La incógnita electoral quedó despejada y a partir del 10 de diciembre próximo comienza un nuevo ciclo político. El triunfo de Jaiver Milei sobre Sergio Massa abre un horizonte de expectativas favorables para la producción agropecuaria. Claramente, el candidato liberal-libertario fue el que, durante la campaña, expresó que a los productores les metían las manos en los bolsillos con la presión impositiva, vía los derechos de exportación, las intervenciones en los mercados y el irrespeto a las normas básicas del derecho de propiedad.
Además, vale recordar lo que el propio Milei dijo en la jornada con los precandidatos presidenciales, organizada por la Sociedad Rural Argentina, en julio pasado. Allí propuso la unificación cambiaria y la eliminación total de las retenciones y la derogación de las trabas al comercio. Calculó que con esas medidas “la tasa de crecimiento anual compuesto del sector podría pasar a niveles del orden del 15%”, dijo, lo que haría duplicar la producción en cinco años.
Pero, claro, una cosa es expresarlo en la campaña electoral y otra distinta es concretarlo en el Gobierno. En el corto plazo, la situación macroeconómica es muy delicada. Esta semana, el presidente electo, en declaraciones radiales, ratificó su propósito de eliminar las retenciones, pero dijo que antes debe solucionarse la cuestión de las Leliqs y el cepo. En otras palabras, necesita tocar los cables correctos para que la bomba de la hiperinflación no estalle.
En el caso del agro, el calendario le impondrá definiciones de política económica. La comercialización de la cosecha de trigo de la campaña 2023/24 obliga a decidir qué se hará con los llamados “volúmenes de equilibrio” que creó el gobierno de Alberto Fernández y representaron un verdadero sistema de cupos que deprimió el mercado y le generó una ventaja competitiva al sector exportador. En carnes, a fin de diciembre vencen la prohibición de exportar siete cortes vacunos y las retenciones cero a las ventas de productos lácteos.
Al cierre de esta edición no se había confirmado quien estará a cargo de la Secretaría de Agricultura. Un equipo que encabeza Fernando Vilella, exdecano de la Fauba y actual director del programa de Bioeconomía de esa casa de estudios, es el que aparece con mayores posibilidades de llegar al edificio de Paseo Colón. De hecho, en la semana Vilella estuvo en Agricultura como cabeza del equipo de transición, acompañado por Pedro Vigneau, presidente de Maizar (de licencia) y Germán Paats, expresidente de la Fundación Barbechando, para reunirse con el actual titular de la cartera, Juan José Bahillo.
En la propuesta que Vilella trabajó para formar parte del nuevo gobierno hay una coincidencia con los postulados básicos de Milei, como la eliminación de las retenciones y la derogación de las trabas al comercio. Los observadores especulan que las primeras definiciones estarán en este terreno, que formarán parte de una ley ómnibus con un paquete general de desregulación de la economía y de reforma del Estado.
Cerca de Vilella, además, reconocían que en los otros equipos técnicos del área de energía y de economía había coincidencia con algunos aspectos clave que el referente de la llamada bioeconomía viene postulando desde hace varios años en los lugares que ocupó. Por ejemplo, en las políticas referentes al cambio climático sobre las que Milei, en su momento, había puesto un manto de dudas. En las reuniones técnicas se dijo que la Argentina seguirá respetando los Acuerdos de París, que establecen compromisos específicos para bajar la emisión de gases de efecto invernadero. Esto, por ejemplo, puede representar un espaldarazo para terminar con las restricciones que aplicó este gobierno a los biocombustibles. Vilella es creador de la imagen de “Vaca viva”, como potencial de producción de alimentos, fibras, energía y productos industriales originados en el agro, capaz de igualar o superar al yacimiento de petróleo y gas no convencional Vaca Muerta.
No obstante, en parte del ruralismo comenzaron a plantear por lo bajo algunos cuestionamientos a este equipo porque temen que haya una visión en favor de la exportación y la industria. Aunque haya aires nuevos, los tironeos se mantienen.
Más allá de las figuras, en el nuevo gobierno tienen en claro que uno de los pocos sectores de economía que es capaz de generar divisas necesarias para estabilizar la economía, es el agro. Y eso, creen, no se logrará con alquimias intervencionistas. Hay un primer paso.
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