Si el pochoclo, ese compañero infaltable en el cine hablara, seguramente diría que la realidad por la que está pasando el maíz pisingallo, el cereal que se usa para producirlo, es una típica película de terror.
A la Argentina le llevó entre 25 y 30 años desarrollar la industria del pisingallo, convertirla en líder mundial en los últimos cinco con exportaciones por unos US$120 millones, pero, dicen en el sector, en menos de un año ya se la puso a tambalear. Se proyecta una caída del 30 al 40% en la producción y en las exportaciones de la campaña 2019/2020, mientras que los números se mudan a terreno negativo.
Un doble efecto puso los números en rojo. El pisingallo, que tenía 5% de retenciones con el kirchnerismo, pasó a 0% ni bien asumió el presidente Mauricio Macri. Sin embargo, en septiembre del año pasado el Gobierno reimplantó los derechos de exportación con una tasa equivalente al 10%. De un valor de US$500 FOB la tonelada, 50 van para el Estado.
Antes, además, en agosto de 2018 había bajado los reintegros a las exportaciones de 3,4 a 1%. Eso significó la pérdida de unos 12 dólares por tonelada. Así, en menos de dos meses, empezaron a salir del bolsillo de las empresas unos 60/62 dólares por tonelada.
El aporte fiscal con el nuevo esquema de retenciones del sector pisingallo es bajo. Son unos US$12 millones. Una cifra que, no obstante, en las empresas dicen que si se quedara en la cadena sería vital.
Las consecuencias ya están a la vista. En la última feria de alimentación de Gulfood en Dubai, a las empresas les fue "pésimo", según describió Sergio Casas, vicepresidente de la Cámara de Procesadores y Exportadores de Maíz Pisingallo (Campi). En rigor, los compradores en esa feria les hicieron notar a las compañías argentinas que habían perdido competitividad y que Brasil estaba más conveniente para adquirir el producto.
Con unas 45.000 a 50.000 toneladas exportadas, el vecino país está lejos de las 200.000/220.000 toneladas que suele exportar la Argentina, pero es un competidor amenazante. "Hace cinco años no existía como exportador, pero vino creciendo y en los últimos años le empezó a sacar (participación de mercado) a la Argentina", señaló Casas. En los noventa, la Argentina le sacó el negocio a los Estados Unidos, que coloca unas 140.000 a 160.000 toneladas en el mundo. Hoy el país tiene que lidiar con Brasil y los Estados Unidos.
"Salimos a exportar impuestos cuando Estados Unidos y Brasil no los tienen", apuntó Casas, que alertó: "Si todos los años exportamos 200.000 toneladas, para 2020 (con la siembra que se hará en la primavera) serían 120.000/130.000 toneladas", apuntó.
Los seis principales destinos de exportación son Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Perú, Colombia, Ecuador y Marruecos. En tanto, el mercado interno no demanda más de 5000 toneladas, según los años.
Carlos Uranga, presidente de CAPI, destacó que, tras la suba de las retenciones el año pasado, las empresas tenían mercadería ya pagada a los productores y tuvieron que absorber ellas mismas ese cambio.
La producción del maíz pisingallo se hace con contratos entre productores y exportadores. Para la nueva campaña, el actual contexto podría dificultar las condiciones de contratación.
""Esperamos una baja del 30 al 40% en la producción", apuntó Uranga. "Seguimos siendo número uno en el mercado (de exportación), pero vamos a perderlo si esto se sostiene", agregó.
La actividad de las plantas procesadoras es federal. Se realiza desde Salta hasta Bahía Blanca. Hay unas 20 plantas con unos 35 a 40 empleados cada una, en tanto que después existen otras 40 plantas con unos 20 empleados en promedio.
"Vamos a perder fuentes de trabajo con estas condiciones", alertó Uranga. Según trascendió, ya hay 5-6 empresas desarmando sus posiciones de exportadoras.
El presidente de CAPI contó que la entidad ya le ha planteado al Gobierno el doble impacto de las retenciones y de la baja de los reintegros. "Estamos hablando y conocen (el problema), pero no prometieron nada", dijo. En el sector piden que se reduzca la carga tributaria.
Las retenciones que dispuso el Gobierno el año pasado pesan más sobre un producto con agregado de valor como el pisingallo. Mientras el pisingallo tributa 50 dólares por tonelada de retenciones, el maíz común lo hace con 15 dólares por tonelada.
"Si queremos ser supermercado del mundo, seamos coherentes", remarcó Casas en alusión al lema del Gobierno que invita a exportar productos de mayor valor agregado.
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