La escasez de gasoil que afecta a la producción cuando faltan pocos días para que se acelere la cosecha gruesa permite comprobar la veracidad de l dicho: “es peor el remedio que la enfermedad”.
En este caso, la enfermedad es la ausencia de un programa que estabilice las variables de la economía y el remedio al que apela el Gobierno es el “desacople” de los precios locales e internacionales. Los especialistas en energía explican que el país importa el 30% del gasoil que consume y que mientras a nivel internacional el valor del petróleo se cotiza alrededor de los US$110, el llamado “barril criollo” cuesta US$58. ¿Qué hacen las compañías que adquieren el combustible en el exterior? Lo lógico: importan lo menos posible para no perder.
Esa teoría del “desacople” es también la que está detrás de la lógica del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, de insistir con el aumento de los derechos de exportación del trigo, el maíz y el girasol, pese a que, por el momento, el presidente Alberto Fernández desistió de impulsarlo. Y es también con la que se diseñan los fideicomisos para subsidiar el pan, la harina y los fideos en el mercado interno.
El racionamiento con cupos en las ventas de gasoil está afectando a toda la cadena agroindustrial. “Falta combustible y tenemos un camión parado y no podemos cargar los cerdos para llevar a faena”, escribió, en su cuenta de Twitter, Mario Aguilar Benítez presidente de Las Chilcas, un establecimiento modelo del norte cordobés de la nueva era de la bioeconomía en la que se combinan agricultura, ganadería porcina y biogás. Así deben trabajar hoy en día los líderes de lo que ahora se llama “agrobioindustria”.
Mientras tanto, el presidente Fernández juega otra vez a la tensión con el ruralismo. En una entrevista con la TV Pública dijo que un sector del campo tiene una posición “político-partidaria”, una etiqueta sencilla de colocar para no permitir un diálogo sincero, como él mismo propone, con el sector productivo que tiene una de las llaves más importantes para sacar al país de la crisis económica. No descubre nada nuevo el Presidente respecto de la identificación ideológica de la dirigencia rural: es difícil, por no decir imposible, encontrar a un adherente del kirchnerismo o la izquierda entre sus filas. ¿Pero esa es condición necesaria para sentarse alrededor de una mesa para acordar políticas básicas? En una visión corporativista de la sociedad parece que sí lo es.
En ese contexto, hay dos líneas de acción en el ruralismo. Por un lado, la Mesa de Enlace que pone énfasis en lograr que el Congreso retome su rol en la fijación de los derechos de exportación, en rigor para eliminarlos, y las entidades de base y autoconvocados que promueven una jornada de protesta en Buenos Aires.
Esta semana, los dirigentes de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Coninagro y Federación Agraria Argentina (FAA) se reunieron con senadores de la oposición para que se dé marcha atrás con los últimos incrementos de retenciones a productos del complejo sojero y que el Poder Legislativo retome sus facultades en materia de fijación de tributos. “Todos los legisladores presentes coincidieron en que las retenciones tienen que estar en cero. Entendieron que, además de una reforma impositiva, merecen un tratamiento leyes como las de semillas, humedales y del fuego”, dijo Nicolás Pino, presidente de la SRA, a LA NACION.
En la otra vía de acción, hubo asambleas el miércoles pasado en Salta, en el cruce de las rutas 9 y 34, y el sábado pasado en Chajarí, Entre Ríos. “El señor presidente apuntó mal los misiles en esta guerra. Ni el sector productivo ni los empresarios son el enemigo. Este sector desde el año 2004, si uno suma las retenciones, ha aportado para pagar más de dos deudas del FMI”, recordó Carlos Segón, presidente de la Sociedad Rural Salteña, al diario El Tribuno.
“Hasta acá llegó el campo”, fue, a su vez, la consigna que predominó en la asamblea de Chajarí. “Desdoblaron el tipo de cambio, aumentaron las retenciones, intervinieron los mercados, crearon fideicomisos para quitarnos más recursos y, como si fuera poco, nos ofenden por cadena nacional y nos culpan por la inflación”, dijo Juan Diego Etchevehere, presidente del distrito Entre Ríos de la SRA.
En un contexto crítico a nivel internacional, con precios de la energía en alza y un conflicto bélico que tiene un impacto concreto en la oferta de alimentos, buscar un enfrentamiento con el sector de la economía que está en mejores condiciones de responder a un escenario difícil, no parece ser la mejor estrategia.
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