La prolongada y profunda sequía que está sufriendo gran parte del territorio nacional perjudica a todos. Las pérdidas superarán al superávit primario.
Los empresarios rurales realizan inversiones de alto riesgo a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio por un monto que supera los 43.000 millones de dólares, valor similar a las reservas que posee el Banco Central de la República Argentina (BCRA), es por ello que de producirse quebrantos generalizados, el perjuicio afectará a todos los habitantes del país.
En esta campaña agrícola nos toca jugar con una Niña muy traviesa, que persiste en mantener los suelos sin reservas de agua, dependiendo los cultivos plenamente de las lluvias y con la esperanza de que las próximas tormentas brinden una gran cantidad de agua para aminorar las pérdidas.
Debemos tener en cuenta que para que la soja cubra su requerimiento de agua en la pampa húmeda, se requeriría lluvias que acumulen entre 800.000 a 1,4 millones de litros por hectárea, difíciles de lograr.
Los granos tradicionales no son los únicos perjudicados, los pastos tampoco crecen sin agua, y de esta manera la ganadería vacuna de carne y leche, caprina y ovina, se enfrentan a graves dificultades. La pérdida de vientres y el mal estado físico de la hacienda provocan ventas forzadas y pérdidas de terneros para la próxima zafra, es decir menor oferta futura. Las economías regionales también se encuentran afectadas y sólo se salvan algunas pocas que han recibido buenas lluvias.
Dentro de este escenario crítico, toda la cadena tendrá perjuicios importantes. Una menor producción de toneladas significa menores ingresos para las empresas rurales y una menor demanda de servicios de transporte, acondicionamiento de semilla, acopio y procesamiento, entre otros.
Tengamos en cuenta que por cada millón menos de toneladas se pierden alrededor de 50.000 viajes de camión, que para 300 kilómetros produce una facturación aproximada de $ 4600, es decir que deja de transferirse desde el agro al transporte más de $ 153 millones, que con una estimación de 12 millones de toneladas menos que la estimada al inicio de esta campaña, las pérdidas se multiplicarán hasta rondar los 1800 millones de pesos.
Además, según las estimaciones actuales, dejarán de ingresar más de US$ 4600 millones en concepto de divisas, tan necesarias hoy en día para continuar con la política del Gobierno en mantener una devaluación controlada a razón de algunos centavos por mes.
A su vez, en concepto de derechos de exportación dejarán de ingresar al fisco alrededor de US$ 1400 millones, es decir, alrededor de $ 6000 millones, monto superior al superávit primario al alcanzado en 2011, de acuerdo con lo anunciado por el PEN, de $ 4919 millones. Por su parte las provincias y los municipios captarán menores ingresos por la caída en Ingresos Brutos y por los menores montos que recibirán del Fondo Solidario de la Soja.
El escenario manifiesta signos de alarma, que requieren de la grandeza suficiente por parte de nuestros gobernantes para racionalizar el gasto público y brindar alivio a los sectores productivos para aminorar el menor efecto dinamizador esperado por parte del sector agroindustrial. Recordemos que esta cadena es responsable del 35% del total del empleo y que es la generadora de divisas más relevante del país, más del 54% de las exportaciones. Por ello es relevante incentivar las mismas, eliminado las trabas a las exportaciones y mejorando la competitividad sectorial a través de la reducción de la elevada presión impositiva.
El autor es economista jefe de la Sociedad Rural Argentina
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