Según expertos del agro, el impacto dependerá del tipo de cambio que se fije y de otras variables como la necesidad de contar con fondos ante la menor cosecha de trigo esperada por la sequía
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Un nuevo dólar soja, como según las versiones se apresta a implementar el ministro de Economía, Sergio Massa, podría no tener la misma efectividad que el régimen con una divisa a $200 que el Gobierno puso en marcha en septiembre pasado y que permitió ventas de la oleaginosa por unos 14 millones de toneladas y la liquidación de más de US$8100 millones. Así lo sostienen expertos del sector que interpretan que todo dependerá, entre otros factores, del tipo de cambio que se fije.
Tras ese dólar soja, los rumores, incluso según circula en despachos oficiales, es la posibilidad de que se avance en un tipo de cambio de 215 a 220 pesos por dólar para que al menos se vendan 6 millones de toneladas y así ingresen US$3000 millones en divisas.
“Actualmente, el mercado permanece en modo espera, con poco dinamismo y escasas operaciones a precio, aguardando anuncios. Es de esperar que un nuevo dólar soja estimule ventas pero, quizás, en menor volumen que en la ronda previa”, señaló Ariel Tejera, analista de la firma Grassi SA.
Según el experto, falta comercializar por parte de los productores 11 millones de toneladas de la oleaginosa, cuando históricamente suelen pasar de una campaña para la otra en torno de 7 millones de toneladas.
“Para considerar, según datos oficiales, el ciclo actual está proyectado a cerrar con existencias menores a 4 millones de toneladas. Habrá que ver hasta qué punto los productores convalidan este número”, dijo Tejera, que remarcó que “la respuesta de los productores a un nuevo estímulo vía dólar soja estará atada a diversos factores”.
Respecto de este punto, consideró que el factor “más relevante” es el valor que se fije para el tipo de cambio diferencial. “También hay que destacar las necesidades financieras puntuales que deban enfrentar en los próximos meses. Se ponderarán las mermas productivas proyectadas para el trigo y la incertidumbre que se plantea de cara a la campaña gruesa 2022/23″, señaló. Amplió: “En trigo, al comparar la situación actual con el año pasado para esta época, un cálculo de precios a cosecha por cantidades apunta a una caída próxima al 25% en ingresos del productor y esto sin considerar los costos, que registraron un aumento significativo frente a la misma época del año previo”.
Para Tejera, en este contexto, resulta difícil arriesgar un número de cuánta soja podrían vender los productores y todo dependerá de los factores mencionados: el tipo de cambio a establecer y las necesidades de fondos ante una cosecha de trigo reducida a causa de la sequía.
Matías Amorosi, de la consultora AZ Group, dijo que no espera el mismo impacto de la versión anterior del dólar soja “porque los productores vendieron, en septiembre, mucha mercadería que no tenían pensado comercializar, con la cual van a hacer caja durante gran parte del verano”.
"Actualmente, el mercado permanece en modo espera, con poco dinamismo y escasas operaciones a precio, aguardando anuncios"
Ariel Tejera
“Muchos agricultores vendieron más soja que otros años a esta altura y cubrieron financieramente sus necesidades de corto y mediano plazos con la soja de 200 pesos por dólar”, explicó.
No obstante, consideró que el único factor que cambiaría esa proyección es que, debido a la menor cosecha de trigo, los productores se vean obligados a vender más soja para cubrir deudas generadas por las pérdidas en el cereal.
Añadió: “Hay una actitud conservadora con algún resto de soja 2021/22 con miras a cubrir los costos de la soja 2022/23, si los rendimientos de la campaña se vieran comprometidos por una eventual continuación de la seca durante el verano. Por las dudas de que eso ocurra, muchos van a querer quedarse con grano hasta el momento de pagar las cuentas en el otoño de 2023″.
Para Sebastián Salvaro, integrante de la misma consultora, “la decisión de comercializar soja con algún aliciente del Gobierno no es cuestión de precio, sino de clima”. Hay temor a la reducción de rendimientos que provocaron la sequía y heladas en trigo y a lo que pueda ocurrir con los cultivos de verano.
Salvaro precisó, además, que quedaron “malos recuerdos” con el anterior dólar soja. “Con los pesos cobrados no se pudieron comprar dólares MEP y muchos productores fueron discriminados en créditos comerciales subsidiados por haber adherido al programa”, remarcó.
"Muchos agricultores vendieron más soja que otros años a esta altura y cubrieron financieramente sus necesidades de corto y mediano plazos con la soja de 200 pesos por dólar"
Matías Amorosi
Vale recordar que, en medio del dólar soja, el Gobierno encareció el acceso a los créditos a los productores que tuvieran más de un 5% de stock. Lo hizo para obligarlos a vender su grano y que no se financien vía algún préstamo subsidiado. Luego trabó el acceso a los dólares a empresas que operaron con el dólar soja. Esto para que no se recalentara la divisa.
Tentar a los productores
Salvaro no cree que muchos productores se sientan tentados a vender soja a 215-225 pesos por dólar. Esto podría cambiar, interpretó, si se ofrecieran valores más cercanos a los vigentes en el mercado.
En opinión de David Miazzo, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), para el Gobierno “la necesidad de dólares está”.
“El colchón de reservas que habían logrado generar con el dólar soja II [recordó que el primer mecanismo fue con la exministra de Economía Silvina Batakis, que permitía al productor hacer un plazo fijo con 70% de la venta y comprar dólares con 30% restante] se va esfumando. El Banco Central pierde entre 50 y 100 millones por día. Y se le suman los dólares del trigo que no van a existir”, explicó.
Miazzo consideró a la medida “totalmente inconsistente desde lo monetario”. Recordó: “Con el dólar soja II compraron dólares a 200 y se lo vendieron a los importadores a 140-160 pesos. Ahora un dólar soja III significaría comprar a 230 para vender a 160-170 pesos”.
En su opinión, un nuevo dólar soja los va a encontrar a los productores con “menos stock, menos necesidad de pesos, porque ya invirtieron todo lo que necesitaban en la siembra, y más incertidumbre sobre la producción de la campaña en curso, por lo que no se va a vender tanto como en el dólar soja de septiembre”. Remarcó: “En otras palabras, no va a ser una medida tan efectiva”.
Para el experto, el dólar soja de septiembre pasado fue efectivo porque se interpretó como una “ventana de oportunidad única para vender la soja más cara”.
“Ahora, si vemos que hay un dólar soja cada dos a tres meses la ventana no se va a interpretar como única. Va a pasar como con las moratorias o blanqueos que hay cada dos años. Además, en el medio, nadie va a vender esperando el próximo dólar soja”, subrayó. En este contexto, Miazzo reflexionó: “Se va acabando el colchón de dólares del dólar soja, en verano no van a entrar los dólares del trigo, luego de abril también va a venir dañada la cosecha gruesa y luego de junio-julio es de esperar que venga un retraso en la venta de soja esperando un cambio de gobierno, cómo pasó en 2015″.
Según Eugenio Irazuegui, de la firma Zeni, un régimen como el que ya se implementó tendría un impacto en el valor del grano porque se recortaría la brecha cambiaria. “Bajo el decreto 576/22 [del dólar soja] que entró en vigencia a partir del 5 de septiembre pasado pasamos de una brecha de casi el 100% a niveles del 44%”, expresó.
Según detalló Irazuegui, el acumulado de todas las ventas a precio y con fijaciones de valores ascendía al 31 de agosto último a 15,87 millones de toneladas. Subió a 26,95 millones de toneladas al finalizar el dólar soja. En tanto, desde octubre a la fecha el volumen solo trepó a 27,40 millones de toneladas.
Para el analista, hoy la coyuntura productiva es diferente si se considera la prolongación de la sequía que postergó la siembra. “Esto limitaría la incidencia de una medida por el estilo [dólar soja]. Ya transitando la segunda quincena del mes tenemos atrasos significativos en la siembra de soja 2022/23. Las labores lograron avanzar a aproximadamente el 12% del área en intención, muy por debajo del 28-30% que solemos tener normalmente a estas instancias. La incertidumbre que impone un contexto climático adverso no resulta ajena a la toma de decisiones por parte del productor”, opinó.
En medio de las versiones, una fuente de la exportación advirtió: “Nada será igual porque hay menos soja y el productor tiene una posición diferente de venta”.
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