vecinos como Uruguay, Paraguay o Bolivia. Mientras tanto, en estos 50 años la Argentina se embarcó en una política que priorizó el cortísimo plazo, lo que implicó un nefasto sesgo anti exportador cuyos pésimos resultados están a la vista”, resaltó.
Las entidades por cadena buscaron dejar un mensaje que todavía no fue tomado por el Consejo Agroindustrial Argentino, aunque la mayoría de las entidades que lo componen lo compartan: que una baja de los derechos de exportación incentiva a una mayor producción que, a su vez, genera más impuestos. “Es el momento para que nuestro país cambie de estrategia para revertir esta difícil situación”, dijeron. ¿Los escucharán?
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