Es habitual reducir el uso de tecnologías agrícolas claves como la fertilización de los cultivos en coyunturas difíciles. Sin embargo, la evidencia experimental local e internacional muestra que la intensificación productiva y la rentabilidad no son antagónicos. Por el contrario, los sistemas intensificados bajo siembra directa son más diversificados en términos biológicos, y mejoran la calidad de los suelos y consiguientemente la sustentabilidad en el manejo de los agroecosistemas. Por esta razón, quizás la clave no pasa por reducir la intensidad en el uso de tecnologías, sino optimizarlas como una estrategia para mitigar o protegerse de las frecuentes coyunturas difíciles.
Los modelos intensificados permiten optimizar la productividad y rentabilidad (no necesariamente maximizarlos), impactando favorablemente en otras dimensiones del manejo sustentable de los agroecosistemas. Así, por ejemplo, la rotación con gramíneas, la inclusión de cultivos de servicio, la fertilización balanceada y el manejo integrado de adversidades son prácticas agronómicas que han demostrado mejorar la salud de los suelos y minimizar el impacto ambiental del uso de fitosanitarios. Este último aspecto es especialmente valorado por las comunidades locales en diferentes regiones del país.
Dentro de las tecnologías que tienen un gran impacto productivo y económico en el cultivo de maíz, la fertilización balanceada es una de las más relevantes. El diagnóstico de las deficiencias nutricionales basado en un correcto muestreo y análisis de suelos debería ser la base fundamental en la toma de decisiones de fertilización. Actualmente, en el mejor de los casos, solamente un tercio de los productores de maíz utilizan el análisis de suelos y el prácticamente la totalidad fertilizan sus cultivos.
Esto pone en evidencia que la mayor parte fertiliza sin conocer el estatus de fertilidad de los lotes y/o ambientes. Si tenemos en cuenta que la incidencia económica del gasto (inversión) en análisis de suelos puede ser del orden de 3-4 US$/ha, y que el presupuesto destinado a la fertilización del maíz frecuentemente supera los 200US$/ha, vemos que hay una inconsistencia en la toma de decisiones. Asimismo, diferentes redes de ensayos de fertilización de largo plazo realizados en la región pampeana demuestran la elevada rentabilidad de los planteos de fertilización balanceada, aún incluyendo en dichos estudios años desfavorables.
Para poder apreciar el impacto de la implementación de mejoras en las tecnologías de fertilización, vale la pena mencionar los resultados de 11 ensayos realizados en la Chacra Bragado Chivilcoy de Aapresid. Así, el aumento de 30-40 kg de N/ha en las dosis de aplicación ("tecnología ajustada") incrementaron 500 y casi 1000 kg/ha el rendimiento de trigo y maíz, respectivamente.
Además de la optimización de la mejora en la nutrición nitrogenada, debemos también evaluar y ajustar la fertilización con fósforo, azufre y zinc, que son los nutrientes que tienen mayor incidencia en la mejora en la productividad del maíz considerando la evidencia científica actual.
Otro aspecto de gran importancia es evaluar el "individuo suelo", y considerar una visión integral de la fertilidad edáfica teniendo en cuenta las propiedades químicas, físicas, biológicas y sus interacciones en el sistema suelo-planta.
El autor es magister en Ciencias del Suelo, doctor de la UBA y miembro de Tecnoagro
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