El lomillo reemplazó a la típica silla de jineta española/africana; hoy se empiezan a ver lomillos modernos en lugar del clásico recado de bastos
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En sus orígenes. el criollo usaba para montar el lomillo porteño. Según ese gran artesano que fue Luis Alberto Flores, esta pieza está constituida por dos bastos de forma oval, paralelos, cuyos extremos se unen mediante sendos arcos de madera (arzones o fustes), todo retobado con cuero curtido. A uno y a otro basto se hallan aseguradas las faldas, rectángulos de suela de gran dimensión.
El lomillo, basado en la interpretación local de la humilde albarda de carga derivada en montura, reemplazó a la típica silla de jineta española/africana de arzones altos y estribada larga que traían los conquistadores
El gaucho y el recado, de Fernando Romero Carranza, es una gran obra que estudia en profundidad la historia del lomillo y su sustitución por el recado. Su uso se extendió desde fines del siglo XVII hasta finalizado el siglo XIX.
Los antiguos lomillos dejaron de usarse ya que los nuevos caballos mestizos de lomos más anchos lo hacían inestable, las lomillerías separan los bastos eliminando los arzones con tientos de cuero, quedando configurado el basto regulable. Otra razón es que en los corrales de los mercados de hacienda el recado de bastos mantenía las piernas y estribos más altos y evitaba al jinete ser apretado por un vacuno. Ambas son correctas, y el hecho es que el recado de bastos con estriberas cortas, estribos de paso pequeño y caronas cortas se transformó en lo usual entre los hombres de campo pampeanos.
En 1942 aparece el libro Equitación Gaucha de Justo P Sáenz (h). Se toma dicha fecha a partir de la cual los tradicionalistas se propusieron revivir el antiguo lomillo y así surgieron sus hacedores, los lomilleros, algunos de los cuales se destacaron por la fidelidad de sus modelos y labrados. Esta pieza tuvo su revival y decretó que no había muerto. De ahí comienzan a derivar los lomillos modernos.
En la reciente exposición de Criollos de la Sociedad Rural Argentina se pudo observar la tendencia a usar en las pruebas de riendas, aparte, freno, o paleteada, lomillos modernos en lugar del clásico recado de bastos. Los adeptos dicen que los lomillos (sean Victoria, de entrenamiento, freno de oro, chileno o paletero) son más aptos para este tipo de actividades deportivas ya que se estriba largo, permite más contacto de las piernas del jinete con el animal, y son más ergonómicos para caballo y jinete que el clásico recado de bastos (sean entrerrianos o de chorizo).
Se lo considera una evolución a la forma de montar, aunque personalmente creo que además cuenta con un componente moda. Esta modalidad va acompañada de bota fuerte, suelen llevar espuelas de gran tamaño y estribo ingles de pisada profunda.
Los usuarios dicen que a un deporte equis le corresponde una forma de ensillar, como sucede en el pato y sus característicos lomillos pateros. O dicho de otra forma, a cada actividad específica, le corresponde un determinado apero. En las clásicas pruebas de emprendados (exhibición de aperos y vestimentas típicas y/o de lujo) se siguen usando los recados de bastos y lomillos porteños.
Así como en la zona pampeana se usa el lomillo y el recado de bastos, en otras regiones se usan recados regionales rígidos, de altos o medianos borrenes a los cuales es un error denominar lomillos, son precisamente recados (Malvinera o cangalla, sirigote litoraleño, malabrigo Correntino, recado Cordobés, recado Salteño, etc.) y su forma corresponde a la adaptación de la monta a la topografía del terreno.
Algo similar en términos de evolución pero no tan acentuado sucede en Estados Unidos. La montura se mantiene en líneas generales, pero hay modelos de rodeo, de aparte, de paseo, de carrera de barriles, etc, que cuentan con sutiles diferencias entre sí.
Nuestra cultura criolla es tan grande, inmensa y abarcativa que nos podemos dar el lujo de tener una gran y distinta variedad de monturas, tradicionales y nuevas, cada una con sus diferentes usos.
La evolución y las modas deberán convivir con la tradición a pesar de que a los ortodoxos y nostálgicos nos resulte extraño.