Para el manejo nutricional de las legumbres es esencial conocer ciertas características y comportamiento frente diferentes prácticas de manejo relacionadas a la nutrición.
Los requerimientos de nitrógeno para producir una tonelada de grano de arveja, en promedio, son de 55 kg/ha, mientras que los de lenteja son algo menores, de alrededor de los 40 kg/ha. Ambas especies pertenecen a la familia de las leguminosas, y por lo tanto tienen la capacidad de incorporar gran parte de las necesidades del nitrógeno (N) a través de los mecanismos de fijación biológica.
La provisión de N se promueve mediante el tratamiento de las semillas con las bacterias (Rhizobium leguminosarum), que el mercado ofrece como inoculantes, y que son diferentes a los de soja, maní o alfalfa. Esta es la forma más económica, efectiva y amigable con el medio ambiente para la provisión de N.
En suelos sin antecedentes de legumbres, las respuestas de rendimiento a la inoculación suelen estar en el rango del 40 al 80 %. El fósforo (P) es un nutriente esencial para los procesos energéticos que se dan en la planta, y por ende, clave para maximizar la FBN.
Los suelos de la región Pampeana han sufrido un severo desbalance entre lo exportado con los granos y lo aportado con los fertilizantes, por lo que hoy es necesario un buen diagnóstico a fin de garantizar buena disponibilidad de fósforo.
Producir una tonelada de arveja requiere 4-5 kg/ha de P, y para la misma cantidad de lenteja, es necesario entre 3.5 y 4 kilogramos por hectárea. El análisis del suelo junto a la información del umbral de respuesta son herramientas clave para definir ambientes de alta probabilidad de respuesta, y por ende del retorno económico de la fertilización.
En arveja se han citado umbrales de respuesta de alrededor en el rango de 13 a 14 ppm, debajo de los cuales la eficiencia de uso de P puede ser en promedio de 25-30 kg de grano por kg de P agregado. En lenteja no se han estudiado umbrales de respuesta en la Argentina, ni eficiencias de uso de nutrientes.
La fertilización azufrada no ha producido respuestas ni en la producción de biomasa, ni en rendimiento en grano. Dos causas probables para explicar esto son el bajo requerimiento de azufre por parte de arveja (2.5 kg S por tonelada de grano), y por otro lado, el hecho de que la fertilización azufrada es una práctica habitual en los planteos productivos actuales, especialmente en soja, trigo y maíz, dejando efecto residual en el suelo.
El autor integra la agencia de Extensión Rural del INTA Arroyo Seco
Gabriel Prieto
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