Los Bartolomé, que controlan GDM/Don Mario, adquirieron como inversión particular la empresa LIAG Argentina; la transacción, que no tiene precedentes en el mercado en valor, fue por US$195 millones
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La familia Bartolomé, dueña de GDM Seeds/Don Mario, el mayor grupo nacional ligado al negocio de la semilla de soja y referente a nivel mundial en genética del cultivo, se quedó, a cambio de US$195 millones, con todo el paquete accionario de la firma agrícola-ganadera LIAG Argentina, de capitales australianos, que suma más de 60.000 hectáreas en el país. El Rabobank de Holanda acompañó en la operación. Gerardo Bartolomé, accionista, dijo a LA NACION que busca “seguir innovando” ahora desde el lado de la producción. En valor es una transacción sin precedentes en el sector agropecuario. En tanto, para recordar, en 2016 el grupo inversor Victoria Capital Partners (VCP) se quedó con el 75% de Los Grobo, que trabaja más de 200.000 hectáreas, aunque en un esquema de asociaciones con terceros y alquiladas. Más atrás en el tiempo, en 2002 Adecoagro adquirió 74.000 hectáreas que eran de Pecom Agropecuaria, del grupo Perez Companc.
Fundada en 1982 por la familia australiana Kahlbetzer, LIAG Argentina SA posee un campo en Vedia, provincia de Buenos Aires, llamado “Las Balas” con 13.123 hectáreas; en Talavera, Salta, con “Finca Tolloche” de 41.080 hectáreas (30.000 con riego), y en Vicuña Mackenna, Córdoba, con “El Consuelo”, de 9346 hectáreas.
En su país, desde la década del setenta, los Kahlbetzer se dedican a la cría de ganado bovino, caballos y ovejas para lana y carne, y a la producción de granos, algodón y hortalizas. Sin embargo, pese a la fuerte presencia en la Argentina, los descendientes de los Kahlbetzer, que se dedican a otros rubros, no estaban interesados en seguir con la actividad en la Argentina y por eso se llevó adelante la salida del negocio.
Además de las hectáreas propias en la Argentina, sumando las alquiladas el grupo australiano venía trabajando en total 79.000 hectáreas de cultivos con una producción anual de 320.000 toneladas de granos entre soja, maíz, trigo, girasol, sorgo, legumbres y algodón. Debido a su foco puesto en el ambiente, la sostenibilidad y el desarrollo de sus equipos de trabajo con la comunidad, en 2020 recibió el Premio Oro de LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria.
En un informe sobre el cierre de ejercicio al 30 de junio de 2019, la firma había detallado que las estancias Las Balas y El Consuelo totalizaban una “unidad de negocio con unas 22.500 hectáreas dedicadas a la agricultura y ganadería”.
En particular, en Las Balas, en esa campaña, las superficies destinadas al “cultivo de trigo, soja y maíz, respectivamente, fueron en el orden de las 3200, 6000 y 3700 hectáreas aproximadamente”, “con rendimientos satisfactorios, respecto de los niveles presupuestados, exceptuando al trigo (4% menor), tanto la soja como el maíz lo han superado (13,8% y 6,6% respectivamente)”. En tanto, en El Consuelo, la superficie involucrada en el plan de siembra alcanzó el nivel de las 4000 hectáreas, tanto de maíz como de soja, describe el documento.
En Finca Tolloche, en el cierre del ejercicio 2019 de la empresa el cultivo del algodón tuvo una superficie de 4600 hectáreas. En cuanto a la soja, el área sembrada fue de 14.000 hectáreas. También ese ciclo productivo LIAG explotó unas 8100 hectáreas en convenios con terceros (de los cuales 7200 correspondieron al cultivo de garbanzo), e incursionó en la explotación de garbanzo por cuenta propia, con una superficie de 1400 hectáreas.
En su página destacan que fueron una de las primeras empresas del país que logró certificar su producción con el sello Algodón Responsable Argentino que se otorga a las firmas que demuestran indicadores positivos en cuanto a lo ambiental, social y productivo.
“La principal actividad de la compañía es la agricultura (cultivos de cereales, oleaginosas, legumbres y algodón) y ganadería en menor medida. El procesamiento y la comercialización de productos agropecuarios se desarrollan en campos propios localizados en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y en Salta donde lleva producido 11.750 toneladas de algodón y 4230 toneladas de fibra, en lo que va del año 2021″, describen.
Una de las cuestiones importantes que la compañía refleja es que “la certificación es un instrumento que acredita las buenas prácticas de la compañía, que no quedan en palabras políticamente correctas sino en hechos demostrables y documentados” y resaltan la importancia de incorporar procesos de mejora continua bajo sellos de calidad: “El mundo está mostrando interés por adquirir materia prima que cumpla con estándares internacionales y las grandes firmas de indumentaria están comenzando a exigir el sello Algodón BCI en sus productos”.
“El protocolo de certificación apunta a mejorar el sistema productivo sobre los siguientes aspectos: uso responsable y conservación de los recursos hídricos, no remoción y presencia de cobertura, prácticas ambientales sustentables, gestión integral de plagas, calidad de la fibra, Prácticas Laborales Sustentables y vínculo con la comunidad”, agregan.
En cuanto a los campos alquilados para producir, en ese ciclo productivo por “los altos precios de arrendamientos tanto en la zona central como en zonas marginales para agricultura”, LIAG Argentina solo había explotado bajo esa modalidad unas 5800 hectáreas, destaca el estudio.
Si bien la operación corrió por cuenta de la familia Bartolomé y no tiene nada que ver en ella GDM/Don Mario, esta última firma no para de crecer en el agro argentino y a nivel internacional. Hoy opera en más de 15 países y es responsable de la genética de soja en el 40% de las hectáreas sembradas en el mundo.
En la actualidad tiene 750 empleados, 16 estaciones de Investigación y Desarrollo (I+D), más del 50% del mercado de genética de soja en la Argentina y Brasil y apunta a alcanzar el 5% en Estados Unidos dentro de los próximos cinco años compitiendo contra grandes firmas del sector. El año pasado sus ventas superaron los US$320 millones.
“Nos está yendo muy bien en Brasil, sobre todo. En Estados Unidos estamos invirtiendo porque estamos desarrollando el negocio y en la Argentina con un impacto menor en el resultado global, aunque también el negocio es bueno”, dijo Ignacio Bartolomé, CEO, días atrás. Ignacio reemplazó en ese lugar a su padre Gerardo, fundador de la compañía.
Tras la compra de la firma australiana, como accionistas los Bartolomé señalaron que “aspiran a redoblar el trabajo de LIAG en el país, agregando valor en la producción, fortificando los lazos con las comunidades donde opera la empresa, y también para seguir mejorando sus productos con la mira en continuar creciendo, sabiendo que la sustentabilidad de la producción es la clave de su desarrollo exitoso”.
“La compra de LIAG forma parte de una vocación que me ha unido al sector por más de 40 años de trabajo y es parte de mi inquietud personal por seguir innovando en el campo, en este caso, en la instancia de producción”, dijo a LA NACION Gerardo Bartolomé.
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