Se trata de Hernán Torre, un experto agrícola que con su asesoramiento en esa nación contribuyó a mejorar la situación de muchos productores
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Desde hace 14 años, Hernán Torre es asesor de un grupo de 20 productores agropecuarios en Venezuela. En los últimos años se convirtió en el referente en temas agrícolas en ese país, donde lo consultan no solo sus asesorados, sino también los potenciales inversores de Sudamérica que están expectantes a un posible cambio político en este momento. A todos ellos les anticipa no solo los rendimientos en arroz o soja, sino los escenarios financieros y las consecuencias sociopolíticas de apostar por ese país. Lo que tiene claro es que, una vez que un productor se establece, puede tener efectos positivos en caso de que su trabajo sea eficiente.
Torre es asesor de Aapresid en Venezuela, donde trabaja en la estrategia de negocios y comunicación con productores que cubren 15.000 hectáreas de arroz, el 20% de la producción arrocera. Dice que también ayuda a otro grupo de la ciudad de Calabozo, que se está fortaleciendo hasta que comience a funcionar como tal. “Son productores arroceros que se juntaron para compartir información para mejorar el sistema productivo”, narró. Torre es licenciado en Gestión de Empresas, empezó a viajar a Venezuela en 2007 porque siempre había trabajado con pools de siembra de la zona. Está instalado en Venezuela desde 2010 junto a su familia y vive de cerca el clima electoral en ese país.
“Hoy hay una ventaja muy importante en precios porque no se cubre la demanda interna de maíz, arroz, soja y azúcar. Entonces, a los productores se les paga internamente el precio de importación, que es lo que tiene que costear la industria para ingresarlo al país”, expresó. La limitante en el crecimiento es la falta de acceso a los créditos. Al no haber financiamiento de la banca, la industria insumera financia a los productores con los insumos con un costo de entre 40% y 50% anual en dólares. Si bien es el costo financiero del país, esto termina complicando a la actividad.
“Tenemos un problema muy grave, aun así cambie rápido este gobierno. La mejora no va a suceder de un día para el otro; va a llevar unos años acomodar el sistema financiero y que este pueda apoyar al sector agropecuario”, indicó. Desde 2008 el Estado tiene pisado al sector financiero con pocos fondos. Además, este tiene un 73% de encaje legal o encaje bancario, una suerte de retención de la que no pueden hacer uso. Lo disponible para financiar a los productores es alrededor de US$300 millones.
En su caso, contó, van a la industria. “Nos financian insumos, pero también hay productores que tienen buena disponibilidad y eso les alcanza para seguir creciendo y produciendo”, indicó. En ese país están instaladas las principales multinacionales que se encargan de abastecer a los productores con fertilizantes y herbicidas.
La situación general se ha mantenido estable, sin cambios, en el último tiempo. Lo que ha ido mejorando es la productividad, donde el sector agropecuario se ha ido reconvirtiendo. “Los ineficientes han ido saliendo y los eficientes fueron asumiendo a nuevas fincas y han crecido. Dentro del sector donde se manejan más o menos los mismos volúmenes ha mejorado la productividad. Los productores están enfocados en mejorarla: bajar los costos, aumentar rendimientos y continuar con la rentabilidad, poder reinvertir y apuntar a un crecimiento”, subrayó.
En el caso de la maquinaria agrícola, en ese país están casi todas las firmas que proveen tecnología a los productores, a través de diferentes concesionarios. “En la época de Hugo Chávez se veía mucha maquinaria argentina en los campos. Hay una gran oportunidad para los que vienen de afuera a invertir. Hay mucha tierra, el negocio es muy bueno, con buena productividad y eso te da margen para hacer plata”, añadió. Hay 24 millones de hectáreas disponibles para poner en marcha el sistema productivo. “Venezuela es uno de los pocos países que tiene muchas hectáreas disponibles”, aseguró.
Expectativas
Torre también trabaja con grupos de la Universidad de Brasil a través de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial [Onudi], el Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego (FLAR) y el Equipe Field Crop para identificar los potenciales ambientales y las brechas de rendimiento en arroz y soja.
“Estamos abiertos a que vengan inversiones”, acotó. Los cultivos que se dan es el arroz, soja, maíz, porotos, ajonjolí (sésamo), cacao, café y la caña de azúcar. Todos estos sectores necesitan acceso al financiamiento. Por ahora no hay tantas firmas argentinas apostando en esa región. No obstante, en medio del clima electoral sí hubo consultas de inversores de la Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, para saber las posibilidades de inversión con un eventual cambio político. “El negocio es muy bueno, pero políticamente hay un riesgo alto para hacer inversiones. Están esperando a que esto realmente cambie”, especificó. Las inversiones que llegan a Venezuela están vinculadas con el sector petrolero desde Rusia, China, España o Noruega, por citar.
Esta vez, dice el asesor, hay una luz de esperanza porque la base del chavismo no está más de ese lado de la política, y hoy la gente se unió en contra de ese poder. Respecto de la mirada que hacen de Javier Milei, precisó que desde afuera se percibe que se retomó la economía. “Hoy se ve a Venezuela con la inflación más alta del mundo y es una situación que la gente no quiere volver a ver. Durante 25 años a la gente le vendieron la idea de que iba a estar todo bien, de que el país iba a ser una maravilla y realmente no sucedió. Hay una alta pobreza [en 2023, el 51,9% de la población era pobre], no hay trabajo y el gobierno se está llevando toda la plata. No dejan nada. La gente se dio cuenta de todo esto y quieren salir de esto y generar un cambio. La economía se ha destruido. La gente se arrechó [enojó], salió el pueblo a la calle y Venezuela hoy está parada viendo a ver qué pasa. La calle está llena de gente”, resumió el oriundo de General Baldissera, Córdoba.
Un informe de Piscodata 2024, estudio psicosocial realizado por la Escuela de Psicología de la UCAB, da cuenta que el 89% de los venezolanos desconfía del otro. Es decir, que sufren algún tipo de vulnerabilidad y desconfían de los vecinos, las familias o sus más cercanos.
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