Las trabas a las importaciones están generando baja disponibilidad de fungicidas y muy poca variedad para elegir
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Gestionar los cultivos, con la influencia de la biología presente, las condiciones meteorológicas, económicas, psicológicas y sociales es difícil y complejo, pero construyendo conocimiento en base a la información que se va generando desde la ciencia, investigando en busca de respuestas a las nuevas preguntas que van surgiendo e interactuando con los diferentes actores del medio, se hace lo mejor que se puede y se sigue evolucionando.
Pero a veces, a veces se hace muy difícil cuando mete la pata la política. El manejo sanitario de cultivos como el trigo y la cebada lo debemos ver con una mirada integral, desde el momento que planeamos una rotación en un ambiente determinado, no solamente quedar en la simplificación de monitoreo, presencia de enfermedad, umbral, cultivo susceptible y aplicación de fungicidas (lo cual si se hace un monitoreo profesional ya es un gran paso).
Entonces, ¿cuáles son los puntos a contemplar para un mejor manejo y ralentizar el avance de las resistencias?
- El ambiente en el que nos situamos, tanto por el lado del suelo (microbiología, fertilidad, hongos patógenos de suelo) como el del clima (condiciones favorables para las enfermedades).
- La rotación a plantear, cuantos más años y cultivos pasen entre la siembra de un cultivo y la siguiente siembra del mismo cultivo mejor, mejor aún si pudiera ser una rotación con pasturas. Hay zonas, como el sudeste de Buenos Aires, en las cuales por bajas temperaturas los rastrojos se van degradando, pero 3 a 4 años después se sigue observando restos en superficie (por supuesto, hablando en sistemas con siembra directa). Este punto, que deberíamos poder manejar 100% desde la técnica termina muy afectado e influenciado por cuestiones económicas (precios, márgenes, etc.) y políticas (restricciones de comercialización, retenciones, etc.). En el sudeste de Buenos Aires en rotaciones agrícolas este año tenemos situaciones con 10% de trigo, 32% de cebada, 34% de girasol, 20% de maíz y 4% de soja de primera. Como podemos ver hay situaciones con trigo y cebada con antecesor trigo, cebada o maíz, lo cual nos lleva a tener que ajustar el manejo, sobre todo nutricional y sanitario.
- La elección del material genético, el cual suele estar muy influenciado por el factor potencial de rendimiento, luego calidad y por último comportamiento sanitario (por supuesto que hay excepciones en las cuales estos factores se combinan mejor). En el sudeste de Buenos Aires estamos sembrando el 70% de la superficie de trigo con variedades muy susceptibles a mancha amarilla y al menos un 75% de las variedades de cebada muy susceptibles a las manchas que la afectan (mancha en red, escaldadura y ni hablar ramularia). Precisamos que se sigan mejorando las variedades y que se logre un mejor comportamiento sanitario a las enfermedades presentes.
- El análisis sanitario de la semilla a utilizar, para poder impedir el ingreso de nuevos patógenos en la semilla, pero también para poder elegir bien los curasemillas a utilizar en función de las enfermedades que tenga la semilla. Y no nos olvidemos de hacer un buen tratamiento de semilla, ya que muchas veces no se hace un buen “curado” y el producto queda mal distribuido.
Todo esto ya está jugado esta campaña para el trigo y la cebada, tomemos nota para seguir mejorando. Pero, ¿qué está pasando ahora?
- Planificamos una nutrición balanceada de los cultivos, con base en un análisis de suelo, y luego llevarla a cabo en los momentos adecuados, con productos eficientes y bien aplicados (¡para esto debemos evaluar y calibrar la maquinaria!). Recordemos que esto, además de en el rendimiento y la calidad del producto, influye en el comportamiento del cultivo ante el ataque de enfermedades.
- Seguir realizando un monitoreo de forma profesional, ajustándolo a cada realidad, pero basado en el conocimiento del ambiente, del cultivo, de las enfermedades y de las herramientas disponibles para manejar todo esto. Esto significa dedicarle el tiempo necesario, ni más, ni menos. Y si tenemos dudas, ¡consultemos a especialistas y llevemos muestras al laboratorio!
- Utilizar los umbrales de acción definidos para la toma de decisiones y ajustándolos a la realidad productiva en cuestión. Es malo adelantarse y realizar un control “por las dudas”, es malo atrasarse y realizar un control ineficiente, recordemos que el control de enfermedades suele no ser del 100% (sobre todo en manchas) y si cuando aplicamos hay mucha enfermedad, el remanente que sobreviva va a ser mucho.
- La elección del fungicida es un tema enorme, debemos elegir mezclas que controlen las enfermedades presentes con más de un modo de acción, aplicar mezclas no siempre asegura esto, debemos ver principios activos y concentraciones para definir qué es lo mejor para las enfermedades presentes. Si tenemos que realizar más de una aplicación en el ciclo del cultivo rotar estos principios activos, haciendo foco en rotar modos de acción. Este punto es puramente técnico (la técnica también debe contemplar las relaciones costo/beneficio) ¿o también político? Vamos, no sean ansiosos que este tema lo seguimos al terminar este punteo.
- ¿Y los biológicos y bioestimulantes? Suman, por ahora la información no es contundente en todas las situaciones, pero es bueno sumarlos para apuntalar los fungicidas y ayudar al manejo de enfermedades desde otro ángulo.
- No nos olvidemos de lo importante de la calidad de aplicación de todos estos productos, sin ahondar en el tema pensemos en la capacitación de los operarios, la verificación del estado de las pulverizadoras, la evaluación periódica de la calidad de aplicación con diferentes estrategias para distintas condiciones, etc. Y que es muy importante el ingreso de producto dentro del canopeo… hasta en trigo que muchas veces se plantea la importancia de curar la hoja bandera y las dos que le siguen, pensemos que si no reducimos el inóculo en las hojas de abajo en un par de semanas vamos a estar de nuevo con las hojas de arriba enfermas.
- Seguir monitoreando y evaluando qué sucede luego de los controles, y ante cualquier duda o sospecha de resistencia re-chequear esta lista de acción y consultar a un especialista.
Bueno, ya está, tenemos todo resuelto, ¿o no? ¿Qué está pasando actualmente? En el norte de la región triguera ya se hicieron presentes las royas y van avanzando, en el sudeste de Buenos Aires se ha observado baja presencia de royas y ya van a llegar las manchas. En cebada, en el sudeste bonaerense, estamos en macollaje y muy complicados ya que las manchas (sobre todo mancha en red) se observa con incidencias del 2% hasta el 90%, dependiendo rotación, variedad y manejo hasta el momento, con la mayoría de los lotes entre 10 y 20% de incidencia.
Pero el problema más difícil es que metió la pata la política, y no porque las manchas y las royas estén armando un partido político en contra de la cebada y el trigo, sino porque la traba a las importaciones está generando que en el mercado local haya baja disponibilidad de fungicidas y muy poca variedad para elegir, gran parte de los productos están en la aduana esperando que se asignen dólares para que puedan ingresar. Esto nos lleva a que pareciera que los fungicidas no van a alcanzar, que no vamos a poder elegir el mejor para cada caso y que no vamos a poder rotar los modos de acción.
Se pone en riesgo el manejo técnico para reducir la probabilidad de generar resistencia de enfermedades y entre un 5% a un 25% de la producción de trigo y cebada, además de que esta puede tener una menor calidad, lo cual, por supuesto que influye en el bolsillo del productor, pero también en la actividad económica de los pueblos del interior por haber menos movimiento de insumos y luego aún un menor movimiento de productos, menos inversión futura y en definitiva un menor ingreso de dólares por exportaciones.
Este es un ejemplo más en el cual las políticas (las malas políticas), además de impactar de forma negativa en todos, desde los pueblos del interior hasta las grandes ciudades, y seguir provocando la falta de dólares que necesita el Estado para gestionar el país, nos ata de manos para definir el mejor manejo técnico de un cultivo. La mala política fomenta desde el hambre y la depresión del tejido social y productivo, hasta temas que parecen tan lejanos y pequeños como la generación de resistencias en la agricultura.
El autor es ingeniero agrónomo y asesor de Agroestudio Viento Sur SRL
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