La ancha cinta de cuero tenía como fin preservar la zona abdominal en las peleas y formaba parte del uniforme militar
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Para sujetar los calzones, el chiripá y, posteriormente, las bombachas, nuestros hombres de campo usaron una larga faja tejida que solía terminar en flecos. Julián Mellet, que estuvo en la primera década del siglo XIX, afirma que nuestros paisanos “usan cinturones de diversos colores en donde llevan su puñal”.
Sin duda esa ancha cinta de cuero, unida con una gran hebilla de metal que se puede observar en la iconografía europea, tenía como fin preservar la zona abdominal en las peleas y formaba parte del uniforme militar.
Originalmente esa tira de cuero era unida en sus extremos por dos monedas o botones unidos, llamadas yuntas, que serían el origen de la rastra. Una de las primeras imágenes de nuestros paisanos, siguiendo a Bonifacio del Carril, se trata de un grupo de tres paisanos, publicado por William Holland en Londres en 1808, titulada Pions of Buenos Aires (Peones de Buenos Aires). Están frente a una imaginaria pulpería montevideana y sirvió para ilustrar los recuerdos de este personaje que estuvo en el Río de la Plata. Uno de ellos, de espalda con el poncho sobre el hombro izquierdo, lleva a la cintura un fino tirador de cuero en el que se ven dos cuchillos con las vainas cruzadas.
Los hermanos Juan y Guillermo Parish Robertson fueron excelentes observadores de la vida rural al comenzar la segunda década del siglo XIX. En la descripción de la indumentaria del capataz dicen: “Tiene algo de estanciero criollo y algo de militar. Viste chaqueta azul, pantalón de lana y botas de potro, chaleco de felpa rojo, con botones de metal, ancho y lujoso cinturón de cuero que ostenta monedas españolas y un puente de eslabón de plata, como los botones de camisa que se usaban antiguamente”.
Los tiradores eran fabricados en cuero flexible, al comienzo tenían solo una tira de distinto ancho, después comenzaron a adosarse bolsillos, generalmente tres, uno dorsal de gran extensión y uno a cada lado. Algunos eran de cueros más finos, de potrillo o ciervos, llevaban adornos o bordados, los más lujosos se forraban en terciopelo y hasta de seda.
A esto debemos agregar que esos bolsillos servían para llevar algunos billetes y, en algunos casos de gauchos ricos o estancieros propietarios, se agregaba un pequeño bolsillo donde guardar el reloj. Prueba del lujo de estos nos lo dejó el francés Adolfo D´Hastrel en el retrato de uno de ellos que, según anotó el artista, se trata de Gervasio de Posadas, con barba unitaria y pelo largo con un rico tirador bordado cuya botonadura no se puede ver al quedar oculta por el chaleco.
Los tiradores se hallan presente en nuestra iconografía en varios artistas. Uno de los más interesantes es el “Soldado de la guardia de Rosas” pintado en cuero por Raimundo Q. Monvoisin, en su breve estadía en Buenos Aires, que ilustra el artículo.
Se trata de un gaucho aparentemente mestizo por su rostro. En la mano sostiene un mate, soldado federal sin duda por el color rojo de la chaqueta y de la gorra de manga. Recostado en un murete de ladrillos el tirador de cuero con bolsillos tiene cuatro grandes monedas de plata que sirven de botones y se luce esta prenda que estudiamos en tan interesante retrato.
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