Las aspas de los molinos trasladan la energía a través de un engranaje a un mecanismo que acciona una bomba sumergida que extrae agua de las napas subterráneas y la eleva hasta la superficie
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Reconocibles por su fina estampa de hierro galvanizado, esas estructuras livianas, estilizadas y fuertes a la vez de silueta tan característica, jalonan cada tanto el escenario de nuestras pampas. Forman hoy parte del paisaje rural y son tan necesarios como icónicos y reconocibles. Un molino de viento de aguada es una estructura que convierte la energía eólica en energía rotacional con el fin principal de extraer agua del subsuelo. Opera por medio de paletas llamadas aspas (tienen forma de hélices como las de un avión) que transforman la energía cinética del viento en energía mecánica (movimiento). Las aspas trasladan la energía a través de un engranaje a un mecanismo que acciona una bomba sumergida que extrae agua de las napas subterráneas y la eleva hasta la superficie.
El nombre molino en español deriva del verbo “moler”, “elemento que muele” y de ahí deriva molienda ya que los primeros molinos se usaron para moler granos. El primer molino de viento surgió entre los siglos VI y VIII en Persia, (actuales Irán y Afganistán). En un principio se utilizaron para triturar minerales, granos, bombeo de agua, aserrado de madera, fábrica de papel, prensado de semillas para aceite, etc. Se difundieron rápidamente, sobre todo en las regiones donde no hay suficientes recursos hídricos, estos estaban sobreexplotados, o se congelaban en invierno.
Eso lleva al invento del molino accionado por agua. Estos, funcionaban por los movimientos de aspas sumergidas en un río o curso de agua y su función era análoga al de viento. Ambos fueron introducidos en Europa a través de la dominación árabe en el siglo X. Con la llegada de la revolución industrial, la importancia del viento y el agua como fuentes primaria de energía disminuyó, y finalmente fueron reemplazadas por motores de vapor y combustión interna como medio de motorización.
Según Ricardo L Molinari, en Reseña histórica de la maquinaria agrícola en la Argentina, en nuestro país el primer molino para la elaboración de harina fue instalado en Córdoba en 1580. Estaba impulsado por agua del río Suquía. Posteriormente se habilitó otro en Santiago del Estero. Como eran rudimentarios, se estilaba complementarlos con “atahonas”, sistemas de piedras prensadoras que funcionaban a través de pértigas atadas a caballos, mulas o bueyes que giraban en círculos alrededor de la prensa.
En Buenos Aires, el primer molino harinero accionado por agua fue construido por Juan Ruiz de Ocaña en 1581. En 1591 Pedro López Tarifa instala otro en el río Matanza y posteriormente aparece otro en el río de las Conchas (antiguo nombre del Río Reconquista).
El primer molino de viento fue construido por Bartolomé Remón en 1601. Instalado en lo que hoy es el barrio de San Telmo, molía trigo y otros cereales. En esas épocas, la economía era más ganadera que agrícola y el desarrollo de los molinos fue para satisfacer solamente la demanda local de harinas, de ahí que la actividad no experimentara grandes cambios en los siguientes 200 años. Así llegamos hasta 1869 donde Belisario Roldán, padre del célebre poeta, es quien presenta en la primera exposición de maquinaria agrícola realizada en Morón, una combinación de noria (estructura reticulada de hierros en altura) con molino de viento fabricada en Inglaterra para la extracción de agua de las napas subterráneas.
En 1894, Miguel Lanús, otro pionero, comienza a construirlos en Buenos Aires a partir de la compra de la patente del molino de viento “Corcorán” estadounidense, de ahí en más la historia es conocida, el invento se nacionaliza y se torna en la más popular forma de extraer agua de la tierra para consumo humano y animal. Las viejas formas de jagüel (pozo) y balde ya iban quedando obsoletas y su funcionamiento manual no pudo competir con el nuevo molino “automático” que mientras haya viento, funciona. Su gran importancia radica en permitir la actividad de pastoreo y/o riego sin depender de cursos de agua naturales.
Su uso está hoy ampliamente difundido, son nobles máquinas de un funcionamiento muy simple y de bajo mantenimiento (no consumen combustibles). Se abren de día, llenan un tanque australiano (introducidos en 1901) hasta almacenar la cantidad necesaria y se los cierra durante la noche para evitar que alguna tormenta o vendaval repentino los dañe. En la actualidad existen modernos sistemas de turbinas con aspas que ubicados por decenas en parques eólicos se usan para producir energía eléctrica (aerogeneradores). Pero esa es otra historia diría Don Quijote……
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