En 1921 realizaron una encuesta que recogió los testimonios y materiales de la música y de las tradiciones populares
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El Palacio Sarmiento, conocido como el Palacio Pizzurno por estar en el pasaje Pizzurno, alberga en sus entrañas lo mas profundo y entrañable de nuestro país; la huella y marca de la educación nacional, todavía se percibe la mística para el ojo perspicaz y observador que no lo altera el centro de la ciudad de Buenos Aires.
El senador nacional por la provincia de Buenos Aires el doctor Manuel Láinez logró lo que se llamó ley Láinez (N° 4874 de 1905) por la cual se crearon en todas las provincias escuelas de campo para la educación primaria y que dependían del Consejo Nacional de Educación. Eran escuelas nacionales.
Estas escuelas fueron en muchas oportunidades ranchos de techo de paja con pisos de tierra; la vida que llevaron los maestros en la mayoría de los casos les significaron sacrificios como los que realizaban los curas misioneros en la época de la conquista.
A estos maestros el Consejo Nacional de Educación les encomendó en 1921 una tarea: la realización de una encuesta que reuniera materiales dispersos de folklore, poesía popular, música, tradiciones populares y todo aquello que fuera importante y antiguo sin omitir el presente.
Así, aquellos jóvenes docentes despertarían la admiración de toda la gente lugareña que fue objeto de atención por el país, que se interesaba en saber lo que ellos conocían y podían trasmitir.
En 1921 un gaucho de 90 años tenia mucho que contar y todo quedó registrado por aquellos maestros, respetando instrucciones precisas y formales.
En 1921 todavía vivían los grandes hombres intelectuales que contribuyeron a la formación de la Nación Argentina y estaban en actividad, por lo que fueron los primeros en beneficiarse con esta encuesta. Después surgieron grandes obras a consecuencia de la misma y en 1960 el Instituto Nacional de Investigaciones Folklóricas publicó Cantares Históricos de la Tradición Argentina, basado en la colección de folklore que surgió de la encuesta de 1921. Esta obra es de la autoría de una joven de 25 años Olga Fernández Latour; es un libro grande y fundacional.
Es ejemplar esta autora porque como joven fue arcilla blanda en las manos de sus padres, más los grandes maestros que tuvo y que son importantes para nuestro país como fueron Bruno Cayetano Jacovella, Augusto Raúl Cortázar, Antonio Ricardo Barceló, Juan Alfonso Carrizo e Ismael Moya.
No nos equivocamos cuando consideramos al gaucho como padre del ser nacional, el gaucho siempre detrás de todo. Así, la obra de Leopoldo Lugones, La Guerra Guacha, fue motivo de estudio de la doctora Latour de Botas en sus tiempos de alumna con promedio de 9,60; basada en la obra debía escribir un cuento para la escuela que fue premiado. Esto fue un disparador de su vocación.
Es importante que este tipo de inteligencias tan fructíferas y premiadas tanto en el país como fuera de él hayan consagrado su vida al estudio de las cosas profundas del ser humano formado y que vive en la enorme geografía nacional, tanto su pasado como su presente. El estudio histórico, folklórico, antropológico y otras ciencias, contribuyen a saber dónde estamos parados frente al mundo.
La educación nacional que fue asombro del mundo, sin monumento aún, sigue dando sus frutos; así, la Academia Nacional del Folklore ha publicado en el año 2021 un libro titulado Cancionero Tradicional de Entre Ríos de la doctora Latour de Botas basado en la colección de folklore que surgió de la encuesta de 1921 y se ha homenajeado a todas las escuelas y docentes participantes, mencionándolos.
Las tan recordadas escuelas de campo nacionales en gran parte del Siglo XX educaron a los niños en sus paisajes, muchos de ellos fueron muy de a caballo, criollos como el que más. La educación nacional y la gente lugareña crearon personas que hoy son reserva y tesoros morales del país.
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