Recomiendan hacer cálculos anticipados para estimar los resultados económicos de la empresa y evaluar los montos de las obligaciones por pagar
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La alta inflación que está vigente en la Argentina distorsiona el valor de los inventarios de las empresas agropecuarias y genera ganancias ficticias en un balance impositivo. Si se agrega, además, la tonificación de precios agrícolas por motivos internacionales y por la sequía doméstica, se puede llegar a un resultado fiscal alarmante en muchos casos, si no se toman decisiones a tiempo para amortiguarlo.
En el escenario descripto los empresarios agropecuarios no deberían quedarse estáticos. “El primer paso para evitar sorpresas en el futuro pago de impuestos es generar, con el equipo contable o con los asesores impositivos, la correspondiente planificación fiscal, como un ejercicio mensual más de los muchos que se deben realizar en las empresas. “Hay que hablar con tiempo con los contadores y asesores para planificar una estrategia fiscal”, aconseja Diego Curat, director de AZ-Group.
“Nuestras empresas invierten mucho dinero en la aplicación de nuevas tecnologías de producción, pero frecuentemente no se hace lo mismo con los temas que tienen que ver con el mayor socio que es el Estado. Hay que asesorarse con profesionales que ayuden a pensar y a desarrollar estrategias que, dentro de la legalidad, defiendan a la empresa de la descapitalización por exigencias impositivas”, agrega.
“La planificación impositiva exige a los líderes de las empresas dedicarle tiempo de calidad a estos temas, en la misma o mayor medida que se hace con los temas de producción, de comercialización o de capital humano, sobre todo en nuestro país donde, producto de la alta inflación, el impuesto a las ganancias está totalmente distorsionado y porque se pierden las referencias sobre el valor de las cosas con el correr de los días”, destaca.
Por otro lado, hay que tener claro que la planificación fiscal va de la mano de la planificación financiera. “Se debe calcular la necesidad de fondos que se va a tener al cierre del ejercicio y de dónde saldrán. Sobre esa base hay que trabajar con los dos presupuestos a la par”, recomienda el experto.
Impuesto a las ganancias
Muchas empresas agropecuarias cierran ejercicio el 31 de diciembre y el actual es buen momento para tirar los primeros números para avizorar un escenario probable para la liquidación del impuesto a las ganancias, uno de los de mayor gravitación en el resultado económico.
Hay que considerar que este tributo exige un pago al cierre del ejercicio, pero además genera anticipos en el año siguiente. Sí se trabaja mal, el impuesto impacta en el pago del saldo final, pero también en los adelantos que se abonarán a lo largo del año siguiente.
Curat explica que para atenuar la incidencia del impuesto a las ganancias en las empresas agropecuarias hay una serie de alternativas dentro de un marco de legalidad. Por ejemplo, se pueden buscar opciones de diversificación productiva, como forestación, producción de carne porcina, producción de leche, desarrollo u apoyo a nuevas empresas tecnológicas del sector, etc., que permitan hacer inversiones que darán una renta en el mediano plazo, pero mientras tanto generan gastos que se puedan descontar del impuesto por abonar este año.
Otra posibilidad es el pago de beneficios o bonus al personal antes del cierre del ejercicio. Habitualmente, se espera la finalización del ciclo para establecer premios a cada integrante del equipo. En 2022 esta decisión puede adelantarse, por lo menos, en un porcentaje del total por distribuir.
Las empresas agrícolas pueden evaluar iniciar inversiones en actividades ganaderas comprando vacas o capitalizándolas. En las empresas ganaderas puras se puede intensificar el modelo con maíz o alimento balanceado para aumentar el peso de faena, lo que puede no generar beneficios económicos muy importantes por cabeza, pero sí se generará un beneficio impositivo a nivel de gastos.
Otra posibilidad son las inversiones en infraestructura. Se pueden adelantar las que se pensaban concretar en los próximos dos o tres años, como arreglo de mangas y bebederos, nuevo molinos y aguadas, etc.
Como síntesis de lo propuesto, Curat dice que “la cuestión impositiva debe tener un proceso simple en la empresa, pero con mucha planificación anticipada. Así como se planifica un plan de siembras o una cadena forrajera, también hay que desarrollar una planificación impositiva en el calendario de actividades de la empresa”.
“Habitualmente, el contador y otros asesores en esta materia son vistos como un costo, pero en la práctica son inversiones que ayudan a generar la mayor renta posible en las empresas. Para alcanzar buenos resultados hay que tener buenos contadores y pedirle planes de trabajo concretos para evitar sorpresas con elevados pagos imprevistos. Además, una vez calculado el impuesto final, hay que analizar cómo se generan los recursos para cancelarlo”, concluye.
Planificación fiscal
Para Juan Martín Bartolomé, responsable de Administración de AZ-Group, “son muchos los factores que inciden en la rentabilidad de la empresa agropecuaria. Entonces, abordar la actividad de forma sistémica, contemplando todas las aristas del negocio, también implica poner foco en la planificación fiscal alineada a los objetivos de la empresa”.
La primera medida para desarrollar una adecuada planificación impositiva es un buen diagnóstico de la situación en la que se encuentra la empresa. “La base de toda planificación fiscal es una contabilidad sólida, en la que se registren correctamente las operaciones y la información circule fluidamente”, aconseja Bartolomé. Una administración con procesos claros y bien definidos permite efectuar controles cruzados y corregir desvíos a tiempo. Además, una contabilidad bien llevada permite hacer una proyección del negocio y comenzar a trabajar con pre balances para empezar a definir las estrategias de cara al cierre de ejercicio.
Según el contador, en la planificación fiscal hay varios puntos por considerar. Así, en las empresas ganaderas hay que planificar los stocks de cierre de ejercicio. Vale recordar que la valuación impositiva de la hacienda será diferente para un establecimiento ganadero de cría que para un ganadero de invernada. El primero valuará sus existencias al costo estimativo por revaluación anual y el segundo a valores de mercado.
“Sobre los establecimientos de cría hay que saber que se está valuando a un sistema de costo fijo para hembras destinadas a vientres, a un 60% del precio promedio ponderado de la categoría de machos más vendida del último trimestre del ejercicio”, aclara Bartolomé. Para el caso de que no se tenga categoría más vendida en ese plazo, se deberá recurrir a la categoría más comprada o, si tampoco existiera, a las ventas en el mercado en que el ganadero acostumbra a operar. Es importante destacar que la categoría elegida como más vendida debe ser representativa en función de cómo se ha vendido esa misma categoría en todo el año.
Tanto en un tipo de establecimiento como en otro, hay que analizar el impacto fiscal de las operaciones que conviene hacer: vender, comprar, retener y, además, considerar como impactan las pariciones de acuerdo al ciclo productivo en el cierre de balance.
Para las empresas agrícolas, Juan recuerda que la valuación de stocks es a precios de mercado. Para avizorar el impacto impositivo, habría que proyectar los precios de todos los granos y el tipo de cambio futuro.
Es habitual que, sobre los cierres de balances, las empresas tomen acciones de compras de insumos o realicen inversiones en activos fijos para tomar gastos que ayuden a disminuir el impacto impositivo. Aquí vale un comentario adicional: en lo que respecta a la compra de insumos agrícolas –por ejemplo semillas o agroquímicos- se debe considerar que si estos ya fueron aplicados a un cultivo, el importe del gasto incurrido deberá quedar activado en la sementera, rubro que se encuentra dentro de los bienes de cambio y representará a los cultivos en producción y crecimiento. Por lo tanto, este gasto incurrido formará parte del costo del período siguiente, una vez que se comience con la cosecha. Para el caso de inversiones en activos fijos –por ejemplo un tractor- se debe tener en cuenta su imputación al rubro Bienes de Uso, con su correspondiente amortización como único concepto admisible como gasto.
El rubro Bienes de Cambio es uno de los principales que toda administración agropecuaria debe gestionar eficientemente, en lo que respecta al control de stocks y de inventarios, ya que, aplicada una correcta valuación, será uno de los rubros más significativos que puedan generar impuesto por pagar al cierre de ejercicio.
En términos contractuales, se debe definir cómo debe seguir operando la empresa: si le conviene realizar contratos de arrendamiento o de aparcería y analizar cuál es el impacto fiscal final de cada uno.
Por último, el ajuste por inflación también exige asignarle mayor preponderancia a la proyección del impuesto, ya que a partir de los balances iniciados el 1 de enero de 2021, el cómputo del ajuste por inflación es un 100% en el periodo 2022. “Es importante destacar que las empresas ganaderas de cría deben prestar especial atención a este punto, ya que un endeudamiento para compra de hacienda y su contrapartida de valuar a costo fijo los stocks, pueden dejar a la empresa en una posición de mayor pasivo que activo computable y generar un impuesto a pagar para el periodo siguiente, producto de este esquema de liquidación”, advierte el profesional.
También será muy importante el impacto del ajuste por inflación en la compra de bienes de uso. El sector está advirtiendo que la compra de un bien de uso financiada puede traer grandes problemas, ya que estos no son computables como activo para la liquidación del ajuste por inflación, y gran parte de las empresas toman créditos para acceder a la compra, situación que se asemeja al párrafo anterior y genera un impacto indeseado en el impuesto.
Como conclusión, Bartolomé dice que “son muchos los aspectos por considerar en una planificación fiscal, pero el punto de partida es siempre una contabilidad ordenada y detallada, que permitirá tener una visión integral y llegar a las mejores decisiones. Para esto también se requieren profesionales capacitados y que estén atentos a cualquier nueva situación que pueda ser aprovechada dentro de las normas vigentes. De esta forma, la Administración puede convertirse en el área estratégica que las empresas agropecuarias actuales requieren.
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