Hay lotes con rastrojos de la campaña pasada en los que no se implantó el cereal por la escasez de precipitaciones; otros países exportadores también vieron afectadas sus cosechas
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El calendario dejó atrás septiembre y octubre, los meses que conforman la fecha de siembra óptima para el maíz temprano. Al recorrer las rutas se ven muchos lotes con rastrojos de la cosecha gruesa 2021/22, que se habían asignado inicialmente al cereal, pero que permanecen ociosos porque las lluvias no llegaron y resultaría suicida implantarlo con un perfil seco y perspectivas de precipitaciones por debajo del promedio en lo que queda de 2022.
Así, el área sembrada con maíz temprano se derrumba, lo que se refleja en los precios al término, que cotizaban a US$/t264 a mediados de semana para la posición abril, y que resultan los más altos de los últimos cinco años. Las cotizaciones también se sostienen porque hay fuertes reducciones de oferta en los principales países exportadores.
“La cosecha estadounidense alcanzó 380 millones de toneladas en 2021 y caerá 30 millones en 2022, principalmente por cuestiones climáticas”, observa Carlos Pouiller, analista de mercados de AZ- Group. Ucrania, que supo ser el cuarto exportador mundial, vio desplomada su producción por la invasión rusa, lo que repercute, obviamente, en su capacidad exportadora.
Por su parte, la Argentina, otro importante exportador, sufrió la caída del área sembrada con maíz de primera por efecto de La Niña y hay gran incertidumbre sobre las posibilidades de implantación y rendimiento de los cultivos tardíos y de segunda. Esa limitada producción temprana se enfrentará con declaraciones exportación del orden de ocho o nueve millones de toneladas para las posiciones tempranas, lo que pone presión adicional al mercado del cereal.
Por otro lado, se estima que, por efectos de la seca, alrededor del 80 por ciento del cereal que se produzca corresponderá a cultivos tardíos y de segunda, sobre los que hay dudas sobre su rinde potencial. Es claro: ante un marco climático dudoso, muchos productores optarán por planteos defensivos, de menor costo, con densidades y dosis de fertilización conservadoras, más que por los esquemas de altísima producción empleados en años anteriores. Frente al difícil contexto descripto, Pouiller aconseja analizar la posibilidad de realizar coberturas flexibles a la suba poniendo pisos de precios, previo análisis de los resultados proyectados del cultivo en la campaña.
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