El productor Benito Sánchez sufrió este hecho la semana pasada en Buchardo, Córdoba; “fue todo digitado”, expresó
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“Es un golpe duro, pero pensemos que fue una piedra la que se llevó nuestro cultivo de 100 hectáreas”.
Esas fueron las palabras de consuelo y resignación del productor Benito Sánchez, de 89 años, para con sus tres hijas luego de que la semana pasada, por la noche, ingresaran a su campo, ubicado a unos cuatro kilómetros de la localidad de Buchardo, partido de General Roca, en el sur cordobés, y le rompieran un silobolsa para robarle unas 300 toneladas de soja. El valor de la mercadería sustraída es de alrededor de $9 millones. Se la llevaron en al menos 10 camiones.
En diálogo con LA NACION, desde su pueblo de 2000 habitantes, indicó que el robo fue perpetrado por una organización delictiva de al menos 15 personas, que tenía muchos datos y conocimiento de la zona.
“No es fácil planificar un asalto de esta magnitud. Si cada camión carga alrededor de 30 toneladas, debieron ser al menos 10 vehículos los que ingresaron al campo”, relató.
El hecho ocurrió antes de la medianoche del martes de la semana pasada y se calcula que en menos de cuatro horas ya se habían retirado del lugar. Según contó el productor, pasadas las 23 el sistema de alarma que tenía el establecimiento dejó de enviar señal.
“Por lo que se pudo saber, en un principio se dirigieron hasta el casco donde está el galpón de las maquinarias, a unos 3000 metros del silobolsa. Destruyeron la caja de la alarma ubicada ahí. Luego agarraron el tractor y la extractora de granos para usarlos como instrumentos para la carga de los granos. El bolsón estaba ubicado del otro lado de la vía de ferrocarril que está en desuso”, describió.
“No eran ningunos improvisados porque para manejar ese tractor debe ser gente que está en el tema porque, además, sustrajeron unos equipos de agricultura de precisión que pertenecían a las maquinarias”, añadió.
Tras terminar con toda la carga, los delincuentes se fueron del establecimiento San Antonio sin dejar rastros. “Los camiones pasaron por una planta de silos de una empresa que tiene cámaras pero como lamentablemente esa noche había niebla no se pudo identificar los vehículos”, dijo.
Para Sánchez, tampoco la solución es dejar a una persona viviendo en el campo porque “la gente que comete este tipo de atracos está dispuesto a todo”. Años atrás ya había sufrido dos robos importantes de fertilizantes y maquinarias.
“El productor agropecuario tiene un negocio sin techo y encima ahora estamos con hechos delictivos. Debemos poner en alerta a los productores y empezar a ser más solidarios entre la gente del campo”, señaló.
En este contexto, el productor, a pesar de haber hecho la denuncia correspondiente, duda de que se recupere algo de lo robado porque no hay precisiones si la mercadería está escondida en algún campo, en el puerto o ya está embarcada en barcos. “Fue todo digitado y como es una organización delictiva muy profesional se complica el esclarecimiento. Hay muchos actores que intervinieron en esto”, apuntó.
Sánchez está con bronca e impotencia, pero igualmente piensa seguir apostando al país. “Uno trabaja a lo largo de su vida con honestidad, paga sus impuestos y no se siente protegido por un Estado que está ausente. Por otro lado, la sociedad debe entender que eso que almacenamos en los bolsones no es especulación del sector sino que es nuestra reserva para la compra de insumos para la próxima campaña. Nos muestran como responsables de todos los males del país”, dijo.
Dedicado al campo
Con 89 años, la vida de Sánchez siempre estuvo ligada al sector con una gran participación en el ruralismo. Fue varios años presidente de la Sociedad Rural de Buchardo e integrante de los grupos CREA de la zona. Primero fue ganadero. Por esa actividad en 2003 recibió el Premio LA NACION- Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria, distinguido como Mejor Invernador.
En esa oportunidad, el reconocimiento fue a un hombre que apostó al crecimiento y logró pasar de una producción de 332 a 867 kilos de carne por hectárea, invirtiendo en tecnología y en mejoras.
Esa marca, que llegó a tocar los 1000 kilos de carne por hectárea, lo había colocado bastante por encima de la producción promedio de otros productores de la región. Por eso muchos en su zona comenzaron a hablar de él como un “artesano” en la producción de novillos.
Pero en 2008 y tras 50 años en la actividad, decidió dejar las vacas para pasarse a la agricultura. El intervencionismo del Gobierno de Cristina Kirchner, los cambios constantes de reglas de juego y la falta de previsibilidad lo llevó a convertirse en un agricultor.
“La decisión está tomada; estamos dejando la ganadería a campo. Se siguen cometiendo los mismos errores. No ha sido una decisión fácil de tomar. Estaba muy arraigado en la ganadería, una actividad de sentimiento. Pero uno rema contra la corriente un tiempo “, dijo el productor por ese tiempo a LA NACION.
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