Según la productora María Eugenia Sebastiano Rambeaud, durante dos meses tuvo ocupado un establecimiento en Neuquén; pudo volver a entrar pero los ocupantes de una comunidad mapuche dejaron una barrera
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Es impotencia mezclada con desazón lo que siente María Eugenia Sebastiano Rambeaud. Denuncia que el campo en Sierra del Chachil, un cordón montañoso de la precordillera Neuquina, que su abuelo Mario compró en 1978 y que desde entonces su familia produce, fue usurpado en enero pasado por miembros, según indica, de la comunidad mapuche Cayupán. Estuvo en esa situación unos meses y hoy teme que el hecho se vuelva a repetir. Quiere que la Justicia actúe para evitarlo.
Todo pasó en un establecimiento de 7500 hectáreas adonde la familia lleva desde noviembre hasta marzo o abril, dependiendo el año, su ganado vacuno de Angus y Hereford para alimentarse. Para ella, el punto crítico se dio el 25 de enero último, cuando encontró bloqueado el camino vecinal que da acceso al campo.
Según asegura, en 1978 su abuelo había comprado el campo con un socio que luego falleció. Sus hijos, en 1992, le vendieron el 50% indiviso. De esta manera, su padre quedó como propietario de 10.000 hectáreas. Al heredarlo, Susana, la madre de María Eugenia, vendió 2500 hectáreas a Primeros Pinos, una empresa que hace forestación.
La productora manifiesta que el establecimiento “siempre estuvo en producción”. Los primeros años su abuelo criaba ovinos y en 1992 pasó a la producción bovina. Luego se hizo cargo su madre, abogada, que estuvo hasta que ella regresó de estudiar agronomía en Buenos Aires. Desde entonces cría algunos ovinos, pero la actividad principal que hace es ganadería bovina.
"Me da mucha impotencia, mezclada con desazón, ver que quienes deben impartir justicia miren para otro lado", dice Eugenia, una de nuestras socias.
— Sociedad Rural de Neuquén (@RuralNeuquen) June 6, 2022
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De acuerdo a su testimonio, quienes tomaron el lugar lo hicieron argumentando que eran antecesores de esas tierras. “Nosotros mostramos el plano de 1944 en donde figura que en ese momento era propiedad de la firma Peretti, o sea antes de que mi abuelo comprase el campo, pero ellos dicen que estaban antes de todo eso”, dice.
El mismo día de la usurpación, la productora se dirigió a la comisaría de la localidad de Las Coloradas a realizar la denuncia. “Salí de la comisaría recién a las 12 de la noche. Me vi imposibilitada de realizar todas las actividades que normalmente se hacen en una explotación ganadera”, relata. Agrega: “Nos rompieron los alambrados y construyeron algunas rucas [viviendas]”, cuenta.
Detalla que en el campo había dos personas trabajando, un puestero a cargo de los animales y un recorredor que contrataban temporalmente. Este último “se asustó y renunció” y quedó el puestero, con quien en medio de las dificultades para conseguir señal de teléfono se comunicaba cada diez días.
La productora recién volvió a ingresar a la propiedad el 25 de marzo último después de participar de una mediación por un pedido de la Justicia. “Acepté [la mediación] porque no nos quedó otra, era la única opción que tenía para poder entrar y sacar los animales porque se nos acercaba la fecha límite para que permanezcan allí”, expresa. “Entré con camiones, las vacas estaban muy flacas, con la cría al pie”, agrega.
Luego de ingresar al campo, se retiró de la mediación. “Desde entonces la Justicia no resolvió nada”, señala. En rigor, hoy ella puede ingresar al campo, pero los ocupantes dejaron un puesto con una barrera.
“La idea de ellos es volver. Por eso me da mucha impotencia que la Justicia no resuelva esta situación y que nosotros tengamos que estar prácticamente resistiendo y con la incertidumbre de que esto va a volver a pasar”, alerta.
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