Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), hay una menor productividad que, si desapareciera, el país podría producir 12 millones de toneladas más; los factores que limitan el crecimiento
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Solo el cierre de brechas en soja entre la Argentina y Brasil podría incrementar las exportaciones en más de US$5000 millones. Ese dato lo brindó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que comparó el rendimiento del grano entre ambos países.
“Si avanzamos 20 años en el tiempo y tomamos el rinde promedio de las campañas 2018/19- 2022/23, obtenemos prácticamente el mismo número: 2,71 toneladas de soja por hectárea. Realizando el mismo análisis para el Brasil, nos encontramos con un rinde de 2,77 toneladas por hectárea a los inicios del siglo pasado. Sin embargo, nos encontraremos con que en las últimas dos décadas el rendimiento de soja en Brasil ha pasado a ser de 3,43 toneladas por hectárea en sus últimas campañas”, señalaron.
Destacaron que, mientras los rindes promedios de soja en Brasil crecieron 24% en los últimos 20 años, los de Argentina se han mantenido relativamente estancados. “Más aún, los datos de este análisis consideran la excepcional cosecha 2022/23, que fue un desastre productivo para la Argentina y la mejor cosecha de la historia del Brasil. No obstante, si excluyéramos dicha campaña, el rendimiento promedio argentino pasaría a 2,82 toneladas por hectárea, lo que nos daría una brecha aún relevante respecto de los rindes del Brasil”, indicaron.
En rigor, en la entidad bursátil aseguraron que, “si esta brecha de productividad entre Argentina y Brasil se cerrara, se podría producir más de 12 millones de toneladas adicionales de soja que, valuado a los precios FOB actuales, representaría cerca de US$5144 millones”.
En este escenario, además del crecimiento de la producción agrícola, “este cierre de brechas también redundaría en un alza del procesamiento de soja por parte de la industria aceitera, recortando su capacidad ociosa y apuntalando la demanda global de aceites y harinas; el cierre de brechas daría pie para un muy necesario repunte exportador”.
Explicaron que son muchos los factores que muestran la divergencia de rindes de las últimas décadas entre Brasil y la Argentina. “No caben dudas que el impacto climático y la dinámica de lluvias de cada cosecha es determinante a la hora de analizar los rindes productivos de cualquier cultivo en cada coyuntura. Sin embargo, el uso de semillas y la aplicación de tecnología a través de múltiples desarrollos es uno de los elementos claves a la hora de analizar estructuralmente la productividad de la agroindustria. Trabajos científicos muestran que se mantuvo una cierta ganancia genética en el país pero de menor valor que en Brasil, que además tuvo un salto genético con cambios promovidos por empresas argentinas, de acuerdo con información provista por Acsoja”, detallaron.
En este sentido, dijeron que el mayor ingreso disponible de los “productores brasileros les ha permitido amplificar sus inversiones en tecnología en niveles superiores a las cadenas de valor argentinas”. Entre las múltiples razones de esto último, “la ausencia de derechos de exportación en el Brasil ya de por sí da una ventaja de ingreso disponible a la producción brasilera por sobre la argentina”.
“Consecuentemente, esta mejora del ingreso disponible redundó en elevados volúmenes de inversión en el vecino país, con énfasis sobre la investigación y desarrollo en mejoramiento genético. En el caso de la soja, uno de los datos que da cuenta de ello es el registro de nuevas variedades de soja, que en 2023 tocó un máximo histórico”, comentaron en el organismo rosarino.
“Con 337 nuevos eventos registrados, Brasil coronó cuatro años consecutivos de crecimiento en registro de variedades de soja, según datos de su Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAPA) provistos por Acsoja. No conforme con ello, Brasil viene consolidando un volumen de registros muy por encima de la Argentina, tendencia que se muestra desde 2011″, expresaron.
En este sentido, de acuerdo con datos de Acsoja, “Brasil triplica a la Argentina en programas de mejoramiento genético de soja”. “No conforme con ello, con más inversión promedio por programa, Brasil duplica en eventos biotecnológicos a la Argentina. La Ley de Protección de Cultivares de 1997 del Brasil fue relevante en esta línea, generando protección mediante certificación y garantizando la propiedad intelectual de la semilla al obtentor”, dijeron.
“El sector semillero ha tenido especial preponderancia para la dinámica productiva de la soja en la Argentina. El aumento de la eficiencia agrícola y el fortalecimiento de la defensa contra enfermedades, insectos y herbicidas en los campos, gracias al desarrollo de paquetes tecnológicos, tiene a la semilla como un insumo esencial para el agro. Las innovaciones provenientes de los avances en biotecnología y el mejoramiento convencional de semillas se hacen fundamentales para apuntalar la producción. Más aún, y como fuera oportunamente destacado, los principales beneficiarios de estos desarrollos han sido los productores”, agregaron.
En conclusión, para la BCR, “la persistencia de los derechos de exportación y las mejoras potenciales no aplicadas en lo que hace al reconocimiento de propiedad intelectual vienen limitando este crecimiento productivo argentino”.
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