Las medidas cortoplacistas y electoralistas de la actual administración nacional continúan profundizando la crisis y proyectando un escenario más complejo para el próximo gobierno.
Los efectos perjudiciales de la peor sequía de la historia aumentan a medida que avanza la cosecha. Los magros rindes esperados no son alcanzados y la calidad de los granos presenta importantes daños: la caída en la producción de granos podría superar los 50 millones de toneladas, con respecto a las estimaciones al comienzo de la campaña.
A la cuantiosa caída en el ingreso de los productores por volumen se sumarán los descuentos que sufrirán por la menor calidad en sus granos, agravándose la reestructuración de la deuda asumida con los proveedores de insumos en mayor medida y con los bancos en menor cuantía.
El primer agujero negro de la economía es el déficit fiscal permanente, seguido por una descomunal emisión monetaria, la escasez de reservas, la multiplicidad de tipos de cambio y la falta de una apertura económica inteligente. Las consecuencias que afrontamos la vivimos a diario un nivel de inflación que nos carcome y que, con la menor actividad económica, nos muestra un sendero hacia la estanflación.
Un agujero negro es una región finita del espacio cuyo interior posee una concentración de masa lo suficientemente elevada como para generar un campo gravitatorio que ni siquiera la luz pueden escapar de él. Las medidas económicas en nuestro país causan un efecto similar, el de absorber la actividad económica, impidiendo un crecimiento sustentable.
La caída de las exportaciones en más de 21.000 millones perjudicará aún más la actividad económica por la menor disponibilidad de dólares en las arcas del Banco Central, pero la acción de restringir aún más las importaciones para tratar de evitar una balanza comercial deficitaria acelerará la crisis.
Unas 221.000 empresas rurales a lo largo y ancho del territorio nacional han sufrido en mayor o menor medida el impacto negativo de la sequía, heladas y granizo. La inversión de estas empresas superó los 45.000 millones de dólares durante el 2022, la pérdida de ingresos por volumen y calidad, es abrumadora. Sólo en la producción de granos se requerirá reestructurar deuda cercana a los 8000 millones de dólares y se deberá conseguir más de 15.000 millones de dólares para encarar la nueva campaña 2023/24.
En este sentido el Gobierno lanzó una batería de créditos bonificados por $40.000 millones para el sector agropecuario, es decir casi 200 millones de dólares, para ayudar a 60.000 productores, es decir que cada uno podría aspirar a poco más de 3000 dólares que es equivalente a sembrar cerca de 6 hectáreas de maíz, monto irrisorio.
Y como si fuera poco, el BCRA prorrogó la resolución A7600, que encarece el crédito financiero a los productores que tengan más del 5% de trigo y soja en su poder, generándoles tasas superiores. Es una contradicción.
Todos los integrantes de la cadena agroindustrial realizarán un esfuerzo extraordinario y esperemos que la mayoría lo logre, ya que la sumatoria de quebrantos impulsa un efecto dominó muy crítico. Se ponen en riesgo más de 255.000 puestos de trabajo directos e indirectos, por los 50 millones de toneladas de granos menos.
Más restricciones
Otras medidas que crean nuevos agujeros negros y se comen la actividad económica es el pretender aumentar la recaudación fiscal en casi 1 billón de pesos, a través de la suspensión hasta el 31 de diciembre del régimen de percepción que permitía, a las grandes empresas importadoras quedar exentas del pago del Impuesto al Valor Agregado y del Impuesto a las Ganancias. En consecuencia, las empresas importadoras tendrán un mayor costo que se trasladará a los precios de los bienes y servicios que requerimos los argentinos, impulsando un mayor nivel de inflación.
Según el último censo, en las empresas rurales hay más de 194.000 tractores, casi 23.000 cosechadoras, unas 75.600 sembradoras y 37.775 máquinas acondicionadoras de forraje y pulverizadoras, entre otras maquinarias, que requieren mantenimiento, neumáticos, repuestos y reposición, en un escenario de escasez y alto costo por las trabas a las importaciones y la elevada presión impositiva. Es decir, inflación en dólares de los insumos estratégicos importados, que abarca también a los fitosanitarios, fertilizantes y sistemas de alta precisión, entre otros. En definitiva, mayores costos de producción.
A estas medidas cortoplacistas se suma el show de los tipos de cambios múltiples, la Soja 3.0 y economías regionales, generando distorsiones en otras actividades productivas, como es el caso de la producción de carnes y discriminaciones entre productos.
Con la experiencia anterior quedó claro que el adelanto de divisas crea otro agujero negro en el ingreso de las futuras divisas. Debemos ir hacia la unificación cambiaria y la eliminación progresiva de los derechos de exportación, sin duda este sería el camino correcto para comenzar un sendero virtuoso e impulsar la inversión.
Es llamativo cómo se devalúa sin devaluar o se eliminan los derechos de exportación sin eliminarlos. Ante la emergencia y desastre agropecuario la medida de alivio fiscal llegará por la suspensión del pago de anticipo de ganancias, beneficios fiscales ante la venta forzosa de ganado y la suspensión de intimaciones y embargos de las cuentas bancarias, además se podrá diferir hasta la finalización del ciclo productivo siguiente el vencimiento de las obligaciones impositivas de pago de declaraciones juradas alcanzadas por el estado de emergencia y/o desastre agropecuario.
A esto se sumaría un plan de pagos de 48 cuotas para regularizar deudas con AFIP y ordenar la situación de los productores con el organismo, lo que facilitará el acceso a las líneas de financiamiento existentes en el marco de la emergencia agropecuaria.
Es evidente que la crisis del agro profundiza la crisis macroeconómica que atravesamos, pero los agujeros negros que crea el gobierno la empeora.
El menor ingreso de divisas, la falta de dólares, impactará negativamente en el nivel de actividad, la recaudación y la inflación, impulsando aún más los niveles de pobreza alarmantes que alcanzamos.
Pero las crisis traen oportunidades y hay que aprovecharlas para tomar medidas de fondo que brinden certidumbre y que permitan avizorar un futuro mejor, es hora de comenzar a transitar el camino hacia la estabilización económica, porque de lo contrario los agujeros negros continuarán restando bienestar a toda la población.
El autor es consultor en agronegocios
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