Según expertos consultados por LA NACION, el fenómeno, que suele generar precipitaciones por debajo de lo normal, sigue con una intensidad débil, pero hay incertidumbre para enero y febrero, críticos para los cultivos de soja y de maíz
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Las lluvias de los últimos dos meses cambiaron el panorama inicial de la campaña gruesa de soja y maíz. El aumento de las precipitaciones mejoró las reservas de humedad y se generó un escenario más favorable y parejo en comparación con el inicio de la primavera, cuando la sequía generaba preocupación por su posible continuidad en esta etapa. A pesar de estas mejoras, persisten dudas sobre lo que ocurrirá en el verano, etapa en la que se definen los resultados productivos de la campaña. Los especialistas señalan que noviembre terminará con buenas lluvias y diciembre será un mes con alta actividad pluvial. Sin embargo, los modelos a largo plazo apuntan a la llegada de La Niña, un fenómeno que, aunque más débil y menos duradero, sigue siendo relevante.
Así lo aclaró en diálogo con LA NACION Florencia Poeta, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), quien indicó: “Los modelos de pronósticos hoy apuntan a que, a corto plazo, lo que esperamos para estos días es que continúen las condiciones inestables. Esto implica un nuevo ingreso de frentes que podrían generar lluvias con la transición a diciembre. Ya de cara a diciembre hay una alta probabilidad de que comience con una dinámica pluvial activa”.
En cuanto al largo plazo, aclaró: “La atmósfera está muy inestable, y esto genera mucha volatilidad en las proyecciones. Lo que estamos viendo es que las proyecciones internacionales siguen indicando un leve enfriamiento del Pacífico ecuatorial central, es decir, relacionado con el fenómeno de La Niña, aunque esta ha perdido fuerza tanto en la intensidad como en la duración”.
Este enfriamiento en el Pacífico no es un fenómeno aislado, sino que se alinea con lo que ocurre con otras masas de agua. “En particular, en nuestra región, en el Atlántico, observamos un calentamiento por encima del promedio histórico. Y esto puede tener un doble impacto en nuestra región: por un lado, aumenta la probabilidad de lluvias, pero por otro lado incrementa el riesgo de eventos extremos”, advirtió.
Los eventos extremos, como los fenómenos de granizo y ráfagas fuertes que ya se han registrado en varias localidades de la región pampeana en los últimos días, también son motivo de preocupación. “Por ejemplo, en La Playosa, en Carlos Pellegrini y en Ordóñez, hubo granizo y fuertes ráfagas que no solo dañaron cultivos implantados, sino que generaron pérdidas materiales para los productores”, mencionó Poeta.
Dudas
Además de los efectos inmediatos, Poeta señaló que la inestabilidad climática aumenta la incertidumbre en las proyecciones meteorológicas a largo plazo. “Esto genera incertidumbre en las proyecciones meteorológicas a largo plazo, lo que introduce ‘ruido’ en las estimaciones actuales”, afirmó. “Al haberse debilitado este forzante a escala global, como es La Niña, la dinámica meteorológica está dependiendo principalmente de factores regionales”, explicó Poeta.
Poeta destacó el rol de las lluvias en el cierre de la campaña fina, de trigo y cebada, y para el inicio de la campaña gruesa: “En octubre terminó con lluvias por encima de la media y noviembre está terminando de la misma manera. Las lluvias que se produjeron en estos meses fueron determinantes para la región núcleo”.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) informó que la cosecha de trigo en la región núcleo ya ha alcanzado el 50% de avance, lo que representa unas 650.000 hectáreas recolectadas. Los rendimientos han mostrado una mejora, con un aumento promedio de 35,4 a 37 quintales por hectárea (qq/ha). Sin embargo, los rendimientos varían considerablemente según la zona. “En el nordeste bonaerense los rindes superan los 40 qq/ha, mientras que en el noroeste se esperan valores cercanos a los 33 qq/ha”, explicó Poeta.
Por su parte, el agroclimatólogo Eduardo Sierra indicó que “las lluvias que se están dando tienen un toque característico de La Niña, porque son lluvias localizadas, de corta duración y con granizo”. Sin embargo, aclaró que el fenómeno suele manifestarse con mayor fuerza al comienzo del verano y durar hasta los primeros días de marzo. Este fenómeno tiene un impacto directo en el rendimiento de los cultivos, pues se trata de la etapa crítica. “Para enero y febrero se espera una falta de lluvias, sobre todo hacia el interior, en el límite común entre Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Buenos Aires”, explicó.
No obstante, los pronósticos siguen indicando que se tratará de una Niña débil, lo que reduce la intensidad del fenómeno. “Luego, en otoño —marzo, abril y mayo—, las lluvias volverían a ser normales. Tiene que ser muy excepcional que una Niña provoque un otoño seco; eso ocurrió en 2008 y 2009, porque ya veníamos de una Niña. Lo mismo sucedió en 2023, cuando tuvimos tres Niñas seguidas. En este caso, venimos de un Niño, por lo que en la primavera no está actuando con fuerza, pero el verano es donde está el peligro”, concluyó Sierra.
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