Es frecuente encontrar en la historia agropecuaria de la Argentina situaciones donde la colaboración y la asociatividad generan una mejora significativa de la producción.
Los productores están en constante necesidad de “adaptarse o morir’'. Cuesta encontrar alternativas que les permitan sostener la línea productiva manteniendo una exposición al riesgo razonable, que pueda hacer frente a estos embates macros y micros.
Es aquí donde emerge la figura de la “Siembra Asociada”. La misma ha tomado una gran relevancia ya que en comparación con el esquema tradicional de producción propia permite desarrollar un esquema de mayor flexibilidad y variabilidad que permite diversificar el riesgo.
¿Cómo empezar? Para iniciar este tipo de asociación es necesario rodearse de socios alineados en el sentido de lograr un beneficio integral por encima del individual y que la sinergia de cada una de las partes permita la escalabilidad sustentable y sostenible de la asociación.
Hay tantas diversidades de contratos de siembras asociadas como modalidades de aportes de los socios. Puede haber socios que aporten la tierra, otros las semillas o insumos y otros las máquinas para las labores.
Por otro lado, hay socios (en muchos casos empresas de comercialización de granos que suelen participar de este tipo de modelo) que podrían aportar conocimiento en la formación de precios de granos generando negocios que aseguren un piso de rentabilidad a cambio de quedarse con la originación de esa producción – en algunos casos adelantando el ingreso al momento del inicio de la campaña-.
Para tener en cuenta
Nobleza obliga a comentar los riesgos que trae este esquema productivo. La principal, como nombramos anteriormente, es que los socios deben estar alineados hacia el interés común. No rodearse de los socios adecuados puede ser muy perjudicial.
También es necesario que se genere y se comparta de manera clara y oportuna la información productiva y comercial entre las partes para que la misma permita tomar decisiones efectivas y facilite el monitoreo de estas.
En la misma línea hay que decir, que a diferencia del esquema tradicional, el modelo asociativo trae consigo una alta demanda administrativa; pero que es muy necesaria al momento de llevar los números claros entre los participantes.
Por ejemplo, en materia contable, se debe generar una metodología que permita registrar en las contabilidades individuales de los socios el equivalente al porcentaje de su aporte y que también permita contabilizar el resto de la información que excede al aporte individual para poder monitorear la información de gestión que facilite el análisis de las decisiones tomadas. De igual manera se extiende para el área impositiva, legal o financiera.
No obstante, esta carga no supera los beneficios que contiene la modalidad de siembra asociada y la posibilidad de crecer de manera sostenible. De manera individual, con un esquema de producción propia y en el contexto actual, sería más difícil.
El autor es socio de Barrero & Asociados
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