Una visualización refleja cómo varió su tamaño desde 1972. Pasó de 953 hectáreas a un pico de 37.770 hectáreas en 2001 para hoy ocupar 28.860 hectáreas
La firma ScanTerra relevó, a través de imágenes satelitales, el crecimiento de la laguna La Picasa en el sur de Santa Fe entre 1972 y 2017. Los desbordes de la Picasa ocasionan graves problemas en la producción y afectan a poblaciones cercanas, como Aarón Castellanos, Diego de Alvear y San Gregorio.
Recientemente, la Corte convocó a una audiencia pública a autoridades de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, además del gobierno nacional y a productores, por los conflictos interjurisdiccionales generados por la emergencia. Allí, los productores relataron su drama por los desbordes.
"Fui testigo de cómo se inventó la cuenca, como las provincias no podían dar respuestas a lo que estaba pasando acordaron depositar los excedentes hídricos en una laguna que tenía unos 1500 metros por 1,50 metros de profundidad", contó en esa oportunidad Eduardo Salleras, ex tambero y ex presidente comunal de Aarón Castellanos, un pueblo santafecino de 500 habitantes y 42.000 hectáreas que pasó de estar a 10 kilómetros de la laguna a quedar a 3000 metros.
"A donde había un ferrocarril, una estación de trenes hoy tenemos cinco metros de agua", agregó el productor. Planteó que en la zona "se hicieron trabajos, pero mal" y "lo que era un problema grave es hoy una catástrofe".
Ante la Corte, el gobierno nacional propuso una obra de unos $ 10.000 millones -financiando el 70%- para drenar el agua al río Paraná. "Es la propuesta pero no avanzaremos hasta no tener la autorización por escrito en actas firmadas de las provincias, porque los trabajos son en sus territorios, ellas se deben encargar de las expropiaciones y de liberar la traza", indicó el subsecretario de Recursos Hídricos de la Nación, Pablo Bereciartua.
El incontenible avance de la laguna cambió por completo la vida de los productores de la región. Muchos fueron expulsados de la actividad.
"Desde el año 98 que no pude entrar más al campo. Hacíamos cosecha y teníamos novillos de engorde y vacas de cría, además de un tambo de 1500 litros. Cuando nos empezó a correr el agua, comenzamos a vender hacienda hasta que no quedó nada. Las últimas 150 vacas que teníamos apenas pagaron la indemnización del puestero que teníamos hacía 28 años. Nos quedamos sin vacas, sin plata, sin nada" recordó Federico Furno.
Edgardo Nou, productor de la zona, se hizo pescador durante un tiempo. "Armé una empresa con todos los papeles en regla para abastecer de pejerrey a empresas exportadoras. Llegamos a tener tres lanchas y fuimos los primeros que usamos GPS en el campo, mejor dicho en la laguna, para ubicarnos donde teníamos las redes. Lo hice por un tiempo, por necesidad. Porque no soy pescador, soy productor", afirma Edgardo, que volvió a la actividad y ahora tiene una empresa contratista de cosechadoras.
Nicolás Rivera
LA NACION