Nacido en Brasil, vivió en la Argentina y se inspiraba en los paisajes rurales para sus obras; una muestra en la Colección Fortabat exhibe sus trabajos
- 5 minutos de lectura'
El 1º de enero pasado se cumplieron 200 años del nacimiento de José León Pallière, en Río de Janeiro, en la calle de los Barbonios al número 72 a las nueve de la noche. Era hijo de Arnaud Julien Pallière un artista francés que se trasladó desde Portugal a Brasil en 1817 en el mismo navío que llevaba a la princesa austríaca Leopoldina, la futura emperatriz. Talento no le faltaba y bien relacionado en la Corte, se casó con Agustina Elisa Julia Grandjean de Montigny. Bautizado como Juan Pedro León, aunque sólo usó el último, fue anotado en la Legación de Francia en Río de Janeiro, en el Registro Civil de los franceses por lo que a pesar del lugar de su nacimiento, ha sido muchas veces mencionado como un “pintor europeo”. En Río completa su primera formación y en 1830 su padre lo llevó a París donde se forma con Francisco Picot, antiguo condiscípulo de su padre.
Permaneció allí por 18 años y vino a Buenos Aires por una breve temporada en 1848. En 1850 se trasladó a Roma, donde permaneció dos años perfeccionándose, donde pintó algunos cuadros que se conservan en el Museo del Janeiro. Siguió a París y luego a España.
Llegó a Buenos Aires en 1855, junto a su colega “Gautier”. Gozó del beneficio de la prensa local, ya que el 24 de abril del año siguiente “El Nacional” daba cuenta que era “el pintor llegado de distinguido mérito” y que “a más de algunos retratos encomendados, ha pintado una carreta cargada de lana, de las que vienen al Mercado 11 de septiembre, en cuyos conductores hay una fidelidad admirable de trajes y costumbres”. Estaba vinculado con figuras representativas de la política y de lo más destacado de sociedad local. Mariquita Sánchez de Mendeville, que mucho lo estimaba y protegía, se empeñó y obtuvo su nombramiento como profesor de la Escuela Normal de Huérfanas. Seguramente ella también influyó en la Sociedad de Beneficencia para que dibujara un proyecto del mausoleo a Rivadavia a erigirse en la Recoleta con motivo de la repatriación de sus restos.
Viajó por el país y se radicó un tiempo en Santiago de Chile. Durante su estadía en ese país, una prestigiosa revista londinense The Ilustrated London News, publicó el 5 de junio de 1858 dos dibujos de Pallière con el título “Apuntes de Buenos Aires”. Ya de regreso, tuvo en su casa alumnos aventajados como Enrique Sheridan y Ventura Marcó del Pont, a la vez que mostraba en las ventanas de la sala alguna de sus obras para que los observaran los vecinos y a la vez poder comercializarlos. Los fines de semana viajaba por el ferrocarril al Tigre o a Morón, para recorrer las cercanías de esas estaciones e inspirarse en temas rurales. Todo esta temática interesaba en Europa por entonces y Pallière las publicaba en las revistas del Viejo Mundo.
En la Casa Fussoni, donde exponían los artistas renombrados de su tiempo, mostró sus obras, que los diarios porteños como La Tribuna elogiaban, especialmente los dedicados a la temática costumbrista. La yerra, la riña de gallos, la recogida de la hacienda, el gaucho en el rancho, la pulpería, el corral, la parda de la diligencia en una posta, “fisonomías que ríen y que alegran, gauchos que cantan, mujeres que hacen saltar con su mirada”, otro “sentado sobre su caballo, con el chiripá y el calzoncillo, con el sombrerito de paja y el pañuelo de seda al cuello”, o aquel “gran cuadro al óleo que representa un convoy de carretas arrastradas por bueyes en medio de la inmensa pampa; el suelo y el cielo ejecutados por Sheridan (un discípulo de Pallière) pintor inglés, distinguido en este género, fallecido lamentablemente, joven aún”, o aquella de “un rancho situado en medio de la inmensa llanura de esmeralda, a cuya puerta un gaucho sentado en un tosco banco, da a su hija lecciones de guitarra”. Una acuarela la tituló “Estancia Gualeguacito” sin duda referida a la localidad entrerriana y El Nacional informó en 1864 que “se ha embarcado en estos días con destino a la Banda Oriental, para dar al lienzo costumbres y poéticos paisajes de la vecina orilla”.
Por el país
Don León regresó a Francia en 1866. En esos años pensamos que utilizó estos comentarios para vender sus cuadros, que se remataron en Fusoni con la intervención de los martilleros Mariano Billinghurst o de Carlos Ristorini. Vuelto a Francia, mantuvo relación con los argentinos que residían en la capital francesa, entre ellos Eduarda Mansilla de García y con otros compatriotas que visitaban la ciudad manteniéndose al tanto de la vida de nuestro país a lo largo de su vida. Una carta suya fue publicada en El Diario en octubre de 1886 interesándose por el buen nombre de nuestro país, ante informaciones inexactas y malévolas que se daban a conocer en Europa.
Falleció en Lloris, el 12 de febrero de 1887, y hace poco la Colección Fortabat inauguró una magnífica exposición, que se habrá de prolongar hasta el mes de febrero y merece visitarse.