Efraín Víctor Banella, de 28 años y dueño de una firma de transporte, sale con sus choferes a recorrer estaciones de servicio para poder tener una pequeña parte del combustible que requiere
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Ayer, a las 21, cuando Efraín Víctor Banella, de 28 años, tenía la carne en la parrilla para comer un asado con amigos, le sonó el teléfono: era un chofer de su empresa de trasporte de mercaderías peligrosas para avisarle que había surgido un nuevo viaje a Olavarría, pero le faltaban 400 litros de gasoil. El joven sabía que tenía 25 minutos para que esté listo el asado, un tiempo que consideró suficiente para recorrer algunas estaciones de servicio. Fue así que se subió a la camioneta y empezó la aventura. ”Esta vez tuve suerte, solo fui a tres estaciones”, dijo a LA NACION.
Desde hace seis años que tiene la empresa de transporte de cargas peligrosas junto con su madre en Rafaela, Santa Fe. Tienen un contrato de exclusividad con una firma a la que le hacen traslado de explosivos, por lo que sus destinos son en zonas remotas en donde hay canteras, se extrae cal, oro y plata.
Ante la escasez de gasoil, contó que tuvieron que cambiar la modalidad de trabajo: hacen guardias en las estaciones a la espera de los camiones cisterna de combustible, se dividen entre los choferes de sus cuatro unidades para recorrer las expendedoras y, por las dudas, paran en todas estaciones que ven en las rutas.
Los viajes que hacen son principalmente a Olavarría, San Juan, Jujuy, Río Gallegos. Da como ejemplo que un camión para hacer un traslado a la localidad santacruceña de Puerto San Julián necesita para la ida y la vuelta 2000 litros de combustible, pero a ellos solo les venden 100 o 150 litros.
“Hacemos guardias en las estaciones de servicio. Los choferes cargan lo poco que les permiten y de ahí se van a otra estación. Esperan hasta que llegue otro camión, cargan de vuelta y así sucesivamente, hasta tener lo suficiente como para poder recorrer varios kilómetros. En la ruta ven una estación y paran a cargar por las dudas”, dijo.
“Me crie entre los camiones y no tengo memoria de haber vivido una cosa así”, manifestó. Banella tenía 20 años cuando compró su primer camión, un usado para trasladar ese tipo de mercadería, que solo le quedaban dos años para esa utilidad.
“Quería hacer algo con lo que me había dejado mi papá, que murió cuando tenía 16 años, él también tenía una empresa de transporte”, relató. En ese momento estudiaba una tecnicatura en administración de empresas, pero dejó todo. Se subió al camión. “Fueron cuatro años en los que no me bajé”, dijo. Fue hasta que pudo comprar otro camión y contratar empleados. Ahora cuenta con cuatro unidades. “La edad te juega en contra, es difícil siendo joven que te tengan confianza, pero yo por suerte tenía el antecedente de mi papá y eso me dio un empujón en el sector”, agregó. Respecto de la situación actual del gasoil, señaló: “Uno quiere trabajar tranquilo, pero nos ponen una traba tras otra”.
En rigor, indicó que los tanques de combustible de sus unidades rondan los 1000 litros. “Para poder llenarlos tenemos que pasar por cuatro estaciones de servicio, es una locura. Implica un montón de tiempo perdido para un chofer que tiene que estar yendo de una estación a la otra”, dijo.
Banella remarcó que, además, entre las estaciones difieren los precios y que el usa diésel común. Pero, como escasea, termina cargando el producto premium a $200 el litro. “En mi caso no tengo la posibilidad de esperar hasta el día siguiente a que llegue el camión porque como tengo un contrato, tengo que cumplir y pagar gasoil al precio que haya para poder salir de viaje”, dijo.
En este contexto, contó que tuvo que agregar a los tanques originales unas mochilas cisternas que van homologadas detrás de la cabina de 700 litros más. Pero ya no le son suficientes con el agravamiento de la situación. El último camión que regresó la semana pasada de viaje cargó en Trelew y hasta Rafaela no consiguió gasoil.
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